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 DIRECTORIO   Viernes 9 de abril de 2004 , número 264
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Artistas del spray
Madrid, Sevilla, Barcelona y Levante son los centros neurálgicos del boom que vive el graffiti en nuestro país, tanto de calidad como en cantidad. A la altura de los mejores «escritores» internacionales, las jóvenes estrellas patrias intentan dignificar la dimensión artística de la pintada callejera 30 años después de su irrupción en la cultura juvenil. Todos se reunieron el pasado fin de semana en Gran Canaria en el primer Festival de Arte Urbano
PABLO GIL. FOTOS DE ALBERTO CUÉLLAR
DANDO LA LATA. El laborioso proceso, en el que se consumen entre 50 y 100 sprays. Arriba el grupo SG de Madrid
   

Vaya cuadro. No hacen falta adjetivos. Imagina: 80 jóvenes dibujantes de graffiti de toda España en un pueblo recóndito y feo de Gran Canaria bombardeando decenas de paredes con 3.000 botes pagados por la Administración durante tres días y con los vecinos y la Guardia Civil... admirando sus evoluciones. Como diría aquel, raro, raro, raro.
Un perro se pasea con parsimonia por una paso de cebra. Las calles están muertas, aunque en vez de chicharras o ruido de televisores lejanos, se oye en cada esquina el ffffrrr del spray y el clanclanc de la bola que guarda dentro para que se mezclen sus componentes. Por cada tres o cuatro líneas de color, se sopla una fuera, como un tic, para purgar la boquilla. Ah, y cada rato resuena el atronador jjjrrrrkieeeegh de los aviones que aterrizan y despegan del aeropuerto anexo.

A media tarde el sol quema, aunque se amortigüe con el fuerte viento que levanta arena y sillas de plástico. Curiosean sin decir nada algunos vecinos de El Burrero, el barrio junto a la pedregosa playa del municipio de Ingenio (27.500 habitantes). Un andaluz subido a un andamio se agarra con una mano y escupe su spray con la otra. «Ehtoy jiñao aquí arriba». Aunque la organización ha comprado arneses y cascos porque hay andamios que alcanzan los 10 metros, nadie los usa.

Un niño regordete remolonea junto al muro donde trabaja el colectivo Maclaim, procedente de la antigua Alemania del Este (el graffiti estaba prohibido en el bloque comunista, así que hoy es un hervidero de dibujantes). Llevan mascarilla, lo que no impide que se suenen mocos de colores. Pero el muchacho concentra su atención en los sprays, deseando que sus autores se despisten para coger uno y salir a la carrera.

Cuando terminan el trabajo, los grupos a concurso residen en dos albergues en los que las noches se alargan en juergas impenitentes. En la del jueves, acudió la policía municipal. Toc toc. «¿Quién es?». «La policía». «¡Mentira!». «¿Cómo?». «A ver, pase la placa por debajo de la puerta».

Así transcurre el primer Festival de Arte Urbano celebrado entre el 1 y el 4 de abril, con un presupuesto de unos 180.000 euros. No sólo es la primera vez en España que se juntan tantos escritores para pintar a la vez, sino que, según la organización, es una convocatoria pionera a nivel mundial. «Habitualmente se programan exhibiciones donde unos pocos hacen uno o varios graffitis, pero lo que nunca se había visto es que se estén realizando más de 30 muros a la vez en una zona urbana», explica Óscar Sanz, madrileño de 25 año y cerebro de este pintoresco embrollo a través de su empresa, Plural Form.

españa, referencia internacional. La cita no sólo reúne a 25 grupos (60 personas, en total) para un concurso al que se han presentado 250 bocetos, sino que también ha convocado una exhibición con representantes significativos de EEUU, Alemania y Francia y, lo que resultó más interesante, una selección con lo más granado del respetado graffiti hispánico.

«Ahora mismo, el nivel en España es realmente alto, de lo mejor que puedes ver». El que habla es el veterano Loomit (Munich), una de las instituciones del graffiti mundial y pionero en Alemania desde hace más de dos décadas. «Los artistas de aquí destacan sobre todo en el buen gusto en las letras y en las composiciones. Teneis un estilo único y muy fuerte. Como suelo decir: el graffiti español es Picasso mezclado con Los Simpsons en formato digital». Otros factores que explican este boom de calidad y cantidad es la marca barcelonesa Montana, que fabrica ?0 modelos de latas y boquillas específicas a un precio asequible (en torno a dos euros) y la relativa permisividad con respecto a otros estados, donde está duramente perseguido.

