Magritte

Magritte

El artista, sentado, con sus dos hermanos, Raymond y Paul. Este último sería su colaborador de por vida.

LA OBRA DE MAGRITTE forma parte de las imágenes de las vanguardias artísticas que han logrado penetrar el inconsciente colectivo del siglo XX. Junto a las deconstrucciones cubistas de Picasso y Braque, o las paradojas visuales como los relojes blandos de Salvador Dalí, las perturbadoras imágenes de Magritte pertenecen a esa categoría visual que, con los años, ha saltado de las telas y esculturas expuestas en museos al universo de la publicidad mediática o los vídeo-clips musicales. Pese a su renombre mundial, la obra de Magritte sólo es conocida en España de un modo fragmentario. Para celebrar el centenario del artista belga, la Fundación Joan Miró de Barcelona acoge una amplia exposición retrospectiva.

Las creaciones mentales visualizadas por Magritte, mezcla de desarmante ingenuidad y ominosa premonición de mundos paralelos, son ya un icono de nuestra época. Árboles con ventanas, cielos azules en los que las nubes adquieren forma de pájaros, retratos de mujer con el rostro cubierto por un lienzo o aparentes contrasentidos como un vaso de agua con un paraguas debajo nos resultan extrañamente familiares, acaso porque ya están impresas en nuestros circuitos cerebrales. Sea como fuere, René Magritte fue el primer navegante en aguas del surrealismo que pescó para la posteridad esas visiones encantadas y encantadoras. La capacidad de incitación y el misterio de su obra, en un siglo en que al arquetipo de artista renovador suele corresponderle una existencia turbulenta, es aún más desconcertante a partir de la biografía del surrealista belga, caracterizada por la apacibilidad y la continuidad. Aparte del traumatismo que sin duda alguna representó el suicidio de su madre cuando Magritte contaba 13 años, su existencia transcurrió a salvo de los avatares personales que marcaron la trayectoria de otros artistas contemporáneos, y tampoco puede decirse que le afectaran demasiado los tránsitos de la historia, pues la temprana edad le mantuvo alejado de los horrores de la Primera Guerra Mundial y, durante la Segunda, su obra continuó exhibiéndose y motivando trabajos teóricos incluso bajo la ocupación alemana de su país.

Magritte nació en la localidad belga de Lessines el 21 de noviembre de 1898. Su padre, Léopold, era sastre y comerciante y su madre, Régine, había trabajado como modista antes de contraer matrimonio. El artista, pues, vino al mundo en el seno de una familia media acomodada, aunque en modo alguno pudiente, que en los primeros años de su vida cambió varias veces de lugar de residencia. Sus dos únicos hermanos, Raymond y Paul, nacerían respectivamente en 1900 y 1902 y sobre todo este último sería compañero y colaborador de su hermano artista durante toda la vida.

El 24 de febrero de 1912, cuando Magritte no había cumplido aún 14 años, su madre se suicidó lanzándose a las aguas del río Sambre. No está claro si Régine tomó su fatal decisión impulsada por la infelicidad conyugal o como consecuencia de un trastorno mental agudo. Su cuerpo no fue hallado hasta tres semanas más tarde: lo extrajeron de las aguas con la camisa doblada sobre la cabeza, ocultándole el rostro. La frecuente aparición en las pinturas posteriores de Magritte de personajes con el rostro oculto por un lienzo ha sido directamente relacionada por los críticos con ese luctuoso suceso en la infancia del artista, pero no existen pruebas de que se tratara de una asociación consciente.

LA INFANCIA

En realidad, son varios los acontecimientos de la niñez de Magritte cuyo influjo puede detectarse en su producción plástica. Por ejemplo, dio sus primeras clases de dibujo en el umbrío altillo de una tienda de dulces de Châtelet, donde residió temporalmente su familia. En esa clase de dibujo, constelada de formas misteriosas y penetrada de los aromas de bombones y pasteles, Magritte era el único alumno varón. Más adelante, en Bruselas y al margen de la guerra que asolaba toda Europa, Magritte produjo sus primeras obras de influencia impresionista y poco después comenzó a estudiar en la Académie des Beaux Arts de la capital belga, donde tuvo como profesores de pintura a los artistas Emile Vandamme-Sylva, Constant Montald y Gisbert Combaz. Poco antes, en una feria en Charleroi ha conocido a la que será su esposa, Georgette Berger. Ella tiene 12 años y él 15. No volverán a encontrarse hasta siete años más tarde y se casarán en 1923.

