La aventura española de James Bond

La aventura española de James Bond

EL RELOJ SEÑALABA LAS 19:25 HORAS cuando Pierce Brosnan, todo de cuero negro, mochila y gorra "Kangol", horadó con los tacones de sus botas camperas la moqueta del Piano Bar "Casablanca" del Hotel Boston de la avenida de las Torres, en Zaragoza. A su derecha, en el Salón "Mogambo", el concurridísimo enlace de Nicolás y Raquel. A su izquierda, en el Salón "Niagara", la multitudinaria fiesta matrimonial de Alfonso y Eva.

El tiempo pareció detenerse cuando cuatrocientos pares de ojos se fijaron en Brosnan. A un gesto mínimo, una camarera se abalanzó sobre la máquina de tabaco para proporcionarle una requerida cajetilla de Marlboro. Otra, a la carrera, le sirvió una jarra de cerveza de grifo acompañada de patatas fritas. La tregua apenas duró un par de minutos.

Indistintas asistentes a las dos bodas, ataviadas con modelos de no muy alta costura local cortada según las propuestas para madrinas de "Eva Novias", abandonaron las celebraciones nupciales para merodear alrededor del butacón de piel que contenía el delgado y largo cuerpo de Brosnan. Unas, se atrevieron a rozarle. Otras, a pedirle un autógrafo. Algunas, en grupos y tras horas de espera, opinaban que se debía de tratar de su doble, "el hombre no viste tan descuidado, le he visto esta tarde en televisión", rezaba el desaprobatorio argumento esgrimido en voz alta.

Una niña que celebraba su primera comunión quiso fotografiarse con él. Desde la recepción fue enviado urgentemente el guardia de seguridad de la puerta del hotel para impedirlo. El asedio adquiría tintes de amenazante agobio. Un trago de cerveza después, un Brosnan escoltado por sus inseparables Rick y Bron puso pies en polvorosa rumbo a la suite que inauguró Michael Jackson, entre los "flashes" de las decenas de máquinas de fotos de los invitados. Una novia, Eva o Raquel, le tiró un beso al ascensor transparente.

"Se necesita una enorme dosis de coraje para plantarse en medio de dos bodas y una primera comunión", le comenté a Brosnan al día siguiente, en su personalizado trailer "Travel Supreme" de 15 metros aparcado en las estribanías del desierto navarro de Las Bardenas Reales, donde se rodó improvisadamente la megaproducción "The World Is Not Enough" (El mundo ya no es suficiente), decimonovena entrega de James Bond.

"No fue cuestión de coraje, fue cuestión de sed", argumentó el actor irlandés en su característico susurro seductor y con un estudiado gesto de cansancio. Con la camisa de Yamamoto abierta hasta la cintura, gemelos de malaquita y pantalón de Cerruti, Brosnan descansaba entre dos tomas de fuga y explosiones particularmente complicadas. Relajándose con música de Sting, el libro Gilliam on Gilliam, de Ian Christie ("Terry es ahora vecino mío en Londres", argumentó las razones de la lectura) e ingiriendo botellines de "Solares", el agua del manantial cantábrico de Fuendescalientes, accedió a ser entrevistado.

"Solo quería disfrutar de una `pinta' de cerveza. Además, si siento que no puedo entrar en los sitios que deseo, salirme un poco de la fatiga de este rodaje de un año, creo que me volvería loco. Necesito sentir la libertad de poder caminar por cualquier sitio que desee. Los españoles siempre me han tratado bien, con cortesía. Pero ayer, parecía estar toda la ciudad allí, cada hombre con su perro, como decimos en Irlanda", musitó mientras Sting le cantaba a Roxanne que no encendiera la bombilla roja.

Zaragoza fue la improvisada base logística para el numeroso equipo que se desplazó hasta allí para las secuencias de "The World Is Not Enough" que debían rodarse en el desierto navarro. La falta de infraestructura hotelera adecuada en la más vecina Tudela así lo exigió. Sin embargo, la setentena de fuertes muchachos de la localidad navarra reclutados allí lucieron contundentemente rusos tanto dentro de sus uniformes militares como embutidos en batas verdes de científicos nucleares.

