Valiente
testimonio de una mujer maltratada
En las horas previas
al juicio contra su ex marido
Mar Seijo nació en Vigo hace 32 años.
Tras una anterior relación de la que nació
su hija mayor, conoció a Manuel en 1995. Poco
meses después contrajeron matrimonio, y Mar
quedó embarazada. Trás un breve noviazgo
en el que Manuel no dio muestras de su violencia,
al casarse llegaron los malos tratos. Durante tres
años, soportó las palizas, insultos
y violaciones, muchas veces delante de sus dos hijas.
La última agresión tuvo lugar la noche
del 14 de noviembre de 1998, Mar fue violada y golpeada
brutalmente por su ex marido.
Llegó con vida
al hospital casi de milagro. Había
golpes que ya al final ni los sentía, pero
como yo me quedé tumbada en el sofá,
no me podía mover, él puso una rodilla
así, como aquí apoyada, estaba de pie,
o sea, me tenía como un saco. Y cuando se cansó
de pegarme fue cuando me rompió las bragas
y me violó ahí en el sofá y después
se fumó un cigarro. Me sentía cada vez
peor, más mareos, vómitos. Le dije que
llamara a un médico. El me dijo que no que
por la noche no había médicos. A las
siete se fue a trabajar y cuando oí que se
iba el coche llamé -mi trabajo me costó
poder llamar- al 061.
Psicológicamente
destrozada y presa del pánico Mar acabó
en una casa de acogida. Vivió durante meses
en clandestinidad en uno de estos centros. Allí
con la ayuda de los psicólogos y de otras compañeras,
víctimas de malos tratos, ha logrado acumular
fuerzas para enfrentarse a la justicia.
El pasado mes de octubre,
Manuel Lutezo, el ex marido de Mar, fue condenado
a 26 años de prisión por un delito de
violación y otro de agresiones. Los malos
tratos que Manuel infringió a su mujer durante
tres largos años no pudieron ser probados.
Si demuestra buen comportamiento dentro de seis años
estará en la calle.
Por eso, Mar vive obsesionada
por el miedo. Antes de lo que ella quisiera podría
volver a cruzarse con su marido por la calle: El
día que salga, me buscará debajo de
una piedra y si una vez me reventó el bazo,
la siguiente vez
vamos, no va a quedar ni triza
de mí. Y sino se lleva a la niña
Y es que ni las condenas, ni las separaciones legales
liberan a mujeres como Mar del peligro. Ahora, Mar,
con su ex marido en la cárcel, y tras pasar
por un centro de acogida, ha iniciado una nueva vida
con sus dos hijas.
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