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 DIRECTORIO   Viernes 27 de febrero de 2004 , número 258
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OBJETO
Llega el remix audiovisual
JAVIER BLÁNQUEZ
El reproductor DVJ-X1 ya está a la venta y cuesta alrededor de 3.900 euros
   

ABRE LOS OJOS. Aunque la mayoría de los disc jockeys se sigan aferrando al vinilo como un náufrago a un madero, la realidad indica que ese pedazo de plástico que normalmente se ha usado para registrar sonido, y luego ponerlo en discotecas si se tercia, cada vez lo tiene más crudo para ver un nuevo día. La tecnología en hardware para DJs se saca de la manga cada año nuevas diabluras que cuestionan no sólo el estatus del maxi de 12 pulgadas, sino también la forma tradicional de pinchar y presentar la música en un club. Y si hace poco eran los reproductores de CDs con efectos incorporados, posibilidad de crear loops en vivo y hasta scratchear (el famoso y extendido CDJ-1000 de Pioneer, amén de su hermano pequeño, el CDJ-100 S), lo más de lo más, dicen, es el DVJ-X1. O en cristiano, un reproductor de CD y DVD, todo en uno, con los avances técnicos del CDJ-1000 y una novedad: además de escucharse, se ve.

Esta es la lectura optimista que se hace desde Pioneer, claro, una marca hi tech de uso doméstico que espera ampliar su mercado en varios millones de euros gracias al nuevo cacharro. La lectura romántica es la que dice que el vinilo no morirá jamás, y la realista, la que de verdad importa, es la que indica que en un futuro cercano deberán convivir los métodos tradicionales de deejayísmo con las virguerías, aún un poco como de número de feria, que propone el DVJ-X1.

El punto de partida es que, en los años por venir, el DJ, además de poner la música, sustituirá también al técnico de visuales (VJ) de los clubes. Normalmente, en esas salas en las que hay pantalla de vídeo, lo que se ve en los monitores no pega ni con goma arábiga con lo que suena por los altavoces: sesiones de techno con Bowling for Columbine de fondo, o drum’n’bass con los primeros capítulos de Mazinger Z y otros bizarrismos. Lo que propone el DVJ-X1 es poner música con una pista de vídeo incorporada, con lo cual es posible sincronizar el sonido con la imagen y, a la vez que maltrata la linealidad narrativa del tema que pincha con scratch, rebobinados o cambios bruscos de velocidad, la imagen también puede moverse más que los precios con la simple acción del DJ.

¿Ventajas? En principio, estimulará la creación visual aplicada al audio. El pasado 13 de febrero, en una demostración profesional que Pioneer celebró en Barcelona, el DJ de la casa se dedicaba a mezclar videoclips de house con divas macizorras –Jewel remezclada por Todd Terry y moviendo pantorrilla y pechugamen en loop– y poca imaginación. Es de entender que el trabajo del DVJ, disc jockey y video jockey en uno, no tiene por qué ser sólo pinchar house para discotecas pijas y sí crear un entorno visual de club en el que lo visual no le reste protagonismo a lo sonoro. ¿Inconvenientes? Básicamente que una aplicación como el DVJ-X1 cunde más en Ibiza, discos de extrarradio y macrosalas donde prima lo social sobre lo musical. Aunque bueno, ha de haber de todo en la viña del Señor: unos irán a bailar y otros, al circo. ¿Cómo están ustedes? El reproductor DVJ-X1 ya está a la venta y cuesta alrededor de 3.900 euros. Más información en www.pioneer.es



 
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