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# 183 Viernes 12 de Julio de 2002
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Libros. ¿Quién teme a la «Next Generation»?

Por Jordi Costa.

Barcelona. Son Michael Chabon, Heidi Julavits, David Sedaris, Jonatham Lethem y Chuck Palahniuk, cinco del puñado de escritores que la editorial Mondadori ha ceñido en la etiqueta Next Generation. Distintos entre sí como los especímenes animales que Noé salvó del Diluvio, encuentran unidad en sus desafíos: articular nuevas miradas literarias en la Norteamérica pos 11-S y seguir defendiendo el poder de la letra en tiempos de universos virtuales.

¿El término Next Generation identifica verdaderamente a una generación literaria?

Sedaris: No, es parte de una estrategia de marketing. Resulta más fácil hablar de un grupo de escritores a partir de una etiqueta que los unifique, aunque la identidad no esté tan clara como en la generación beat. Supongo que nosotros no podemos ser considerados Generación X, porque ya hemos salido del target de mercado de la MTV.

Julavits: Además, ese concepto no definió un movimiento artístico, sino una patología mental...

S.: Lo de N. G. suena un poco a Star Trek, cosa que me hace sentir incómodo.

Palahniuk: Admitir una etiqueta es aceptar la muerte. Por favor, llamadnos N. G. cuando nos retiremos.

Chabón: La prensa cultural certifica arbitrariamente el nacimiento y la defunción de los movimientos literarios. A partir de ahora corremos el riesgo de que decida que N. G. se ha acabado.

P.: Autores como Jay McInerney, Tama Janowitz o Bret Easton Ellis estuvieron asociados a un período concreto, los 80. Cuando se terminó la década, el mercado necesitó otra etiqueta.

S.: Bueno, ellos se dejaron ver mucho en fiestas vestidos con esmoquin y eso repercutió en sus carreras.

P.: Estaban en sintonía con los tiempos. Los 80 fueron años en los que el artista se convirtió en famoso y el esmoquin fue la respuesta al vaquero. Se transformaron en el cliché de su época. Quizás nuestra obsesión por no ser una misma entidad es el cliché de nuestro tiempo.

En vuestro grupo hay maneras muy distintas de entender la literatura: de la gran novela americana recreada por Chabón a la levedad de las piezas breves de Sedaris.

S.: Si supieras el tiempo que me lleva escribirlas, con esa apariencia de inmediatez, te resultaría patético.

C.: La tradición americana es experimental por naturaleza. Ahí está Moby Dick de Melville, para muchos la Gran Novela Americana y un libro completamente demencial, en el buen sentido.

Lethem: El entusiasmo por las formas es muy americano. La pluralidad de registros es nuestra esencia. Hay una clara fluidez entre dos polos, el relato breve neoyorquino realista y la novela de vocación enciclopédica, y una voluntad de transgredir códigos. Las formas ya están inventadas, pero está en nuestras manos jugar con ellas.

P.: En nuestro país, diferentes regiones generan distintas voces literarias, al igual que en el resto del mundo diferentes países generan voces distintas. Generalizando, en el oeste puede apreciarse un estilo a lo Raymond Carver, mientras que en el sur se detectan ecos de Faulkner.

S.: En Carolina del Norte hay talleres literarios que enseñan a evocar un sur mítico que ya no existe. Es la típica actitud de gente que no ha viajado. Por otro lado, el hecho de que el grueso de la industria editorial esté en Nueva York hace que el New York Times ignore lo que se hace en el resto del país. Sólo considera un radio de creación de siete manzanas.

J.: Muchos escritores de la costa oeste están convencidos de que hay una conspiración editorial neoyorquina contra ellos.

¿Reconocéis influencias no estrictamente literarias?

C.: La primera vez que fui consciente de la idea de autor fue cuando comencé a leer los comics de superhéroes dibujados por Jack Kirby. Tenía un estilo fácilmente identificable: esas manos que parecían bloques de granito, esas explosiones de luz sólida...

L.: Los dibujos animados de la Warner fueron decisivos a la hora de escribir Huérfanos de Brooklyn. Y Bob Dylan está presente en todo lo que hago. No pongo nada en cuarentena. Las voces de mis amigos, fuentes literarias paralelas, esta misma conversación son susceptibles de convertirse en material literario. Y Jack Kirby, Orson Welles...

