No es sólo una de las mejores, si no la mejor,
muestra del cine policíaco de los noventa, es
decir, de la renovación de uno de los grandes
géneros clásicos y un título que
ha creado escuela. La cantidad de películas sobre
policías corruptos con finales sorprendentes
e impactantes, cuando no rebuscados, dista de haberse
agotado. Pero Los Angeles Confidencial -en estos años
y de ese modo- abrió la veda.
El director conduce con mano de hierro en guante de
seda un guión magnífico construido con
tiralíneas, dosificando con maestría los
toques de humor y de violencia, como el equívoco
de confundir a una estrella de Hollywood con una prostituta
de lujo o la paliza a Danny DeVito.
La película rompe ese esquema que hace irreconciliables
el clásico enigma de las viejas historias policiacas
a lo Agatha Christie o Connan Doyle con el análisis
social típico del género moderno a lo
Chandler o Hammett; no en balde el autor de la novela
original, James Ellroy, es uno de los grandes autores
de estos años, un escritor que disecciona críticamente
la sociedad norteamericana.
Aquí están ambas cosas: la intriga, que
se mantiene constantemente mientras se desenreda la
complicada maraña de negocios delictivos y corrupción
policial, y el retrato de una sociedad alegre y confiada,
plácida en su superficie y corroído internamente
por el delito y la violencia. Como en el mejor género
negro, la historia se sigue sin respirar.
El excelente reparto -Kevin Spacey, Danny DeVito, Kim
Bassinger, Russell Crowe, Guy Pierce- es otra de las
bazas de esta película redonda, convertida a
los pocos años de su estreno en todo un clásico./
A.V.
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