Isra (Madrid) es una especie de decano a sus 29 años. «Esto no se enseña, se aprende pintando a diario durante años, con tus amigos y fijándote en los muros. Para mí el graffiti es Metro, callejones, barrio, chavalillos en la calle, cierres metálicos... Aunque ahora ha cambiado, hay grandes escritores en ciudades pequeñas». Elche o Santander son ejemplos de ello, aunque Barcelona, Sevilla y Madrid se erigen como los centros neurálgicos.

El color de la calle. La evolución de Isra es típica. Se formó en un barrio deprimido, Carabanchel. Se fogueó haciendo firmas como adolescente. No llegó a la universidad, pero estudió diseño gráfico, que es lo que hoy le da de comer. Desde hace un lustro, dedica los fines de semana a quedar con amigos de su ciudad o de otras para pintar muros. «Al principio eres más radical, luego evolucionas hacia formas más artísticas».

La gran mayoría de los que se congregan en los solares de El Burrero dibujan por afición. Es decir, son buenos dibujantes y además hacen graffiti. Muchos han estudiado Diseño o Bellas Artes, como una de las pocas chicas que se pueden encontrar por aquí: es de Sevilla, se llama Ana, firma como Lahe y todo el mundo le llama La China. «Bellas Artes es una porquería, para lo único que me ha servido es para conocer a gente que se dedicaba al graffiti y aprender con ellos». Suele pintar con personas que, en general, nunca han pasado por un aula de dibujo.

Pero fuera tópicos. Muchos escritores son chavales de barrio, incluso alguno nació en una chabola. Sin embargo, también hay herederos de cargos nobiliarios y de millonarios (en euros). Antes que el rap y el breakdance, el graffiti fue la primera manifestación de la cultura hip hop, hace algo más de 30 años, en el Bronx neoyorquino; hoy la mayoría de estos veinteañeros de aspecto malote y actitud gamberra no son fans sólo de rap y a algunos ni siquiera les gusta. Y en cuanto al tema, vale el comentario social, la extravagancia de cómic o el culto al ego de la firma.

Tampoco éste es rollo exclusivo de grupos. Sus033, ganador del concurso –dotado con 600 euros– y auténtica institución, suele pintar solo. Comenzó hace 20 años en la zona norte de la capital como una forma de dar salida a sus problemas de comunicación, pues era tímido y tartamudeaba un poco. «Para mí, pintar es como regalarle algo a la ciudad, no tiene nada que ver con destruir o ensuciar, sino que aporta vida».

Esa vida corre a raudales por El Burrero para regocijo del alcalde, Domingo González, del partido local Agrupa Sureste. Se muestra encantado y asegura ya la continuidad del evento. «Ingenio es un pueblo humilde que lucha por salir adelante, con altas tasas de paro, escasez de vivienda y focos de drogadicción. Tenemos un certamen de folclore tradicional muy arraigado, pero nos parecía importante que las instituciones apoyaran a estos artistas para renovar la imagen del pueblo, intentar captar turismo alternativo y presentar a la amplia población juvenil el graffiti como una alternativa a la delincuencia. Lo importante es cambiar el concepto de vandalismo por el de arte urbano».

ADRENALINA. Hay muchos que consideran que este tipo de citas valen para pasar un buen rato y conocer gente, pero que el graffiti real no es esto. «Está bien que se asiente como una forma de arte, que sea reconocido hasta en los museos, sin embargo no tiene sentido sin el punto ilegal», reconoce Isra.

Riesgos: «Depende del juez, del policía... –explica un reacio interlocutor valenciano, a la defensiva como todos ante el tema vandalismo–. En general, te puede caer una multa de 300 euros por una firma y de 1.200 por un vagón, pero lo mismo te meten un fin de semana en el calabazo, te dan una paliza los seguratas o te obligan a blanquear el muro». La capital del Turia es la ciudad del graffiti ilegal. En el otro lado podría estar Córdoba, donde grupos como CSK presentan proyectos al ayuntamiento con nombres y número de DNI y pintan con permiso escrito.

El domingo, con la resaca del concierto al aire libre de Mala Rodríguez, los artistas de la exhibición terminan a marchas forzadas los últimos muros. Cuando se marchen, El Burrero recuperará su sorda parsimonia. Eso sí, con la cara lavada de formas abigarradas y colores fosforescentes. Dalí electrocutado contra el mar.