J.: Mi lenguaje está más influido por lo visual. Después de mi participación en una antología de relatos basados en canciones, advertí las posibilidades inspiradoras de la música. Te puedes centrar en la narrativa de la canción, jugar rítmicamente con repeticiones, imaginar que la historia de un tema es una versión de otro... Escribí un relato a partir del cover que hace Cat Power de I Found A Reason de la Velvet.

P.: Cuentan que Warhol escuchaba un mismo disco una y otra vez en la Factory, hasta que la canción perdía su sentido y le sugería otra cosa. Yo hago lo mismo. ¡Mis vecinos están hartos!

¿Vuestras estéticas literarias son resultado de un conflicto generacional con los escritores que os han precedido?

L.: No he sentido necesidad de matar al padre, quizá porque siempre he adorado la generación de mis padres. Hubiese preferido vivir su juventud que los 80. A lo mejor es fruto de mi autismo y me falte el gen de la rebelión.

P.: A veces, cierta desconexión con tu entorno es necesaria para afirmarte. Por ejemplo, Marilyn Manson no sabía nadar y, cuando sus padres se mudaron a Florida, él se sentaba en la playa luciendo palidez mientras el resto se bañaba. Eso le llevó a escribir poesía, a hacerse gótico y a dedicarse a la música. Si hubiese aprendido a nadar, quizás nunca hubiese llegado a ser Marilyn Manson.

Después del 11-S, ¿siguen siendo posibles la disidencia y la transgresión?

S.: Después de la tragedia, alguien anunció que la ironía había muerto. A la semana siguiente, Zoolander estaba entre las películas más taquilleras, desmintiendo esa actitud tan pesimista.

P.: Tras las elecciones, Barbara Bush dijo en televisión que los libros eran importantes porque te ayudan a conciliar el sueño. Muchos estadounidenses piensan así. La literatura no tiene por qué ser transgresora si su función es hacernos conciliar el sueño.

¿Sigue siendo la corrección política el gran enemigo de la creatividad?

J.: No, eso ya ha pasado. Últimamente, los artistas que adoptan una actitud incorrecta eligen objetivos obvios. Un gran ejemplo es la película Storytelling, de Todd Solondz.

S.: La corrección política nos enseñó la futilidad de sentirse ofendido. Todo el mundo conjugaba el verbo ofender con mucha ligereza. Lo interesante es sentirse realmente enfadado.

P.: Curiosamente, algunos grupos que afirman ser atacados se autodefinen con términos ofensivos. Autoproclamarse negro, marica o tullido te otorga más poder que si te endosan un término castrador y condescendiente como afroamericano, sexualmente alternativo o discapacitado.

C.: En los años 30, los clichés raciales sobre negros y judíos estaban en todos los territorios de la cultura popular. La definición de lo socialmente aceptable cambia mucho. Lo que antes era el lenguaje del sistema, hoy se utiliza como arma arrojadiza.

¿Transformarán las nuevas tecnologías la relación entre escritor y lector?

J.: Están cambiando las vías de acceso a la literatura, pero no la manera en que se consume.

L.: Todo eso de la interactividad y el hipertexto no tiene futuro. Las nuevas tecnologías cuajan cuando se hacen invisibles: ahí están el e-mail o el teléfono móvil. Lo que la gente seguirá necesitando de nosotros será exactamente lo mismo. Siempre.


Exposición


Castellón. Inducir a la reflexión y rescatar la realidad entre tanto espectáculo banal es el propósito de Arquitecturas para el acontecimiento, una muestra que engloba proyectos muy críticos con lo que nos circunda. Rikkit Tiravanija y Josep María Martín fabrican naranjas de cerámica para que el público las rompa. Minerva Cuevas se recrea en la perversión de la globalización y Raimond Chaves pide a los visitantes que dibujen a personas desaparecidas para que reaparezcan a través de la videncia del arte. Espai D’Art Contemporani. Del 10 de julio al 15 de septiembre. Benito Pinilla

Revista


Tras la desaparición de la mayoría de las revistas informativas de comics, surge una nueva avalancha en la que destaca la bilbaína Trama, editada a todo color por Astiberri. El nuevo número cuenta con páginas de los últimos lanzamientos de la propia editorial y una entrevista al guionista Jorge Zentner. Gratis en librerías especializadas.www.astiberri.com.

Objeto


La fiebre del customizado sigue: toca personalizar el traje de baño con los colores que dicten la imaginación y las tendencias. La última apuesta de la marca australiana Billabong consiste en vender boardshorts con un kit para decorarlos que incluye pinturas especiales y plantillas con forma de calaveras, logos o motivos náuticos. 40 E.www.billabong-usa.com




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