.
BUSQUEDAS
 
Noticias Edición impresa Tu correo Suplementos Servicios Multimedia Charlas Tienda Clasificados  
# 122 Viernes 6 de abril de 2001
.
EN LA WEB

La aventura de viajar

Luis Pancorbo
Siempre he considerado que lo principal de un viaje no consiste en llevar las respuestas, sino las preguntas.
Uno va al Amazonas o al Sáhara para aprender algo, no a meter con calzador sus propios prejuicios o fantasías. En ese sentido, el periplo entraña una aventura más considerable que la que se desarrolla en una canoa o en una avioneta. Además, uno también puede viajar a pie, debe hacerlo si quiere finalmente comunicarse con el otro, el indígena que casi siempre está dispuesto a contar su extraño mundo a quien le escuche con respeto.

En cierta edad, el viaje puede ser una iniciación. O tener el valor de una iniciación. Eso lo saben bien los aborígenes australianos cuando mandan a sus adolescentes a sobrevivir una temporada en el desierto sin otra ayuda que sus manos y su instinto. Vuelven de la experiencia convertidos en hombres. Los célebres masais, que basan su sociedad en un sistema de clases de edad, siempre han considerado que para ser moran, es decir, guerrero, el joven ha de irse de su pueblo con otros de su generación a buscarse la vida en una especie de vagabundeo iniciático, que antaño tenía como momentos culminantes el robo de ganado y la matanza del león.

No es preciso quitar la vida a nadie pero, a ciertas edades tempranas, conviene salir de casa para ir tejiendo una idea plural de la vida que puede tener inmejorables consecuencias. Dicen que el nacionalismo se cura viajando, si bien uno no está tan seguro de eso, ni siquiera de que todo nacionalismo, por definición, sea execrable. Hay casos y casos. Lo indudable es que la pluralidad humana se ve y se valora mejor en persona que a través de un cuento. El viajero disfruta moviéndose, conociendo el mundo y sus gentes, sintiéndolo y oliéndolo. Y, si a veces lo pasa mal, puede reconvertir sus vivencias ingratas en avisos al navegante. Se curte en la vida, algo que es bastante sinónimo de viajar.

Por otro lado, ya se ha dicho que el verdadero descubrimiento no consiste tanto en acumular leguas o en poner chinchetas en los mapas como en tener nuevos ojos. Si uno no ha viajado todavía de forma consistente, por edad o presupuesto, al menos tiene garantizado ese requisito de llevar nuevos ojos. Lo importante es no perderlos a lo largo del camino ni en sucesivas peripecias o aventuras. Sobre el abuso de esta última palabra también conviene tomar algunas precauciones, aparte de quinina. Uno sugiere volver a su sentido original, que viene del latín ad ventura y significa «las cosas que han de suceder». Un viaje es una aventura siempre y cuando no se lleven contestadas de antemano las preguntas y si queda algún espacio no organizado para que fluya la vida y su incongruencia mundial, regional y local.

Así estamos listos para cruzar simplemente el Estrecho de Gibraltar y encontrar la otra cara de la moneda, la otra cara de la patera, un mundo tan fascinante como lo puede ser, sin ir más lejos, el Atlas de Marruecos.

Luis Pancorbo es reportero de “otros pueblos” que emite la 2




LA LUNA es un suplemento de
.
Noticias Edición impresa Tu correo Suplementos Servicios Multimedia Charlas Tienda Clasificados