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# 218 Viernes 18 de abril de 2003
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Rafael López: very important disco

Por Sandra F. Molina
Un diseñador murciano es la nueva sensación de la London Fashion Week

ESPLENDOR EN LA HUERTA. El último hype de la moda británica no fue descubierto en un suburbio de Manchester. Tampoco nació en Gibraltar, aunque sus orígenes andan más cerca del peñón que de Eton. Su nombre, Rafael López, le delata. Este español –murciano para más señas– ha conseguido ser el niño mimado de los fashionistas gracias a un editorial de ocho páginas en la revista Dazed & Confused, una rumoreada pelea de lobas entre Kylie Minogue y Sophie Ellis-Bextor para lucir sus vestidos y, por supuesto, su ya presencia fija en la London Fashion Week desde hace dos temporadas. «Todo esto es producto de estar en el momento justo, en el lugar apropiado y tirar para adelante», dice este ex asistente de Oscar Suleyman que se lió la manta a la cabeza hace cinco años y se plantó en Londres con una única intención: «Yo tenía muy claro que lo que quería era tener mi marca. Si Galliano y McQueen lo habían conseguido, ¿por qué no iba a suceder conmigo?».

Lo que logró en un principio fue estudiar en Saint Martin’s («Al final ni siquiera me llegué a graduar») y engatusar a cuatro amigos para hacer su primera colección, con la que se volvió a confirmar la máxima de que lo ca- ñí, pasado los Pirineos, arrasa. Viejos capotes de toreros, manchados de sangre y con sus correspondientes cornadas, se convirtieron en trajes que mostraban el lado más fetichista y atípico de la fiesta patria. «La gente se complicaba la vida intentando hacer una chaqueta con cuatro mangas, pero con mi nombre, viniendo de España, la historia tenía que ir de tortilla, de vino, de volantes... Lo que aquí parece muy típico, fuera es lo más hot. Si no, que se lo digan a Joaquín Cortés».

YOUR DISCO NEEDS YOU. Difícil imaginarse al bailarín dejándose arrastrar por el cabaret que ha inspirado la presente colección primavera/verano de López, pero no a la ínclita Kylie Minogue que, como afirma su gabinete de prensa, se ha unido a la lista de fans del diseñador murciano llevando su colección tanto en el escenario como en privado. «Siempre bromeaba con que mi ropa era muy Kylie, muy disco. Su estilista quería que concertásemos una cita, pero yo estaba muy liado entonces. Al final, como ella insistía tanto, terminé una mañana en el salón de su casa con toda la colección para que eligiese. Gracias a que saludó al príncipe Charles con uno de mis vestidos, he logrado más covers de la prensa y se ha creado un poco más de hype sobre mí».

Tanto que la firma Absolut Vodka lo ha elegido, junto a otros compañeros de modernidad como Sophia Kokosalaki o Markus Lupfer, para ser el Mister Junio de su calendario 2003. La excusa (una interpretación del término metamorfosis) ha servido para que el trío multiétnico Blinkk fotografíe el cambio de crisálida a mariposa según López. «He vuelto al tema de mi primera colección porque la marca tenía muy claro lo que quería. No ha habido otra».

Mientras el almanaque de marras cuelga de las paredes más variopintas, el creador ya trabaja en su próximo desfile («Todo va ser muy brillante, muy futurista») y se agobia vía móvil con sus proveedores, que comparte con los mismísimos Karl Lagerfeld y Tom Ford. Todo por un objetivo del que cada vez está más convencido: «Quiero tener proyección internacional y competir con las grandes marcas. Aunque es demasiado dinero el que se mueve estos días a mi alrededor y me preocupa que el tema me venga grande. Luego es- tá lo de preparar las colecciones y eso me estresa mucho. Ahora mismo, tengo a 30 personas cosiendo unos vestidos de plástico y no terminan ni aunque las mate».


EL HOMBRE QUE VISTIÓ A KYLIE

Por Rafa Rodríguez
SEAMOS MALOS y digamos que una de cada tres palabras que salen de la boca (la gran boca) de Rafael López es «Kylie». Seamos aún peores y convengamos que todo el mérito (el único mérito) de Rafael López pasa por Kylie, o sea, por haber vestido a Kylie. Como somos tan chungos, se lo vamos a echar en cara toda la vida, igual que a La Casita de Wendy lo suyo con Björk. Rafael López, el hombre que vistió a Kylie... a costa de Dolce & Gabanna, asegura una de las versiones (la maledicente, claro). Para el caso, otra muesca en el nada discreto fondo de armario de la australiana. La crítica ha dicho: vaya ordinariez, qué vulgaridad, a propósito de las disco dollies que López presentó el pasado septiembre en la London Fashion Week para esta temporada. Ziegfeld Follies meets Crazy Horse. «Cabaret para una nueva era» (sic). La crítica, la de allí y la de aquí, también ha dicho que esto ya lo hemos visto, no ayer o anteayer sino hoy mismo, mayormente en Nicolas Ghesquière (Balenciaga), Galliano, Versace y hasta Lang: buzos de rigor militar, calzones sport, camisetas esqueléticas, tops volátiles, faldas cascada, vestiditos de cóctel putañeros, líneas nouveau, apéndices paracaidísticos... Se posicione, Mr. López: o cool street smart o hot latin blooded, le increpan encima. Suerte que a Rafael le asiste un ego tan grande que le cuesta bien poco pasarse todo esto por el arco de triunfo. También le sobra audacia a sus 28 años para pisarle los talones a cualquier Cavalli que le salga al paso. Acaba de ponerle tacones incluso a Nike, como para pararle. Y no, no le falta talento. De hecho, vestir a Kylie es muy difícil. Lo fácil hubiera sido desnudarla.




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