Carmen Sevilla

Carmen Sevilla


Una serie de televisión, la nueva campaña de telefónica, un consultorio en la radio... El fin del telecupón ha sido el comienzo de la hiperactividad. Ha sobrevivido, profesionalmente, a sus coetáneas y a su propio estereotipo

EL FOTÓGRAFO, que viene empeñado en retratar a Carmen Sevilla con lujo y esplendor, glamour y poderío que diría ella, sin un cardado, sin una sonrisa, sin pose pizpireta, sin rastro de Telecupón, le explica todo eso con mucho rodeo y mucho cuidado, no vaya a ser que malentienda y se ofenda... Pero Carmen ni malentiende ni se ofende. Es más, entiende a la primera. "O sea, queréis a Carmen Sevilla como si no fuera Carmen Sevilla, ¿no? Pues ya está". Pues ya está. Cuatro horas sin sonreír, aunque de vez en cuando y entre foto y foto explote."Ay, un momento, que no puedo más..." y suelte una carcajada y se coloque el escote. Dos esparadrapos en el cuello. "Un lifting de 175 pesetas. Bueno, ya podemos seguir, como le gusta aquí al artista, seria, seria, a lo Hollywood".

Carmen Sevilla tiene 67 años y acaba de volver de una clínica de adelgazamiento de Málaga con la talla 46. Ni rastro de cirugía. Y así, delgada y morena, puesta a punto, rueda un anuncio para Telefónica (en el que advierte del cambio de numeración a partir de abril), prepara una serie para televisión (viuda peculiar se arruina, vende su casa y comparte piso con okupas) y todas las tardes se encarga de un consultorio en la radio. Consultorio no sólo sentimental sino multidisciplinar. Hoy, por ejemplo, le escribe un teleadicto y le pregunta cómo retirarse del vicio. Otro le pide trabajo en la residencia de Ande para niños con minusvalías mentales graves, al fin y al cabo ella tendrá influencias, porque ayudó a recaudar los fondos y la clínica se bautizó Carmen Sevilla II. Para el primero recomienda una llave de hierro antigua debajo de la almohada. No desengancha, pero es muy buena para los ronquidos. Segunda consulta, no hay problema, ya hablará ella con Ande y algo buscaremos, que para eso la residencia lleva su nombre, y por cierto no vendría mal algún donativo a ver si abrimos la Carmen Sevilla III.

En el estudio, dos fotógrafos del corazón, foto arriba, foto abajo. "Con cascos Carmen". "Ahora sin cascos y con el micrófono". De otra emisora esperan al teléfono para una entrevista. Y entre todo este ajetreo, Carmen Sevilla ni se acuerda del Telecupón. "Aunque... (porque Carmen es muy cumplida), aunque tenga mucho que agradecerles, pero es que me caparon, ya lo he dicho alguna vez, me dejaron el programa en media hora los viernes y yo ya entraba fría al plató y ni me concentraba. Aguanté así seis meses y renuncié. Parece que Dios me iluminó y me recordó que hay que saber retirarse a tiempo".


RETIRADA
ELLA SE RETIRÓ, hace más de 20 años, por seguir a su marido el empresario Vicente Patuel. "Vicente quiso comprar una finca y marcharse al campo y yo me fui con él. Para eso soy muy comprometida. Digo que lo hago y lo hago. Y eso que lloré mucho allí, sin que él me viera. Por las noches, en la cama..." ¿Hubiera hecho él lo mismo por usted? "No, no, yo no soy de tomar iniciativas. Yo sigo al hombre, y le pongo el primer plato en la mesa y las zapatillas cuando llega a casa". Y entre platos y zapatillas le convenció de que la vuelta a la televisión no iba a ser ningún desastre doméstico. "Poco a poco, con mucha mano izquierda que es como hay que tratar a los hombres. Si te enfrentas, salta el macho ibérico y es peor. Yo le decía si son sólo seis meses, si en cuanto tú me digas que lo deje, lo dejo. La cosa estuvo muy delicada, porque él no se acostumbraba a pasar toda la semana solo... Pero al final...".


"No soy de tomar iniciativas, Yo sigo al hombre, y le pongo el plato en la mesa cuando llega a casa"


Al final, Carmen volvió. "No hay mejor manera de llevar la contraria que dar la razón. Ya no me acordaba de lo que era una cámara ni un micrófono. En la finca llegué a pesar 80 kilos. Entonces, Vicente me decía. ¿No crees que has engordado demasiado? Y ¡hala!, a la clínica de Málaga. De la finca a la clínica y de la clínica a la finca. No hacía otra cosa. Pero volví. A la televisión, al cine no. Del cine, ahora precisamente se cumple el 50 aniversario de mi primera película, me retiré como Greta Garbo, joven, guapa, delgada.. Delgada a fuerza de llorar lágrimas de hambre... Maravillosa. Y el cine es lo que perdura. Las series de televisión, los programas, se borran, desaparecen, se olvidan... Las películas, no. Quedan para toda la vida. Me daría mucha pena hacer cine ahora y verme así... Nunca se sabe, porque también pienso que todo está escrito. Esa idea ayuda cuando las cosas van mal. Al final se sobrevive a todo".

