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LA REVOLUCIÓN INTERIOR
Ni sexo, ni drogas, ni rock & roll
El «straight edge» es la versión más radical de la incendiaria música hardcore, una filosofía de vida basada en mantener el autocontrol y la mente «limpia»
Texto de Darío Prieto, foto de Urraco
   

LA VIDA RECTA. «No fumes, no bebas, no folles». No, no es George Bush, ni tampoco tu abuela. Son los principios del straight edge, un estilo de vida relacionado con la música hardcore que ahora vuelve a estar de actualidad gracias a la revitalización del género y sus derivaciones en España por parte de bandas como Standstill, No More Lies o Aina.

Esos principios, puestos en boca de Ian MacKaye, o lo que es lo mismo, Minor Threat, fueron el punto de partida de este movimiento en el que sus miembros se mantienen libres de drogas ilegales, alcohol o tabaco para hacer frente a un sistema que narcotiza al individuo. «Soy una persona como tú /Pero tengo mejores cosas que hacer/que tirarme por ahí y joderme la cabeza/Esnifar mierda blanca/Me río sólo de pensar en comer pastis/Me río sólo de pensar en esnifar pegamento», cantaba Minor Threat en 1980 en Straight Edge, la madre del cordero. Los rasgos más conocidos y visibles del straight edge, expresión sin traducción pero que literalmente significa borde recto, suelen ser las costumbres vegetarianas o veganas (no consumo de huevos, leche ni de ningún producto de explotación animal), pacifismo y rechazo de la promiscuidad como formas de mantener la mente clara y el autocontrol.

Entonces, si el hardcoreta es hijo del punkie, del nihilismo, del «bebe y lucha», vaya, ¿cómo se explica este giro? Para Jordi Llansamá, director de la discográfica barcelonesa B-core y uno de los principales reanimadores de la escena hardcore, la clave está en «una reacción positiva frente a lo destructivo del punk. Esta reacción se traducía en una mayor actividad en la escena, puesta en marcha de sellos, organización y asistencia a conciertos y creación de unos vínculos de colaboración y amistad entre todos los seguidores». Jordi ve este mensaje positivo del straight edge por encima de las prohibiciones y del ideal de mente clara.

Es el caso de los componentes del grupo madrileño Another Kind Of Death, cinco jóvenes de entre 21 y 23 años que viven el straight edge como «un rasgo más de la personalidad de cada uno, el decir no una primera vez, luego la siguiente, y darte cuenta de que así te ahorras un cáncer o una vomitona». Chus explica que ellos no se han introducido en el movimiento, sino que «siempre ha estado con nosotros, desde que nacimos». Another Kind Of Death, que en breve sacará un split en Throne Records con los franceses Dead For A Minute, ha seguido un camino contrario a la mayoría de los grupos de la escena. «Lo que nos unió fue la música, no el deseo de formar una banda straight edge, que para nosotros es tan sólo una filosofía orientada a lo que hacemos en el día a día».

Artistas más conocidos como Moby (que comenzó grabando hardcore en discos como Animal Rights) o los suecos The (International) Noise Conspiracy comparten asimismo esta manera de vivir. Ricky Muñoz, de Standstill, también tiene una experiencia parecida, aunque ahora se confiese como «borracho y fumeta». Cuenta que entró en contacto «al ir conociendo una serie de bandas de mediados de los 80, especialmente del sello Revelation, con un mensaje y una actitud diferentes».

Ricky destaca, además del rollo antidestructivo, la postura política que suponía no tomar drogas. «Es una posición frente al capitalismo. No participas en una serie de actitudes borreguiles ni de ese círculo comercial en el que se consume más por tradición o inercia que por necesidad. Esto no sólo se refiere a las drogas, sino también a la televisión, la explotación animal o la inversión de capital».

Una de las principales señas de identidad del straight edge es la X, que aparece en las abreviaturas del término como sxe o XXX (no confundir con el porno), así como en los puños de los seguidores. Jordi B-core explica que esta costumbre viene de los «all ages shows, los conciertos que se celebraban en EEUU a unas horas muy tempranas para facilitar que entraran menores, a los que se marcaba con una X en la mano para que no pudiesen pedir alcohol». Esta marca fue adoptada como señal identificativa de su rechazo al alcohol.



CURIOSOS ESTOS TIPOS. Y más aún en una sociedad hedonista donde el consumo de drogas se ha socializado y la presión colectiva a menudo empuja a hacer botellón a los adolescentes, a probar riojas en las convenciones y a tomar éxtasis en las raves. «¿Que si resulta difícil no beber? Hombre, yo lo veo como Operación Triunfo. Aunque esté en todos los lados y te machaquen continuamente, si no te gusta, no es difícil no escucharlo», argumenta Mario. Y, de nuevo, el factor político: «Cada vez que abres un paquete de tabaco o una botella de alcohol, rompes una etiqueta que se traduce en impuestos y en un control por parte del Gobierno. En el fondo no les interesa que dejes de beber o fumar». El batería de Standstill defiende que esta postura frente al capitalismo no es «ingenua, ni ridícula; ni siquiera graciosa». El rechazo a las drogas o la lucha por la liberación animal son, para Ricky, «opciones de primera mano para los jóvenes que no quieren formar parte de ese círculo comercial. El sxe no es una secta, esa es la imagen que dan los que lo malinterpretan».

Los componentes de Another Kind Of Death también hablan del carácter sectario de algunos de sus compañeros. «Nosotros no hacemos apología del straight edge ni damos de lado a la gente porque fume o beba; no nos vemos con la capacidad de aconsejar a nadie sobre algo que no conocemos. Pero hay mucha gente que sí lo hace», avisa Chus. ¿Cómo cazar a uno de esos brasas? «Esto va por modas y hay muchos que lo ven como una forma de ser guay. Generalmente los más flipados y los que te miran por encima del hombro son los que más pronto vuelven a fumar y a beber».



MUTACIONES

A lo largo de los años, el straight edge se ha extendido y fusionado con otras tendencias, a veces para abandonar sus principios de tolerancia y pacifismo. Es el caso de la vertiente hardline, promovida por el grupo norteamericano Vegan Reich, que promueve una adhesión férrea a los comportamientos «naturales»: veganismo a ultranza (algunos no consumen azúcares ni harinas tratadas), antiabortismo y rechazo de la homosexualidad. Desde Another Kind Of Death se recuerda también la radicalización del sxe en Salt Lake City, la capital mormona de EEUU. «La gente se volvió loca: comenzaron a quemar McDonald’s, a apalear heroinómanos, a separar los conciertos hardcore sxe de los que no lo eran. Incluso llegaron a amenazar con grabar una X en la espalda a los hardcoretas que no fueran straight edgers». Angelitos.

 
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