(AP)

Jacques Chirac
A gusto del consumidor

Jacques Chirac ha celebrado ya las bodas de plata con la política. Su colección de cargos resulta espectacular: dos veces primer ministro-¡la primera vez hace 28 años!-, fundador en 1976 de su propio partido, de inspiración gaullista, el RPR( Unión para la República) y alcalde de París durante 18 años.

A sus 69 años, representa esa figura de político entrañable, simpático y algo tramposo que suele caer bien a los franceses. Es una popularidad cimentada en su legendario apetito, sus atractivo físico entre las mujeres y su imagen de cariñoso padre de sus dos hijas (Laurence y Claude).

Entre sus habilidades se encuentra la de contarle a los votantes lo que quieren oír a cada momento y en cada elección. En la agenda política de Chirac no hay ni izquierdas ni derechas. A pesar de definirse en su día como euroescéptico, ha sido uno de los máximos defensores de la moneda única. Después de ordenar las pruebas nucleares en el Pacífico, se ha apuntado a numerosas causas ecologistas. En las últimas elecciones presidenciales presentó un programa “para cerrar la herida social en Francia”, y una vez ganadas nombró como ministro de Hacienda a uno de los hombres más liberales de su partido. “Veleta” o “ Camaleón Bonaparte”, son algunos de los apelativos con los que se le nombra popularmente.

Acosado por numerosos escándalos de corrupción, desde tráfico de influencias a malversación de fondos públicos, Chirac partía con desventaja al comienzo de las primarias. En un inteligente golpe de efecto centró su campaña en la delincuencia, descolocando así a su rival, el socialista Lionel Jospin. La jugada le salió demasiado bien: se libró de Jospin y se aseguró la presidencia.