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 DIRECTORIO   Viernes 25 de julio de 2003 , número 232
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DE LA TELE A LA DISCO
¡Ese DJ!
El terror de «Hotel Glam» publica un cd de sesión y se estrena como pinchadiscos. Este verano, ponga un Pocholo a los platos
Por Javier Blánquez
   

FIESTAAARRRGGHHH. Le hemos visto agitando los brazos y clamando al cielo mientras su lengua se pasaba de comisura a comisura del labio susurrando «un segundo, un segundo, un segundoohh...». Poco después le metió un testarazo de extra de cine –sin rozar siquiera– a la Pitonisa Lola que casi la manda a la uvi del susto. Un día hasta se paseó con un hueso de jamón ante la atónita mirada de Jesús Vázquez en el plató de Hotel Glam, y entre su repertorio de frases míticas –«¡Insincera!», «No te pongas a... su alturá», «¡Sssssuciahhhhh!», «Si alguien me nomina, le escupo»– ha nacido un ídolo para la nueva generación nocturna. Pocholo es dios. Hoy, todos llevamos un Pocholo dentro, un hálito rebelde de dorada cabellera y moño de quita y pon que nos ha hecho apreciar la juerga como una de las bellas artes.

En efecto, Pocholo vive por y para la fies. Son muchos años dedicados a Ibiza, al bon vivantismo, a las discotecas con DJs estratosféricos y a las raves al aire libre que viene organizando con sus amigos desde antes de que la isla blanca se convirtiera en un centro de negocios para los superclubes ingleses. Para quienes hemos seguido a Pocholo con devoción religiosa desde hace tiempo –un freak de tomo y lomo: antológica aquella vez en Tómbola en la que explicó cómo se encaró con el ex ministro Matutes para pedirle explicaciones por la falta de ayudas que recibían sus raves, mientras MTV podía organizar festivales en Ibiza–, que el mundo de los DJs le atraiga no es una sorpresa. Para el gran público, la revelación de la pasión por el skank-kank-karank de esta saeta rubia llegó cuando, en pleno éxtasis tribal, exclamó en Hotel Glam aquello de «me gusta más pinchar que follar». Ahora, acaba de salir a la venta su primer disco de sesión, Que Dios salve a las vacas y a to2 nosotros, un doble CD gentileza de Vale Music en el que se estrena como disc jockey enlatado. ¿Mixmaster Pocholo o pinchadiscos de bodas, bautizos y comuniones? Para salir de dudas, le llamamos. No es broma.



HEY MR. PINCHA. «Para mí siempre ha sido una ilusión mía el poder pinchar, ¿no? Yo cuando tenía 25 años me puse a trabajar en el Pachá de Ibiza y desde entonces he estado siempre en lo mismo, en la noche y en las discotecas. ¿Y qué pasa? Pues que se te pega todo, y a mí lo que más me gustaba era la cabina y siempre me había atraído pinchar, pero yo era el último mono y nunca me dejaban» (sic). La voz que tenemos al otro lado de la línea, en efecto, es la de Pocholo Martínez-Bordiú, aristócrata díscolo, héroe de la España choni, surfero experimentado, hippie de corazón y frustrado malabarista de los platos que había mantenido su ilusión en secreto. Ahora la puede cumplir. «Yo voy poquito a poco y no quiero molestar a nadie. Pero la suerte es que yo he estado en televisión, he montado un pollo de cojones, y entonces he sido listo, y como Vale Music saca música les propuse hacer un disco y me dijeron que les parecía muy bien. Y, ¿sabes?, cada uno se busca la vida como puede. Yo he sido inteligente, y sin molestar a nadie he aprovechado la ola, ¿entiendes?».

Pocholo insiste en que se deje claro que él no quiere pasar por delante de ningún DJ, que no quiere quitarle el pan a nadie. «Me he montado mi cabina en una caravana sensacional, con tres cedés y una mesa Stanton que la tengo que la hago volar, y me he tirado ahí tres meses pinchando como loco. La técnica la estoy aprendiendo, y creo que tengo buen oído y que aunque es tarde para empezar, tengo muchas ganas de mejorar». Quizá no haga carrera en el mundo de los platos –su auténtica fuente de ingresos hoy es el oficio de famoso, la televisión, las fiestas a las que acude cobrando unos siete mil euros sin iva (unos 10 mil –sin iva– si además pincha) y el propio personaje que se ha construido–, pero ha visto la oportunidad de darse el capricho con la diferencia de que el hobby le está ocupando casi todas las noches del verano. Paralelamente a la reciente salida de su mix CD –doble compacto y DVD con documentales de Ibiza y su caravana, fotos y demás, aparte de una selección de temas que incluye a «DJ Tiësto, que es un DJ que está muy bien pagado hoy día, además de cosas de Carl Cox; tengo cosas de Etnicanet a nivel trance, cosas de Nacho Sotomayor a nivel lounge, bastantes cosas que me ha mandado Vale Music y otras que me he comprado en Ibiza»–, el verano de Pocholo incluye una gira por España y una residencia todos los martes de julio y agosto en la ibicenca disco Amnesia.



EL RETORNO DEL DEEJAY. «El 7 de julio presentamos el disco en los Sanfermines, con la roulotte ahí en una plaza, con la caravana disfrazada de vaca y la hostia». Pocholo no tenía ni idea de la que se podía liar y, al final, se lió. Un grupo de abertzales la emprendió a botellazos contra su equipo y el bolo se tuvo que cancelar, al más puro estilo punk, por problemas de seguridad. En fin, al final resultará que él es la solución al aburrimiento supino en el que vive el clubbing corporativo, la nueva ola del hardcore, el equivalente español a So Solid Crew y la cultura de los mamporros a ritmo de síncopa furiosa. Broma. Sin embargo, él prefiere el sonido progressive house a la manera de Sasha o Deep Dish («También quiero ver este año a Danny Tenaglia, lo que no sé es si va a salir de Nueva York; y a Sven Väth, que está los lunes en Amnesia, y muchas ganas de oír cosas nuevas»), y eso es con lo que, dice, nos quiere, esto, deleitar. «Tampoco encuentro mucha música de la que me gusta, ¿sabes? Pero yo voy haciendo y la armo, te arranco con sonido de pajaritos y luego ahí te meto lo que quieras; el problema es que me mandan más lounge que progressive porque está de moda. Tengo que buscar más música» (resic).

Sus fiestas en Amnesia cada martes llevan el nombre genérico de A Pescar y pintan al más puro kitsch ibicenco. «DJ Oliver, de La Troya, me buscó un hueco y ahí estoy pinchando, con mucha animación, unas chicas guapísimas que van cuatro o cinco de mujeres-colchón a pescar hombres, y luego cuatro más de agentes de esas de tráfico, de las que meten multas, pero con la caña de pescar». Muy cerca, en el Space, también los martes, le hará la competencia un tal Carl Cox. No te tires de los pelos. Pocholo nunca será tu DJ favorito. No actuará en el Sónar. Nunca le verás hacer scratch con la pericia de Q-Bert. No manejará el crossfader con la velocidad del rayo de Dave Clarke. Ni siquiera pinchará con FinalScratch en plan Richie Hawtin. Es como un niño con zapatos nuevos que hasta ha descubierto que los DJs reciben discos gratis, y le encanta. Dejadle jugar. Disfrutad con la mejor paradoja posmoderna del negocio del clubbing y, una vez hechos a la idea, levantad esos cuernos. Ahora, repetid con nosotros: «¡Eh, ese Pocho ese Pocho eh, eh!».



 
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