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# 160 Viernes 1 de febrero de 2002
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CINE


Cuando Ramón Encontró A Mónica...

Mónica Cervera se abalanza tablero en mano contra Ramón Salazar, que no sólo se preocupa por su integridad, sino también por la reproducción por ordenador de una de las obras de Antonio De Felipe que aún tiene que colgar.
E. De Los Ríos
...rodó con ella el corto «hongos», se forró de premios y se convirtió en el último «hype» patrio del celuloide. «Piedras», el primer largo de ambos, estará en la sección oficial de Berlín.

PRIMER INTENTO. Ramón Salazar vive en una casa con vistas al madrileño parque del Retiro que es lo más. Abre la puerta con cara somnolienta a eso de las 11 de la mañana. Aún no ha llegado la gran (anti)diva en ciernes, esa Mónica Cervera que prescinde del glamour apestoso de las estrellitas patrias que figuran día sí y otro también en revistas de presuntas tendencias. Aprovechando el impasse, curioseamos el pisito: dos habitaciones más bien minimal, cocina y baño al uso y despacho (fotos, libros, papelotes, una tabla de abdominales en franco desuso y... ¡un Furby!) se alinean a lo largo del enorme pasillo. Al final, gran salón con variedad de sillones, un tremendo televisor, colección de CDs (de Jewel a Wu-Tang Clan, pasando por la BSO de Rent) y su primera inversión, chispas: un grabado de Chillida. La buena educación nos impide preguntar el precio. ¿Desde cuándo los directores de cortos ganan tanta pasta?

BENDITA INFECCIÓN. Hongos, el primer y único cortometraje de Salazar, ganó casi medio centenar de premios en 2000 (muchos de ellos adornados con interesantes cheques) y se convirtió en la cinta más laureada del año. Fue la revelación de Mónica, compañera de correrías durante su corta estancia en la Escuela de Arte Dramático de Málaga, e inspiradora absoluta de un filme que le iba como anillo al dedo a su vena cómico-trágica y cuya gran frase promocional era: «Los hongos son como los antiguos novios, siempre vuelven a aparecer». Faltaba añadir: «Basado en un hecho real». Mónica pilló los susodichos parásitos durante su primera semana en Madrid y el incidente fue el punto de partida para contar la historia de una recién llegada que pretende abrirse camino en el mundo del cine. Lo dicho: como la vida misma.

LA MÁS DIVINA. Sentada monumental (exactamente de dos horas y media) esperando a la actriz. «Ayer salimos de cena y acabamos a las tantas. Seguro que se ha dormido. Es un auténtico desastre. ¡Si para que llegara a su hora al rodaje tenía que despertarla yo mismo!». El pobre ya no sabe qué cara poner ante semejante plantón. Nos reafirmamos: Mónica es mucha Mónica. Mientras tanto, Ramón hace un poco de charla. «¿Sabes que han seleccionado Piedras para competir en la sección oficial del Festival de Berlín? Aún no me lo creo... Aprovecharé para intentar hablar con Catherine Deneuve, que va a presentar allí su última película (8 Femmes). Me encantaría que participara en mi próximo filme, un musical que rodaré en París».

En Piedras también comenzó la casa por el tejado. Construyó una historia a la medida de cinco actrices con las que soñaba trabajar: Najwa Nimri, Ángela Molina, Pilar Bardem (la única que le dio calabazas a última hora y que fue sustituida por Vicky Peña), Antonia San Juan y, por supuesto, Mónica. «La idea surgió de la reseña de una conferencia. El ponente sacaba una urna de cristal llena de piedras y preguntaba: “¿Está llena?”. Todos respondían afirmativamente. Entonces, echaba agua y arena y mostraba que aún cabía algo más. En la urna, como en la vida, hay que colocar primero las piedras grandes: el amor, la amistad, la familia... Luego siempre queda espacio para todo lo demás. Las protagonistas de Piedras son mujeres que no han sabido colocarlas a tiempo. La película empieza justo cuando deciden encontrar un hueco para esas piedras».

REPETICIÓN DE LA JUGADA. Segunda (y definitivamente última) intentona. Esta vez, Mónica cumple e incluso trae el desayuno. «Lo siento. Ayer estaba tan dormida que ni oí el despertador». En venganza, me abstengo de preguntar. Les propongo que hablen de lo que quieran, empezando por cómo se conocieron.

RAMÓN: Nos descubrimos en la cafetería de la Escuela de Arte Dramático de Málaga. De repente, oí: «Please Mr. Postman, look and see»; y yo repliqué desde el otro lado: «Ohhh, yes».

MÓNICA: De ese tema hay muchas versiones, pero él sabía perfectamente que estaba cantando la de los Carpenters.

R: Acabamos haciendo un dúo.

M: Me adoptó totalmente. Y hasta hoy.