En 1918 y 1919 vieron la luz pública las primeras obras de Magritte. Su primera venta es el diseño de un cartel para la marca de sopas Derbaix. La revista de arte Au volant, que editan Victor y Pierre Bourgeois, publicó dibujos suyos y la recién inaugurada sala Centre d'Art de Bruselas acogió su primera exposición de proyectos para carteles. A partir de entonces, Magritte entra de lleno en el singular ambiente de las nacientes vanguardias artísticas belgas, que reciben la temprana influencia de los futuristas italianos, los incipientes surrealistas franceses y el movimiento dadaísta. A través de un amigo, el músico E. L. Mesens, Magritte conoce al compositor Erik Satie y a Tristan Tzara, uno de los impulsores del dadaísmo. En ese periodo, la pintura de Magritte registra las influencias del purismo y el cubismo y se halla en la línea de pintores como los franceses Férnand Léger y Delaunay. En 1923, el año de su matrimonio, comienza a participar en exposiciones colectivas internacionales. Se siente profundamente impresionado por el descubrimiento de la obra de Giorgio de Chirico, uno de cuyos cuadros, El canto del amor, le hace estallar en lágrimas. El influjo del arte metafísico y post-simbolista de De Chirico será lentamente reelaborado por Magritte y no se notará en su obra hasta años más tarde.

EL SURREALISMO

A partir de los primeros años veinte, tanto la producción de obra como la difusión de Magritte experimentan una aceleración. Sus contactos con los vanguardistas franceses, como Francis Picabia, se intensifican y crece el núcleo de artistas, escritores y músicos belgas alineados con las nuevas corrientes creativas. A partir de 1925, Magritte comienza a pintar en un estilo inconfundiblemente surrealista, con potentes influencias de De Chirico y Max Ernst, de quien toma la idea de trabajar con papeles pegados sobre los cuadros. Entre 1926 y 1930, a raíz de un contrato con la galería Le Centaure de Bruselas, Magritte pintará 280 telas, una cuarta parte de su producción pictórica total. El 24 de agosto de 1928 fallece en Bruselas su padre, Léopold.

La relación de Magritte con los surrealistas, sobre todo con André Breton, experimentará a partir de entonces una serie de altibajos que continuarán hasta 1947, en que el pintor belga será excomulgado por el Sumo Pontífice surrealista, que condenará un escrito de Magritte titulado El surrealismo a pleno sol en el que apunta una concepción más optimista del surrealismo futuro, con la palabra "placer" como punto clave. Entretanto, la fama de Magritte ha cruzado el Atlántico y su reputación se afianza en Estados Unidos a través de exposiciones como la individual de la galería neoyorquina Julien Levy, o la colectiva organizada por Alfred Barr en el flamante Museo de Arte Moderno de Nueva York, titulada Fantastic Art. Dada. Surrealism.

Durante esos años de plenitud entre mediados de los treinta y finales de los cincuenta, René Magritte consolida, investiga y expande su peculiar universo plástico. Es la etapa de sus Metamorfosis, ejemplificada en cuadros como In memoriam Mack Sennet (1936), Le Grand Siècle (1954) o los ocho grandes cuadros realizados en 1953 para la decoración mural del casino de la localidad belga de Knokke, que el artista titulará Le domaine enchanté (El territorio encantado). Un texto escrito por Magritte en 1958 a propósito de su cuadro Les vacances de Hegel esclarece su aproximación cada vez más filosófica y metafísica hacia sus imágenes y ayuda a comprender sus fuentes de inspiración y su método de trabajo: "¿Cómo podía mostrar un vaso de agua en un cuadro de forma que no fuera indiferente, ni fantasioso, ni arbitrario, ni débil, sino -osemos decirlo- genial? (sin falsa modestia). Empecé por dibujar muchos vasos de agua, siempre con un solo trazo para el vaso: al cabo de 100 o 150 dibujos, el trazo se fue ensanchando y adoptó la forma de un paraguas; después situé el paraguas dentro del vaso y, para acabar, debajo del vaso, que es la solución exacta a la pregunta inicial: ¿Cómo pintar un vaso de agua con genio? Después pensé que a Hegel (otro genio) le habría interesado este objeto, que tiene dos funciones opuestas: no querer agua (rechazarla) y quererla (contenerla). Se habría sentido seducido, creo, o divertido (como en vacaciones) y por eso titulé el cuadro Les vacances de Hegel".

Los últimos 10 años de vida de René Magritte estuvieron jalonados de exposiciones retrospectivas en todo el mundo (en Dallas y Houston en 1960-61; en Knokke en 1962; en el MOMA neoyorquino en 1965 y en Chicago, Pasadena y Berkeley en 1966; Rotterdam y estocolmo en 1967), honores y estudios sobre su vida y su obra. Pese a la fama y el reconocimiento mundiales, Magritte padeció hasta el final dificultades financieras y siguió llevando junto a su esposa la existencia tranquila de siempre. En enero de 1967 tuvo la idea de realizar esculturas a partir de ocho de sus cuadros. Su último viaje fue en la primavera de ese año a la fundición Gibiesse de Verona (Italia), donde corrigió y firmó los moldes en cera de sus obras. Las versiones originales en bronce no las vería nunca, porque falleció el 15 de agosto de 1967 a causa de un cáncer de páncreas, llevándose a la tumba el secreto profundo de su obra única y fascinante.

"Magritte". Fundación Joan Miró. Patrocino del BBV. Barcelona. Del 20 de noviembre al 7 de febrero. Se mostrarán 80 óleos, 10 dibujos sobre papel, 55 fotografías y se proyectará la película surrealista "Le loup rouge".


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