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# 152 Viernes 7 de diciembre de 2001
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«Cualquiera puede ser una Drag Queen»

Por Jessica Hundley
John Cameron Mitchell triunfó en el Off Broadway con un loco musical en el que un transexual luchaba contra todo y contra todos para convertirse en estrella. Siete años después, dirige y protagoniza la versión cinematográfica de «Hedwig and the angry inch», una ópera glam-punk-rock sin concesiones a la galería.

TRES EN UNO. Director, guionista, protagonista. Cameron Mitchell (El Paso, Texas, 1963) debuta en el cine con el musical que le convirtió en el último prodigio del off Broadway allá por 1994, Hedwig And The Angry Inch, la historia de un transexual del Berlín oriental mal operado (la pulgada irritante del título hace referencia al molesto trozo de carne que un matasanos le deja en la entrepierna), que pretende alcanzar a toda costa el estrellato. De momento, se ha llevado el Premio al Mejor Director en Sundance, el Premio a la Mejor Película en el Festival de Deauville y el Premio al Mejor Actor en Gijón, pero Mitchell quiere dejar atrás esta «ópera rock neo-glam post-punk» que le ha obsesionado durante siete años. Lo próximo: un filme sexualmente muy explícito y una pro- ducción para niños, a medio camino entre Fanny y Alexander y Willy Wonka y la fábrica de chocolate.

PREGUNTA: ¿Está basado el personaje de Hedwig en alguna persona en particular?

RESPUESTA: No tiene nada que ver con mi vida, si te refieres a eso, pero es autobiográfico en lo que concierne a las emociones. Me he inspirado en una mujer que conocí de niño, una alemana casada con un militar que vivía en Kansas. Mi amigo Brendan y yo solíamos ir a su caravana para charlar y tomar cerveza, sin saber que era prostituta. También fue importante el tiempo que, en mi niñez, pasé en Berlín, donde mi padre, militar de profesión, fue destinado. De ahí surgió el tema de la dualidad: una ciudad dividida y una persona dividida. De los clubes de reinonas salió la ambivalencia sexual. Otro factor relevante proviene de mis lecturas del Evangelio gnóstico, donde Eva brinda sabiduría en lugar de ser agente del mal, y de Platón, de su visión del amor, del ser que debe encontrar su otra mitad. Todos estos elementos se combinan en esta estrella de rock que se ha hecho un cambio de sexo. En cuanto al papel de la música, Hedwig representa a la perfección la idea de que el rock puede ser la salvación de cualquiera.

P: El musical fue muy bien acogido en teatro. ¿Cómo crees que lo recibirá el público de cine?

R: No lo sé. La verdad es que el mundo está hoy más preparado para esta obra que hace siete años.

P: Lo cierto es que te favorece el resurgimiento del musical. Y hasta a las amas de casa les encantan las drags...

R: Sí, es curioso que, de repente, estas reinonas hayan pasado a formar parte del mainstream. Es increíble. Corren tiempos propicios para las drag queens convencionales. Cualquiera puede serlo. Y a mí me gusta esta confusión.

P: ¿Cómo te enfrentaste al paso del teatro a la pantalla?

R: La película ofrecía más oportunidades y eso era algo que, en un principio, daba miedo. Al final ha, es sólo una función más, si bien se trata de la actuación más imponente, loca y salvaje que jamás ha ofrecido Hedwig.

P: Al principio no te atrevías a figurar como director y, además, interpretar al personaje principal...

R: Sí, pensé en Spike Jonze (Cómo ser John Malkovich) como director y Ally Sheedy (El club de los cinco, de John Hughes) hizo la prueba para el papel de Hedwig, pero al final me quedé con los dos.

P: Por suerte, te salió bien la jugada...

R: En realidad, no sé muy bien lo que está sucediendo con este filme. Algunos críticos hasta lo han comparado en cuestión de influencia con The Rocky Horror Picture Show, aunque, como mucho, sea un primo descerebrado y muy lejano de Hedwig y sin ningún matiz político. Cuestión de lecturas.





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