R: Lo que pasa en Málaga es que es un circuito cerrado y no sale nada fuera, ni el teatro ni los cortos... Hay una gente de mucho talento, pero no sale.

M: Sí, es este rollo de provincias... ¡Pero es que España es una provincia!

R: ¿Te acuerdas de cómo te llamaban?

M: ¿La loca? No, en serio. Me llamaba La libertad sexual, porque nada más empezar el primer curso un amigo, Alfonso, y yo nos enfundamos unas mallas y nos marcamos una especie de rap que decía: «Abajo la represión, libertad sexual. ¡Colectivo gay de la costaaaaa!».

R: Yo la monté con mi espectáculo de fin de carrera. Se llamaba Los folladores de sueños y salían personajes clásicos, destrozados por las malas interpretaciones de los actores: Hamlet yonqui, Ofelia esquizofrénica... Fue polémico porque, además de su carga crítica, terminábamos desnudos en medio de la plaza donde se representó... Luego me trasladé a Madrid y, al año, te viniste tú e hicimos Hongos.

M: El corto fue un poco putada. En esa época vivíamos juntos y era todo como muy intenso, nos veíamos rodando, en casa... Nos dimos cuenta de que cada uno tenía que estar en su casita si queríamos trabajar juntos.

R: Pero también nos dio mucha complicidad. Para mí es muy importante saber que estás ahí, que te puedo comentar lo que estoy escribiendo y que tú me digas: «Pues es una mierda», o «Me encanta». Durante todo el proceso de Piedras eras la persona que hacía que no se me fuera la cabeza. Y, bueno, como actriz... Sabía que te podía dar un personaje como el de Anita (una retrasada mental), totalmente distinto al de Hongos, y que me lo ibas a clavar. Y el siguiente es el de una manca...

M: Son los mejores papeles. Es como si te dan a elegir entre un personaje de David Lynch y cualquier otro. Escoges el de Lynch.

R: Sí, pero durante el rodaje te quejabas de que siempre salías fea. Y yo te contestaba: «Cariño, así cuando vayas a una gala guapísima, vestida de Armani, vas a dejar a todo el mundo flipando».

M: De momento voy al gimnasio, por lo de la gravedad.

R: En realidad, eres como mi musa, si es que no te importa la definición...

M: ¡Claro que me gusta ser musa, aunque sea difusa! Es más, te lo exijo.

R: Confiesa que, en el rodaje, Antonia y tú os picabais con eso de quién era la musa número uno y quién la dos.

M: Un poco de mal rollo sí que me dio tener que compartirte con Najwa, Antonia, Ángela... Todas con una personalidad única, todas un cañón. De vez en cuando hasta me entraban celos. Es que te camelas a las actrices de tal manera, que todas queremos ser the only one. Te nos metes en el bolsillo para luego hacer con nosotras lo que quieres.

R: Lo único que le pido a una actriz es que se enamore de mí durante el tiempo que dure el rodaje. Y que confíe. En Piedras, ninguna vio la película hasta que estaba montada. En ese momento fue cuando se preguntaron: «¿Ah, pero no era yo la protagonista?».

M: Es que le pones tanta pasión a lo que haces que no es difícil que nos convenzas. Logras lo que te propones porque cuentas con la seguridad de que tienes algo que decir.

R: Bueno, también he tenido que usar mis triquiñuelas. Sobre todo colarme en las fiestas que se montan después de los estrenos. Me iba con el guión en la mochila y lo iba encasquetando. Así conocí a Najwa. Le di el guión de Subterráneos, una de terror romántico con el rollo de los vampiros como metáfora del amor y, después de leerlo, me llamó, hablamos y quedamos en que teníamos que currar juntos.

M: Yo quiero que hagas esa. Se sale.

R: Bueno, a ver qué tal le va a Piedras, aunque lo de Berlín ya es un empujón. Es curioso. Hace dos años no teníamos un puto duro. Yo llegué a hacer de apostol en La pasión de Cristo, una animación del Parque de Atracciones, por 50.000 pelas. Luego vinieron los premios de Hongos, pero teníamos que tirar un año hasta que estuviera el largo. Ahora, sin embargo, puedo estar tranquilo pensando en lo que voy a hacer de aquí a 12 meses. Es una pasada saber que por la siguiente película puedo pedir el triple, porque me lo van a dar. Y que vas a poder pedir en vez del uno, el 10%. Cuando tu trabajo está bien hecho, te ayuda a reclamar lo que te pertenece.

M: La verdad es que a mí me asusta mogollón lo que nos está pasando. De repente, consigues todo lo que habías deseado y ahora... chupa realidad.

R: Ha sucedido todo tan rápido que casi no nos ha dado tiempo a reaccionar: el corto, premios, el largo, Berlín... ¿Creérnoslo? ¡Ni siquiera nos queda hueco para eso!

«PIEDRAS» SE ESTRENA EL PRóXIMO 8 DE FEBRERO





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