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Ana comenzó a competir cuando todavía era una niña de 10 años y tres después ya había ganado tres medallas de bronce en los Juegos Paralímpicos de Atlanta'96. Y éste fue sólo el principio de su impresionante historial. La nadadora, que heredó de sus padres ciegos su deficiencia visual, compagina los entrenamientos y los campeonatos con sus estudios de magisterio en educación especial, quiere ser profesora. Se podría decir que cuando no está ganando medallas ni batiendo récords lleva una vida normal, como cualquier chica de 20 años. Un vistazo a su palmarés basta para comprender por qué esta madrileña se ha convertido, a pesar de su juventud, en una referencia en la natación paralímpica a todos los niveles. Inumerables medallas y varios récords del mundo y de Europa hacen de ella toda una clara candidata al pódium en Atenas. |
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