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La llamativa y destruida "pagoda" era el elemento singular de un conjunto de gran racionalidad en el que la torre de despachos de dirección debía servir como reclamo a quienes circulaban por la N-II. Cada planta rectangular aparecía girada 45º respecto a la inferior, y se relacionaba con sectores de paraboloides hiperbólicos, que le daban ese aspecto oriental que identificó la obra de mayor atrevimiento formal de la ciudad.
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1965-68, Conjunto Industrial de los Laboratorios Jorba, carretera N-II, Madrid.
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