|
|
|
PREMIO JULIO FUENTES
JAVIER BAULUZ
Arma potente
Lugar de nacimiento:
Oviedo / Edad: 42 años / Conflictos
cubiertos: Nicaragua, El Salvador, Ruanda, Bosnia
y Zaire. Se ha convertido en los ultimos años
en testigo del drama que viven los inmigrantes que cruzan
el estrecho con fotos que sacuden la conciencia /
Premios: Pulitzer (1995) y Godo (2001) de fotoperiodismo
|
|
JAVIER ESPINOSA
Abril de 1995. Javier Bauluz acaba de regresar de Guatemala
a México y en el aeropuerto descubre que los
altavoces no cesan de repetir su nombre. En Chiapas,
donde se había instalado hacía casi dos
meses, se rumoreaba que el fotógrafo asturiano
se encontraba perdido en la recóndita selva de
Lacandona. "Al principio creí que era una
broma", comentaba más tarde en el hotel
Casa Vieja de San Cristóbal mientras digería
el Pulitzer que acababan de concederle junto a otros
tres fotógrafos de AP por sus imágenes
en el holocausto de Ruanda. Fotos tan espeluznantes
como la de un niñito que sollozando intenta reanimar
a su madre, consumida por el cólera.
"Luego me acordé de la gente que había
fotografiado. Mi agradecimiento va para aquellos que
combaten el sufrimiento en cualquier parte del mundo,
a los niños que he ido conociendo en esas situaciones",
añadió un Bauluz que -ironías de
la vida- entonces andaba más preocupado por la
capacidad de transporte de un equino por las intransitables
veredas de Lacandona que por sus cámaras.
No en vano, tras la terrible experiencia de Ruanda,
Bauluz había decidido enrolarse como responsable
de logística de Médicos sin Fronteras
que trabajaba en el conflicto de Chiapas. Una época
en la que el fotógrafo se vanagloriaba de su
"boyante" situación financiera. Sus
posesiones, decía, se reducían a una cuenta
en números rojos y un "flamante" vehículo
que le costó 25.000 pesetas.Pero Bauluz se aferraba
al principio que le llevó a convertirse en fotógrafo:
"Si hago este tipo de fotos (de conflictos) es
porque odio este tipo de cosas. Tomar fotografías
es una forma de combatirlas, luchar a través
de la fotografía. El día en que deje de
sentir esto me dedicaré a hacer fotos de Lola
Flores, que es más tranquilo".
Bauluz nunca optó por el sosiego y por eso su
antiguo compañero en el conflicto palestino-israelí
Jim Hollander lo recuerda como "ese chiquito que
nunca tenía un duro". Las dificultades bancarias
de Bauluz impresionaron tanto a Hollander como su trabajo
en localidades como Naplusa o la franja de Gaza. "Conseguía
fotos muy duras, se notaba que se acercaba mucho",
explica el norteamericano.Fue precisamente durante la
primera Intifada en 1988 cuando el asturiano comenzó
a captar imágenes que marcarían su carrera.El
niño palestino que intenta derribar inútilmente
un helicóptero israelí a pedradas es posiblemente
la más significativa de aquel periodo.
Atrás quedaba un inicio sellado por su encuentro
fortuito con una manifestación en el londinense
Hyde Park en 1981. Bauluz, que se había marchado
al Reino Unido a estudiar inglés y en realidad
aprendió italiano, realizó en aquella
ocasión sus primeras fotos.Tenía 21 años.
"Madre, no sé cómo, pero ya sé
lo que quiero hacer", explicó. El "cómo"
se tradujo en una cámara prestada y una sólida
determinación que ni siquiera quebró el
"brillante" resultado de uno de sus primeros
trabajos: la revuelta del Rif. No logró publicar
ni una sola foto.
Al regresar a Asturias, Bauluz se curtió con
las protestas de las zonas mineras en 1985 y después
en la algarada por la reconversión naval en Gijón.
A partir de ahí saltó a Nicaragua, inmersa
en plena contienda civil, y estableció un estrecho
vínculo con América Latina que todavía
perdura. Bauluz trabajaría en años sucesivos
en El Salvador, en el Chile de Pinochet, en Panamá,
en Guatemala...
Entre 1992 y hasta 1995, Bauluz repite visita a los
Balcanes.De esa etapa data una de las fotos que siempre
recuerda cuando se le inquiere al respecto: la de un
cadáver con la cabeza cortada, al que alguien
se la había puesto de nuevo, pero al revés.
Ruanda le impactó profundamente. En Kigali, su
oficina se encontraba en un antiguo seminario donde
se registró una de las masacres que diezmaron
al país. La epidemia de cólera de Goma
-donde hizo la foto que le valió el Pulitzer-
completó el desastre. "Al volver de Ruanda
pasé cuatro meses deprimido", admitía
Bauluz.
Con un amplio bagaje de premios -Fotopress (1989), Godó
(2001) o Libertad de Periodismo (2002)-, Bauluz ha combinado
en los últimos años su labor como fotógrafo
con la continua denuncia de la situación de los
inmigrantes en España.
En defitiniva, Bauluz siempre ha defendido el recurso
a la imagen como arma arrojadiza. "Mientras una
imagen revuelva un corazón, merece la pena el
esfuerzo. La información es de las armas más
potentes que existen. Y habrá que usarla",
proclama.
Javier Espinosa es reportero de guerra de EL MUNDO
y premio Rey de España
|
|
|
|
|