Muchos son los placeres que esta película satisface.
Si el espectador es de los que admiran las grandes interpretaciones,
aquí hay dos de las más aplaudidas de
dos de los más grandes intérpretes en
activo: Meryl Streep y Jeremy Irons. Para mayor goce
de sus seguidores, tanto una como otro interpretan un
doble papel: ella es Sarah Woodruff y Anna; él,
Charles Smithson y Mike.
Pero si el espectador es de aquellos que anteponen
la realización a cualquier otra consideración
puesto a enjuiciar una película, aquí
encontrará uno de los grandes títulos
de Karel Reisz, el antiguo miembro del Free cinema inglés,
además de autor de un texto clásico en
la bibliografía cinematográfica: La técnica
del montaje.
Finalmente, si uno aplaude en el cine la escenificación
de las épocas pretéritas, la ovación
que le va a inspirar La mujer del teniente francés
será más que notable.
La escrupulosa recreación de tiempos pasados
constituye una tradición en el cine británico
que se remonta a las producciones dirigidas por Alexander
Korda en los años 30. De entre todos los paisajes
de antaño que el cine inglés ha fotografiado,
destaca la época victoriana. No es de extrañar,
considerando que aquellos fueron los días en
que rugía más fuerte el león que
simboliza al imperio británico. Pues bien, de
la voluminosa batería de imágenes victorianas
que cuentan entre lo mejor del cine inglés, la
Broad Street, de Lyme Regis, retratada en La mujer del
teniente francés, es un ejemplo modélico.
Durante el tiempo que duró el rodaje, dicha
calle -merced al milagro de una impecable dirección
artística, que no dudó en dar a las fachadas
de los edificios los colores y texturas de sus primeros
días- , volvió a ser la que fuera en 1867.
Este será el año en que, basándose
en una novela de John Fowles guionizada por el prestigioso
dramaturgo Harold Pinter, Karel Reisz nos situará
los conflictos de los personajes.
Ahora bien, que nadie se llame a engaño, Sarah
Woodruff no responde a ninguno de los prototipos de
la heroína victoriana. En efecto, no es la rígida
mujer de posición acomodada -tal es el caso de
Ernestina, la prometida de Charles cuando Sarah irrumpe
en su vida-; ni tampoco la caída como la Tess,
de Thomas Hardy; tampoco es Nancy, la prostituta que
nos presenta Dickens en su Oliver Twist. La mujer que
espera a su amante francés en el muelle de Lyme
Regis escapa a toda regla. Por eso trasformará
radicalmente la existencia de Charles. / J.M.
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