n
BUSQUEDAS
 
Noticias Edición impresa Tu correo Suplementos Servicios Multimedia Charlas Tienda Clasificados  
# 150 Viernes 23 de noviembre de 2001
.
EN LA WEB


El último viaje de Ken Kesey

Por Mariano Antolín Rato.

Profeta psicodélico. Ken Kesey y su grupo de pirados californianos, los Merry Prankster, iniciaron al LSD a más gente que todos los demás investigadores juntos. En sus famosos Exámenes del Ácido de la década de 1960, unas fiestas donde se distribuía ácido libremente, llegaron a participar hasta 10.000 personas. Su metafísica de cómic, sus iluminaciones, aquellos rituales que incluían rock, películas, grabaciones magnetofónicas, constituyeron la culminación provisional de las fantasías de Kesey. Con la inclusión del LSD entre las drogas prohibidas, en 1967, se terminaron sus intentos de fundir todos los poderes individuales despertados por el ácido. Aquel lugar ideal llamado Ciudad Límite, que para él era la parte del espectro del ser que se abre entre el ego y la energía aniquiladora del Vacío, se desvaneció en el recuerdo. Kesey ha muerto hace un par de semanas escasas. Tenía 66 años, llevaba unos decenios retirado, pero todos los que le trataban y conocían seguían llamándole el Profeta. ¶ Nacido en 1935, su padre era una especie de cowboy que enseñó a sus hijos a ser autosuficientes y duros. El mayor de ellos era Ken, y en el instituto fue elegido por sus compañeros como «el que con mayor probabilidad va a tener éxito en la vida». Entonces, era el perfecto modelo de buen chico norteamericano de la década de 1950: rubio, de ojos azules, atlético, inteligente. Pero, recién licenciado en la Universidad, a los 24 años, el ácido se cruzó en su vida, y ya de modo definitivo. ¶ Estaba tratando de escribir su primera novela —la que luego se titularía Un vuelo sobre el nido del cuco—, y participó en uno de los experimentos clínicos pioneros que se hacían con substancias psicoactivas. En lugar de cobrar en dinero por su papel de cobaya, cobraba en ácido y psilocibina, que pronto repartió entre la gente de su grupo de California. Con los beneficios que le produjo la publicación de esa novela, en 1962, se instaló en una casa rodeada de árboles con colores fosforescentes, que en la oscuridad parecía un bosque de mutantes después del holocausto nuclear en el que sonaba atronadora la música de Grateful Dead. ¶ Al menos así lo describieron algunos de los participantes en aquellas sesiones con LSD cuyo objetivo era encontrar el eslabón perdido que los uniría en una entidad grupal. La frase que usaban para ese estado hipotético, en el que entraban en regiones de energía ilimitada, era «dejar el planeta». ¶ Recorrieron Estados Unidos dentro de un autobús donde habían instalado un potente equipo de sonido. Rodaron 30 horas de película de su viaje, que nunca consiguió montar nadie. Se entrevistaron con Kerouac, al que tenían por su hermano mayor, y con Timothy Leary, el investigador y difusor del LSD en el mundo académico, que los consideró unos vándalos. Corrieron aventuras, internas y externas (Tom Wolfe las narra maravillosamente en su libro Gaseosa de ácido eléctrico), siempre conducidos por Neal Cassidy, el protagonista de En la carretera, de Kerouac. ¶ Y el ácido fue prohibido, y Kesey y los suyos huyen a México. Sin embargo, decide volver a California después de una visión en la que se encontró con una segunda piel de luz, un traje eléctrico, y comprendió que todos tenían que ser superhéroes o nada. ¶ La época de los superhéroes de los tebeos de la Marvel —que él consideraba una fuente legítima de mitos— había pasado. Kesey, que había decidido dejar la escritura porque el LSD le había revelado las limitaciones del lenguaje y, por extensión, las de la literatura, se retiró a un lugar perdido de Oregón, de donde ya saldría poco.





LA LUNA es un suplemento de
.
Noticias Edición impresa Tu correo Suplementos Servicios Multimedia Charlas Tienda Clasificados