LOS SIETE MAGNÍFICOS

EL NIÑO DE LAS PINTURAS, GRANADA, 26 años. Raúl, que también firma como Sex, suele incluir en sus dibujos textos «abstractos» escritos con elaboradas letras. Considera que el hecho mismo de pintar ya es un mensaje social. En Ingenio ha escrito, sobre un gran dibujo de una chica que sopla un globo amarillo: «En el aire que aspiramos está el que respiramos».

«Los ayuntamientos nos suelen poner muchos problemas y los empresarios que nos contratan para un trabajo puntual no nos valoran. En realidad, la gente de la calle es la que más nos estima. Cosas que me gustan: dibujar, pintar cuadros, hacer snowboard, tatuar, fumar porros y beber cerveza».

MOST/DEMS, ELCHE, 24 AÑOS. Fundador del grupo Porno Stars, que hoy reúne a lo mejor de lo mejor, y al frente de XNos (ergo, Por-nos), pujante empresa de graffiti comercial. Ha sido invitado a exhibiciones en EEUU, Suiza, Francia, Alemania, Bélgica y Holanda.

«El graffiti es una forma de vida, un modo de expresión... y mancharte las manos de pintura. Mi afán es la creatividad, intentar cosas diferentes. Hacer un tren es distinto, es adrenalina y el reto, no algo artístico o por el placer de pintar».

okuda, santander, 23 años. Óscar es de los pocos que vive de su hobby. Ha decorado discotecas, pubs y comercios y ha participado en exhibiciones en festivales como Festimad y Viñarock. Además, esculpe en piedra con estilo graffitero. Su trabajo más conocido ha sido para el Museo Altamira.

«Cuando empecé con el colectivo Jungle Junkie, en Santander no había absolutamente nadie, la gente no nos entendía. Mis padres alucinaban porque veían que tenía una motivación muy fuerte, les parecía bien por ese lado, pero no lo veían tan claro por el dinero que gastaba o cuando llegaban las multas... Ahora les hace lusión que me dedique a esto, que me gane la vida pintando».

sus033, Madrid, treinta y tantos. Creador de La Mancha, emblema ahora copiado por dos marcas de ropa contra las que se ha querellado. Asegura orgulloso que es autónomo y que vive de esto desde hace muchos años. Clientes: Ministerio de Cultura, Teatro Real, Centro Dramático Nacional, Coca-Cola, Renault y McDonald’s. En el último Arco fue invitado para intervenir espacios. Sigue dibujando en la calle sus caligramas y ausencias.

«El graffiti permite una comunicación directa y sin manipular, es libre. Para mí pintar en un muro es como pintar con todo el cuerpo, como bailar sobre él, tiene mucho de físico».

Isra, Madrid, 29 años. Forma parte de Plural Form, organizadora del festival de Arte Urbano. Con su grupo, Scottex Gang, libra lo que llaman una «guerra higiénica» cuyo principal legado son las interminables pintadas del antiguo Canódromo de la Vía Carpetana, bajo el auspicio de la Asociación de Vecinos de Carabanchel.

«Me cuesta imaginar que algún día deje esto. Es una cultura, una forma de ver la vida que al principio surge como un juego, una gamberrada, pero que poco a poco te va calando hondo. Hay gente que se mete por moda y dura un tiempo, pero cuando pasas 15 años, ya no hay vuelta atrás».

slk, sevilla, 21 años. Nació y creció en el barrio de San Carlos, donde aprendió en un muro junto a las vías del tren. Ha diseñado la línea de ropa de Mala Rodríguez, dibujó el mural que aparece en el clip de Las Niñas, trabaja para la discográfica Superego y dirige el fanzine Cloaca Design.

«Cogí mi primer bote a los 10 años. Como soy de clase baja no tenía mucho dinero, así que me buscaba la vida para ahorrar. No me comía el bocata en el recreo y esas cosas. El graffiti es muy sectario, todos nos conocemos, sobre todo es muy purista y dogmático en Sevilla, donde ha habido un boom».

DIBO, ALICANTE, 23 años. Vive en Valencia, pero suele pintar en su ciudad los fines de semana. Estudiante de diseño gráfico, realiza animación 2-D en flash, comics, ilustraciones y fondos para un videojuego de la Consellería de Educación valenciana sobre la prevención de riesgos laborales.

«Al principio sólo hacía caracteres y monigotes, los típicos b-boys, pero ahora busco un estilo personal con más movimiento, más artístico».

 
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