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# 158 Viernes 18 de enero de 2002
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EN LA WEB


Kevin Spacey tiene morbo

Pedro Calleja. Ilustración de Jorge Arévalo

De viejo verde a presunto extraterrestre. Esa mueca de cuarentón cínico y calenturiento no se la borra Kevin Spacey de la cara ni a tiros. La tomó prestada del personaje con el que consiguió el segundo Oscar de su carrera: el padre de familia que fumaba porros de maría y soñaba con tirarse a la jefa de las animadoras en American Beauty. Mírenlo bien: este tío es un encantador de serpientes, un profesional del timo emocional, un actor con sordina morbosa. Los papeles de villano esquinado le van como anillo al dedo. La primera estatuilla dorada de la Academia la ganó, precisamente, tomándole el pelo a los millones de cinéfagos que fueron a ver Sospechosos habituales. Él era el delincuente tartamudo y cojo que acababa convirtiéndose en Keyser Soze, la Madre de Todos los Asesinos a Sueldo. Lo mismo hacía, pero en clave gore y apocalíptica, en Seven, la obrita maestra de David Fincher. Ni Brad Pitt ni Morgan Freeman lograban eclipsar el magnetismo que irradiaba Spacey poseído por la personalidad de John Doe, el psicópata en serie más atractivo de la última década.

Kevin Spacey Fowler nació el 26 de julio de 1959 en Nueva Jersey, pero creció en el sur de California. Sus padres lo internaron en una academia militar como castigo por quemar la caseta construida en un árbol de su hermana mayor. De la academia lo expulsaron por golpear con un neumático a un compañero. Al final, aconsejado por sus tutores, canalizó su mala leche a través del teatro, compartiendo clases con otro elemento de cuidado: Val Kilmer. En el cine entró por la puerta de atrás, después de triunfar en los escenarios teatrales de Nueva York y probar suerte como humorista en clubes de stand-up comedy. Enseguida, su rostro fue haciéndose familiar para el degustador de secundarios con gancho alienígena. A principios de los 90, se le pudo ver en Armas de mujer, Henry y June, Dobles parejas, Glengarry Glen Ross y El factor sorpresa, entre otras.

Con dos Oscar en la vitrina, fama de homosexual mujeriego y una filmografía en la que figuran taquillazos como Tiempo de matar, L.A.Confidential, Medianoche en el jardín del Bien y del Mal y Negociador, Spacey se permite ahora el lujo de compaginar el teatro, la realización y la producción de filmes independientes. De vez en cuando, eso sí, acepta un cheque con muchos ceros a cambio de exhibir sus tics más reconocibles en una superproducción de temporada. K-Pax, dirigida por el realizador británico Iain Softley, es una de estas películas de multisala. La financia Universal y sigue una línea similar a la de otros éxitos de la casa como Patch Adams y Campo de sueños.

El argumento, basado en una novela de Gene Brewer, combina ciencia ficción humanista, psiquiatría para todos los públicos y filosofía de la Nueva Era. Spacey interpreta a un individuo que asegura ser un extraterrestre procedente de un planeta cercano a Raticulín. Dos detalles le delatan: come mucha fruta y se comporta como un colgado en medio del Sónar. La policía de Manhattan lo encierra en un psiquiátrico por no querer quitarse las gafas de sol. Jeff Bridges hace de doctor interesado por el caso. El metraje incluye varias sesiones de hipnosis y una lección de astronomía aplicada. ¿Habrá nueva nominación al Oscar para el rey de la ambigüedad freak?

    K-Pax se estrena hoy





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