27 de enero de 1945. La tropas aliadas entran en el emblemático campo de concentración de Auschwitz, símbolo del horror y la barbarie del III Reich. 27 de enero de 2000. Alemania coloca la primera piedra de un monumento que, a 200 metros de la Puerta de Brandeburgo, recuerda que hace tan sólo 55 años se puso fin a un genocidio que acabó con la vida de miles de inocentes.
Fotografía actual del lugar donde estuvo instalado el campo de concentración de Dachau. (AP PHOTO)
Berlín, a pesar de la fecha, no ha sido hoy escenario de movilización popular. Los alemanes han seguido con su vida cotidiana y tan sólo un centenar de personas se ha acercado al lugar donde se erigirá el monumento. La losa histórica del régimen nazi pesa demasiado. "Poner esto aquí, en el sitio donde vienen todos los turistas para que nos sigan señalando con el dedo...", explica un viandante.
El presidente de Alemania, Johannes Rau, el del Parlamento, Wolfgang Thierse, y el canciller federal, Gerhard Schröder, han encabezado la comitiva que, de forma solemne, se ha congregado a 200 metros de Brandeburgo.
Una hora antes del inicio del acto, el Parlamento había recordado la entrada de los aliados en Auschwitz en una sesión donde Thierse ha ratificado el compromiso de Alemania con el pago de las indemnizaciones a los antiguos esclavos del nazismo y ha recordado que el dinero no puede librar de la culpa, pero es un signo de arrepentimiento y respeto a las víctimas.
La iniciativa del homenaje a los judíos nació hace diez años, pero el Parlamento alemán no aprobó la construcción del monumento hasta junio de 1999.
"Indemnización a los esclavos, ya"
Junto a la valla que rodea el solar donde se construirá la edificación, dos jóvenes han portado una gran pancarta donde se leía "Indemnización a los esclavos, ya", en alusión al compromiso del Estado alemán y el colectivo de empresas que participarán en los pagos a antiguos trabajadores forzosos.
"Hay que impedir que a los pagos les ocurra lo que al monumento, que no se sabe cuando se materializarán", ha manifestado uno de los jóvenes que sujetaba la pancarta. Martin, de 33 años, es miembro de un colectivo que se manifestará el domingo por la Puerta de Brandeburgo para reclamar que se proteja el solar ante posibles atentados de la ultraderecha.
Otro grupo de cinco muchachos ha portado otra pancarta, esta vez contra lo que consideran la pretensión de Alemania de "lavar la conciencia con monumentos", para, como dice Heide, de 23 años, hacer luego borrón y cuenta nueva.
La losa histórica
Las expresiones de la concienciada minoría asistente al acto han contrastado con la poca presencia ciudadana en el solar.
"A mi todo eso me parece innecesario. Poner esto aquí, en el sitio donde vienen todos los turistas para que nos sigan señalando con el dedo, como los malditos de la historia... Estoy hasta las narices de esto...", ha declarado un ex soldado alemán de unos de 70 años que no ha querido dar su nombre.
"Entiendo que muchos no quieran venir por aquí", ha añadido, en alusión al alcalde de la ciudad, el conservador Eberhard Diepgen.
El primer represente del Ayuntamiento berlinés no ha asistido al acto, tras justificar su decisión en que no le gusta el diseño del monumento. Con su ausencia, Diepgen ha añadido un episodio más a la larga controversia que rodeó al monumento desde que surgió la iniciativa de levantarlo, en 1989, poco después de la Caída del Muro.