Formado
bajo los auspicios de Luchino Visconti, para quien fuera
actor y ayudante, Franco Zeffirelli también acompañó
a su mentor en varios de sus montajes para las tablas.
Ahora bien, a diferencia de su maestro, Zeffirelli alcanzaría
renombre internacional a finales de los años
50 como director de teatro. Sólo después
de haber triunfado en la escena accedió a la
dirección cinematográfica, eso sí:
lo hizo llevando a cabo montajes de Shakespeare. Hermano
Sol, hermana Luna fue a marcar, por tanto un punto de
inflexión en su filmografía. Será
a partir de ella cuando el realizador comience a desarrollar
su sentido visual.
Partiendo de las expresiones utilizadas por San Francisco
de Asís en uno de sus poemas, en cuyos versos,
ensalzando a Dios, el fundador de los franciscanos escribe:
«Hermano Sol, hermana Luna», Zefirelli no
presenta un santo más próximo al ideal
hippie -la música es de Donovan- que al asceta
que nos describe san Buenaventura en la biografía
que dedicara san Francisco.
Franco Zeffirelli -cineasta favorito de El Vaticano-,
sin olvidar su inspiración católica, viene
a mostrarnos un san Francisco alternativo, tal y como
hubieran querido que el santo fuera los jóvenes
rebeldes de los años 70. Sin embargo, ello no
significa que el realizador italiano tergiverse, en
modo alguno, el espíritu del asceta. Las predicaciones
del santo a los pájaros -entre otros animales-,
su comunión con la naturaleza, proporcionaron
al realizador un buen argumento para sus propósitos.
No en vano, Francisco de Asís fue un verdadero
precursor de la ecología y el naturismo, como
demuestra este largometraje. / J.M.
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