Hermano mono


CONOCER el tortuoso camino que ha seguido el hombre e intuir dónde estuvo nuestro origen es sumergirse en una visión completamente distinta de la especie humana: cómo nacen los niños, qué impide que nos ahogemos al mamar, de qué forma surgen los sonidos en nuestra garganta, por qué somos capaces de caminar, qué papel ha jugado la sexualidad, la educación y la violencia y quiénes fueron los otros seres que durante un largo tiempo compartieron su hogar con nuestros ancestros. Y esto es lo que han tratado de revelar en La especie elegida Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez, los paleontólogos de Atapuerca.

"Hemos intentado reflejar de dónde venimos, a dónde vamos y cómo somos". Y éstas son las pistas que facilitan la clave de por qué el hombre es hombre:

1. No descendemos del mono. No descendemos de los gorilas ni de otros primates contemporáneos nuestros. Pero sí tenemos una serie de ancestros que hace millones de años fueron comunes. El primer fósil que podría ser considerado nuestro antecesor corresponde a una especie de mamífero arborícola más parecido a las actuales ardillas que a los monos, denominado plesiadapiforme, que vivió hace 65 millones de años. Mucho tiempo después, hace 17 millones de años, África y Eurasia estaban pobladas por numerosas especies de monos. Se trata de un variado grupo de hominoideos del que las líneas evolutivas de las especies de primates actuales -entre ellas la nuestra- se fueron separando.

2. Caminar, un gran paso. Fue necesario que acontecieran profundos cambios ambientales y climáticos, para que un puñado de aquellos monos arborícolas se decidiera a abandonar el ecosistema en el que siempre habían vivido. Los registros señalan un retroceso del amplio cinturón de bosque tropical que cubría gran parte del viejo mundo, aproximadamente hace entre 4,5 y 7 millones de años. Los estudios biológicos moleculares reflejan que nuestro linaje se separó del de los demás primates actuales en el mismo periodo. A partir de este momento, una serie de homínidos colonizó las amplias regiones del este de África en las que el bosque había sido sustituido por una sabana desarbolada. De bruces aparece el misterio de los misterios de la evolución. ¿Para qué sirve la postura bípeda? Muchas son las hipótesis que se barajan: una mayor resistencia - al correr y al andar-, regulación de la temperatura corporal, ventajas para transportar alimentos o a las crías. Tal vez se trate de una combinación de todas. De las diferentes especies de aquellos homínidos, algunas lograron prosperar convirtiéndose en hombres, gracias a sus estrategias evolutivas y a un cúmulo de condiciones ambientales que les permitieron sobrevivir.

3. El misterio de nacer. Las modificaciones anatómicas de la pelvis, necesarias para caminar, han acarreado complicaciones a la hora del parto en nuestra especie. Mientras que gorilas, chimpancés y orangutanes tienen el canal del parto -cavidad ósea pélvica a través de la cual dan a luz- grande en relación con el tamaño de la cabeza del feto, en la especie humana no ocurre así. Además, mientras la vagina de los primates tienen la misma dirección que su útero, la de nuestra especie está dirigida hacia delante, formando un ángulo recto. Para poder salir, la cabeza del feto se acomoda al diámetro mayor del canal, teniendo que girarla y flexionar la columna vertebral. Los primates tienen un parto dorsal fácil, el de los humanos es ventral y suele presentar dificultades. Así, mientras en aquellos el parto no es traumático y la hembra ayuda sola a nacer a su hijo, en nuestra especie la madre no puede verle ni ayudarle a venir al mundo, necesita la colaboración de otros individuos y el nacimiento se convierte en un verdadero acontecimiento social.

4. Mamar respirando a la vez. Todos los mamíferos, excepto los humanos adultos tienen la laringe en la parte alta del cuello, a la salida de la cavidad bucal. Así queda conectada con la nasal al tiempo que bebe. Es decir, no necesitan dejar de respirar para beber. Este asunto, en apariencia insignificante, recobra su importancia en el momento de la lactancia. Las crías de los mamíferos no pueden dejar de respirar mientras maman. El ejemplo de algunas especies de primates, atacados por garrapatas que taponan sus conductos nasales es concluyente: dejan de mamar al ser incapaces de hacerlo sin respirar y mueren en pocos días. Los bebés tienen la laringe en la misma posición que el resto de los mamíferos. Su descenso se produce a partir de los dos años, momento que coincide con el destete. A partir de entonces ya no podrán beber y respirar al mismo tiempo.

5. ¿Por qué hablamos? Los humanos somos los únicos homínidos con la facultad de hablar. El secreto está en una faringe excepcionalmente larga, lo suficiente como para articular, junto con la laringe y las cavidades nasal y oral, los sonidos en los que se basa nuestro lenguaje. El sonido originado en las cuerdas vocales es modulado en el tracto vocal, produciéndose el habla. La pregunta es inmediata: ¿por qué no hablan los otros primates? La constitución de su tracto vocal les imposibilita físicamente para pronunciar palabras. Sin embargo, las últimas investigaciones otorgan a estos animales una incipiente destreza lingüística, manifestada en asociación de vocalizaciones diferentes que tienen igual significado o en un limitado repertorio de palabras.

6. Neandertal, el otro hombre. Hace 60.000 años nuestros antepasados abandonaron África y colonizaron la fría Europa. Allí se encuentran con alguien: los neandertales. Estamos ante un momento inquietante e irrepetible en la Historia de la Humanidad. El hombre descubre que no está solo, que se puede ser humano de varias formas. Tras convivir durante unos 10.000 años con nosotros -con nuestros ancestros-, los neandertales se extinguieron. Y los científicos cada vez tienen menos dudas de que tal proximidad fue el factor que desequilibró su vida.

7. El hombre, fruto del azar ¿Quién habría pronosticado esta desaparición, cuando los neandertales estaban dotados de inteligencia y dominaban su mundo? Nadie. Su extinción es un ejemplo de la falta de objetivos de la evolución. Ésta no es lineal, ni sigue una secuencia ordenada. La evolución humana transcurre por varias líneas y sólo una de ellas -la nuestra- ha prosperado. Somos fruto de la casualidad. Esto es lo más dramático y lo más maravilloso. El hombre no es único, porque lo mismo le ocurre al resto de las especies que pueblan la tierra.

"La especie elegida. La Larga marcha de la evolución humana". Juan Luis Arsuaga/ Ignacio Martínez. editorial temas de hoy.


Juan Luis Arsuaga / Iñigo Martínez



Carmen Sevilla / Hermano mono / Camarón / ¿Estaba Diana embarazada? / Mariano Barbacid / Kosovo / ¡Hundido!/ Gentes / Cuaderno Rosa de Ana Rosa Quintana / Tablón / Mesa y Mantel / Restaurante / Vino / Recetas / Horóscopo / Adivinación / La mirada de Francisco Umbral / Si yo fuera presidente / Almanaque /

Fauna: Alcaudon Real / Flora: Madroño /

ESPECIAL VIAJES


TOP LA REVISTA VOLVER