Por RAUL HERAS
Fernando
Garro
Ex director general
Fernando Garro prefiere veranear en Ibiza, cerca de
Santa Eulalia, antes que deambular por Marbella o Mallorca.
Lo que no quita para que se desplazase a Can Poleta
invitado por Conde o navegase en el velero del dueño
del grupo Oasis hasta Formentera. Entró con su
antiguo jefe y amigo en la masonería, y ambos
presumían de ser el inductor del otro. Muy bien
relacionado políticamente con lo que fue el centro
reformista de Adolfo Suárez, empujó al
expresidente de Banesto en esa dirección, junto
a algún financiero y broker de finales de los
ochenta. En el banco era el hombre de los medios, el
que hablaba con los periodistas, el que mantenía
el marketing institucional. Siempre como si acabara
de regresar de un crucero, casi un clon de su jefe,
gomina incluida.Eficaz más que discreto. Hablaba
con José Antonio Segurado en términos
liberales, con Alejandro Rojas Marco de nacionalismo
andaluz, y con el equipo de Alfonso Guerra de financiación
de jornadas en Moscú en las que explicar la transición
española.
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