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 DIRECTORIO   Viernes 11 de julio de 2003 , número 230
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IMÁGENES DE RECORTA Y PEGA
Música de colores
Tras años a la sombra de los DJs, los video-jockeys por fin han alcanzado un estatus estelar con sus estimulantes visuales
Por Darío Prieto, fotos de Luis Cobelo
   

LA PROFESIÓN DEL FUTURO. Han dejado de ser los chiflados de las lucecitas para convertirse en artistas de la noche. Son los video-jockeys o VJs, que armados con un arsenal tecnológico de última generación se han convertido en figuras imprescindibles de todo evento musical que se precie. Dejan su huella en clubes, en certámenes como el Sónar o el Observatori, y su mano ha llegado hasta los reproductores de audio de los ordenadores, que incorporan efectos visuales para acompañar los sonidos. Este verano, no habrá festival que se precie de estar a la última sin un buen equipo de VJs. Hoy, más que nunca, la música es de colorines.

Ellos mismos se definen como «los encargados de procesar imágenes en directo, mezclándolas con la música o sobre la música», como explica Kuko Sáinz, fundador del colectivo Tektun Visual. Joinyvision, animadores de las fiestas de la madrileña sala Space, hacen énfasis en «la sincronización entre la imagen y el ritmo de la música electrónica». Ahora bien, ¿ha conseguido el VJ llegar al estatus de deidad de su compañero, el DJ?

Para responderlo, habría que pasarle la pelota a Hexstatic. Los antiguos video-jockeys de Coldcut han dado el salto y acaban de publicar Listen and Learn, segunda entrega de la serie de remezclas de Ninja Tune Solid Steel. Además de tener un nombre reconocido, el dúo inglés ha conseguido darle la vuelta a la tortilla en lo que se refiere al proceso de trabajo del VJ, según reconocen: «Desde el principio, teníamos el sueño de crear música con el punto de partida en la imagen». Esta guía les marca el camino de sus shows en directo, en los que construyen canciones con samples de vídeos de motosierras o remezclan Sonrisas y lágrimas con clips de Deee Lite. «No nos atrae mucho el rollo que hay actualmente en las discotecas británicas, con todas esas luces y láseres. Preferimos algo más divertido, más ecléctico; algo abierto», explica Stuart Warren Hill, el cerebro visual del grupo.

Se acabaron las «bandas sonoras para películas imaginarias», si es que alguna vez las hubo; la imagen reina de nuevo. Stuart: «En la música de baile, la imagen es muy importante porque no hace otra cosa que sumar y aportar elementos para alcanzar ese clímax que puede proporcionar el sonido». Con el VJ se produce además un fenómeno de intersección entre distintas disciplinas (video-arte, música, publicidad, videojuegos), que hace que los límites no estén muy claros. «Yo lo paso muy mal cuando tengo que rellenar un documento en el que me preguntan mi profesión. ¿Qué pongo? ¿Artista multimedia? ¿Músico? ¿Video-artista? Video-jockey es mi término favorito, aunque en realidad somos DJs y VJs a la vez, algo así como DVJs».

Hexstatic mencionan artistas de largos y oscuros nombres (Exploding Cinema, Lucky People Centre, Kevin Godley & Lol Creme) como los abuelos del VJ e incluso se atreven a rebobinar mucho más atrás: «Para nosotros, el primer paso lo dio la película Fantasía en 1940». ¿Y en España? ¿Quiénes fueron los pioneros?



LA FIEBRE LLEGA A ESPAÑA. La pelota llega ahora a Almudena Baeza, integrante del colectivo artístico Libres Para Siempre, que recuerda cómo en 1994 La Fura Dels Baus convocó a un grupo de artistas a la fiesta de Art Futura que se celebró en el estadio de La Peineta de Madrid. «Cada artista tenía que hacer algo y nosotros pedimos el marcador electrónico. Entonces volcamos unos dibujos animados japoneses, mezclados con diferentes mensajes al público, con un acabado muy rudimentario». Así nació Arigato obrigado, pistoletazo de salida de la carrera por los clubes de este colectivo. «Al principio hacíamos las animaciones con un 2.86 y eran los DJs los que adecuaban la música a las imágenes, no como ahora; más adelante llegamos a crear unos mundos de realidad virtual doméstica que llevábamos en nuestros ordenadores para que los manipulasen en los clubs», recuerda Baeza.

Las herramientas de aquellos prehistóricos poco tienen que ver con las que se emplean actualmente. Sin embargo, hay cosas, que no cambian. Los interesados en probar suerte en el mundo de la animación visual han de saber que, además de talento, es necesaria una buena dosis de espíritu do it yourself. Santiago Gozález, de Joinyvision, explica que, a falta de un software universal, ellos mismos han tenido que idear sus propios programas e instrumentos para realizar sus instalaciones. «Nosotros usamos un sistema de nuestra invención, llamado Loop Sincronizado, que sigue el ritmo de la música y controla las diferentes fuentes de vídeo. Lo que no hacemos es mezclar las imágenes como lo haría un DJ con los sonidos». El encargado de los visuales dispone, en la mayoría de los casos, de un equipo básico de editora de vídeo, ordenador y fuentes, que pueden estar en soporte vídeo, CD o DVD, a los que va dando salida y aplicando efectos.

Y si esto es el presente, el futuro tiene aún mejor pinta. Un futuro que, a veces, es pasado, como los experimentos que realizan los ingleses Light Surgeons con proyecciones de Super 8. Joinyvision, por su parte, quiere dejar atrás la pantalla plana en favor de soportes cúbicos o esferas rotatorias. Un auténtico derroche formal que corre parejo a una nueva forma de entender esta disciplina, según apuntan Hexstatic, en un reto dirigido a todo aquel que quiera recibirlo: «El VJ del futuro tiene que divertir, hacer pensar e incluso molestar al espectador».



MÁS ALLÁ DEL CLUB

No todo lo que se cuecen los video-jockeys tiene lugar en garitos oscuros y a horas intempestivas. Blanco Añó se encarga cada año de organizar el Observatori, uno de los mayores puntos de encuentro de VJs y demás artistas audiovisuales de toda España. En este foro, los jóvenes talentos que empiezan a despuntar pueden trabajar mano a mano con músicos y disc-jockeys con los que comparten afinidades. Añó, una de las voces más cualificadas para hablar de la situación actual en nuestro país, comenta: «Ahora es todo tan nuevo que, a priori, parece sensacional; lo mismo que ocurría con los DJs al principio. Pero lo que sí está claro es que no hay un artista con el mismo molde que otro». Hay quien, incluso, se ha atrevido ya a convocar un concurso de video-jockeys. Se trata de Dioni Sánchez, responsable artístico de la sala valenciana Le Club, que durante el pasado mes de abril reunió a 30 artistas y a sus propuestas visuales, marcadas en su mayoría por la fusión entre el diseño gráfico y el video tradicional. Kuko Sáinz, de Tektun Visual, trabaja desde hace años para montar un evento similar. «Creemos que, por el nivel que han alcanzado las creaciones, sería viable organizar una muestra en la que el espectador estuviese sereno y en una atmósfera neutra». Para Sáinz las posibilidades son infinitas: «Otro de nuestros frentes de trabajo es un proyecto para enseñar a leer a los niños del varios países mediante proyecciones en paredes naturales o acantilados».

 
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