SEBASTIÁN RODRÍGUEZ: ORO EN 100 METROS LIBRES
De miembro de los GRAPO a oro en Atenas

Cuando vio por el rabillo del ojo que ningún nadador podría alcanzarle, Sebastián ‘Chano’ Rodríguez supo que la foca de la suerte que lleva consigo desde hace 10 años no le había fallado. Ya tenía el primer oro. El reto de superar las cinco medallas doradas y los cinco récords del mundo que obtuvo en Sydney, supone una presión muy fuerte para este deportista de 47 años, ex miembro de los GRAPO.

“Me he emocionado muchísimo. La natación es un deporte psicológico en un 90% y el hecho de haber empezado con un triunfo ha sido una inyección de moral”, declara orgulloso. “Toda la gente me pregunta que cuántas voy a conseguir, pero no saben que sin el apoyo de Valery Karpin (jugador de la Real Sociedad) y de la marca de bebidas isotónicas Kei-More, no habría podido venir aquí. Si queremos medallas hay que profesionalizar este deporte y dar a los deportistas paralímpicos el mismo reconocimiento económico que a los olímpicos”, sentencia.

Durante el año previo a los Juegos, ‘Chano’ ha entrenado 6,5 horas diarias. “Aunque mucha gente lo piensa, los “paralímpicos no somos cuatro cojos que venimos a Atenas a pasarlo bien, somos deportistas de elite y debemos tener el mismo reconocimiento”, reclama a todo aquel que le pone un micrófono.

En 1990, el entonces miembro de los GRAPO, encarcelado por su participación en el asesinato del empresario andaluz Rafael Padura y condenado a 84 años de reclusión, participó en la huelga de hambre que protagonizaron los presos de la banda terrorista para exigir su reagrupamiento. Permaneció 432 día sin comer, parte de ellos sometido a alimentación forzosa y parte en el hospital. Como consecuencia de este ayuno, quedó paralizado de cintura para abajo y durante las sesiones de natación para su rehabilitación, entró en contacto con el deporte paralímpico.

Alejado de cualquier actividad política, a Chano no le gusta hablar de su etapa como activista de los GRAPO, pero no rehuye el tema. “El pasado no se puede borrar y de nada sirve darme golpecitos en el pecho y decir que me arrepiento”. A las personas hay que juzgarlas por su trayectoria”, sostiene.

Cuando no entrena, el nadador, que tiene una hija de 19 años, imparte clases a niños minusválidos en Vigo, donde es un deportista muy querido. Además, da charlas en los colegios sobre los valores de solidaridad, superación y compañerismo que proporciona el deporte.

Rodríguez Veloso confía en obtener nuevos triunfos en las pruebas que aún le quedan por disputar, para devolver a todos los que le han apoyado, su cariño en forma de metales.