Carmen Sevilla ha sobrevivido a sus coetáneas, todas más o menos inactivas o por lo menos no tan hiperactivas como ella. Y, sobre todo, Carmen Sevilla ha sobrevivido a la mismísima Carmen Sevilla, a los chistes que se hacían a costa de los errores del Telecupón. A sus propias declaraciones de entonces en las entrevistas, que resultaban tan fuera de tiempo y de lugar ("Yo a veces echo de menos la época de Franco...", "No me arrepiento de haber llegado virgen al matrimonio..."). Y cuando dice que las cosas le han ido a veces mal, no lo dice por decir ni es una frase hecha, ni se calla después, sino que lo cuenta con el mismo detalle con que repasa la lista de sus pretendientes famosos, de Yul Bryner a Frank Sinatra. Cuenta el día que se arrodilló delante de Augusto Algueró, su primer marido. "Y le pedí llorando que no pasara esa noche fuera de casa. Por mi hijo, si no lo hacía por mí. Llevaba años haciéndolo, pero de ese día me acordaré toda la vida. Veníamos de la boda de Carmencita Franco, yo todavía con mi traje de noche maravilloso, y suplicándole. Y él sólo contestaba que no lo podía remediar."

O cuenta también que abortó en Buenos Aires, poco después de casarse. "Sin saber ni lo que estaba haciendo, porque entonces de esas cosas no se hablaba ni con las madres ni con nadie. Y mi marido me decía que daba igual, que ya tendríamos más hijos después. Y luego, esa inconsciencia me ha marcado brutalmente toda la vida. Me acuerdo y mire, se me saltan las lágrimas...".

Se le saltan, sí. "Ahora, lo de Augusto, todo esto de lo que estamos hablando lo recuerdo con... ¿cómo diría? Con asombro. Como si le hubiera pasado a otra persona. Ha cambiado todo tanto. Es increíble el sitio que se ha hecho la mujer. Yo viví en directo la llegada de Fidel Castro... Momentos históricos. Ni me di cuenta. Para mí no existía la política. Me preocupaba del cine, del teatro, de un peinado. Ni siquiera recuerdo el nombre de un periódico de la época".

Carmen Sevilla dice que tiene un don. El de resultarle simpática a todo el mundo, sin esfuerzo y sin premeditación. ¿Y el de hacerse la tonta cuando quiere? No, ése no. "Siempre he llamado a las cosas por sus nombres" Pero el de caer en gracia, sí, también. Por ejemplo. Se encuentra a la salida del bingo a cuatro skinheads: "Eh tía, tú eres Carmen Sevilla...". El portero del bingo a punto de llamar a la policía. El taxista que no sabe si parar o no parar. Y ella, tan tranquila. "Pero, ¿no os da vergüenza? A estas horas en la calle.... Y vuestras madres pensando que os ha pasado cualquier cosa...". Y los skins mudos, ni reaccionaban. Pero si no es tan tarde, se disculpa uno. Total, que terminaron todos pidiéndole un autógrafo y ella firmándoles en las camisetas ("siempre llevan camisetas blancas...") y el portero y el taxista que no se lo creían y Carmen Sevilla muerta de risa en el taxi, primero, y después dando gracias a Dios, lo que hace siempre cuando se da cuenta de que ha salido de un lío muy grande sin saber ni cómo ni por qué.

Estilismo de Fabio Machado. Maquillaje de María José Perucha. Peluquería de Javier Ferreira para Nouveau. La ropa es de Manu Fernández y Marina Rinaldi y los complementos de Scooter, Noguera y Accesorize.


Carmen Sevilla
Sara Montiel: 70 años. Continúa cantando y ahora está de gira por Andalucía. Tres horas de concierto diarias. Después, llevará su espectáculo a Sudamérica. De momento, ni cine ni teatro.

Paquita Rico: 68 años. Su último trabajo, el teatro, fue en el año 88. Participaba en un ciclo de sainetes que llevaba el título genérico de De Madrid al cielo. Ahora vive retirada.

Marujita Díaz: 66 años. Actriz y cantante, dejó de actuar a mediados de los ochenta. Desde entonces, aparece esporádicamente en fiestas y programas de televisión.



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