LAS CHICAS BOND

En realidad, todos estaban excitados por la inesperada experiencia de estar en una película de James Bond. Pero también, pendientes de las evoluciones de la bellísima Denise Richards, la actriz norteamericana que ayudará a Bond en su rol de la científica Christmas Jones. Los escuetísimos "shorts" y camisetas militares de la neumática estrella distrajeron a los extras tudelanos a las desgañitadas órdenes de Gerry Gavigan, el ayudante del director Michael Apted. En el calor del desierto, la otra chica más deseada fue Libby: ella portaba la imprescindible loción solar "Soltan", con factor de protección 25.

Y es que el sol, rocas y arenas navarras de Las Bardenas interpretarán en "The World Is Not Enough" con convicción a un recóndito lugar de Azerbaiyán cercano a la ciudad de Bakú, al que se dirige Bond para impedir que el megavillano Rénard robe un importante armamento nuclear, con el que otro muy enigmático y muy sorpresivo "malo" para el que trabaja como mercenario, no domine el mundo.

España se convirtió así de improviso en el triple plató de una de las más grandes producciones cinematográficas del año y una de las más perdurables franquicias de la historia del cine, con 19 películas desde que Ian Fleming creó al superagente secreto al servicio de Su Graciosa Majestad con licencia para matar. Se estrenará el 3 de diciembre, casi simultáneamente en todo el mundo.

Tras rodarse en febrero en el Museo Guggenheim de Bilbao las impresionantes secuencias con las que se abrirá la última película de James Bond del milenio, ciertas carencias en cuanto a la seguridad de las localizaciones turcas obligaron al equipo de los productores Michael G. Wilson y Barbara Broccoli (testaferros del legado Fleming/Bond) a improvisar decorados naturales españoles, aunque en perfecta sintonía con paisajes de la Capadocia turca y Azerbaiyán.

La llegada de un equipo técnico de 120 personas, la necesidad de reclutamiento de hasta 450 "extras" locales y la presencia de Pierce Brosnan, Robert "Full Monty" Carlyle, Denise "Wild Things" Richards y Sophie Marceau en España, revolucionaron hasta los más recónditos recovecos de los lugares que hubieron de utilizarse. La curiosidad local y la voracidad mediática obligaron a establecer un fuerte sistema de protección del rodaje, protegido por la Guardia Civil.

LA REVISTA estuvo en los ocho días de rodaje en Navarra y Cuenca, que incluyeron impresionantes secuencias de voladura de un oleoducto turco-conquense y de un secreto reducto de investigación nuclear azerbaiyaní-navarro, dado que el megavillano de la película (el secreto mejor guardado, con enorme y agradable sorpresa dentro) trata de hacerse con las reservas de petróleo mundiales. Su artífice, Chris Corbould, un mago de los efectos especiales, no se encontró con las acostumbradas manifestaciones de los ecologistas "defensores de la avutarda" locales.

A su vez, Linda de Vetta se encargó del impresionante trabajo de maquillaje sobre el rostro del pequeño gran escocés Robert Carlyle. En su primera megaproducción y en su primer rol de villano, el memorable Gaz de "Full Monty" exhibirá un aspecto inédito: cráneo rapado, cicatrices en la cara y el párpado del ojo derecho, destruido. "He participado en el diseño de mi aspecto, con el que quiero rendir un homenaje privado al actor Max Shreck, el original `Nosferatu' de Murnau", confesó en una relajada charla dentro de un falso camión militar ruso.

Carlyle apenas pasó dos jornadas en Zaragoza, casi totalmente desapercibido. Porque, antes de concluir el rodaje en los estudios Pinewood de Londres, necesitaba unos días para pasarse por Tailandia para "hacerle" un "cameo" a su amigo Danny Boyle -el director que le convirtió en el psicópata Begbie de "Trainspotting"- para "The Beach", la complicada película que rueda con Leonardo DiCaprio. "Me han prohibido regresar bronceado a Londres", bromeó.

Y ya en Cuenca, Pierce Brosnan comprobó que en el plató debía compartir la atención suscitada por la bellísima Sophie Marceau y el plateado Mercedes T 2144 matrícula V354 FMP que -abandonados el "Aston Martin" y el posterior "Lotus Turbo Spirit"- conducirá en la ficción. Quizá, su "ego" fue tocado porque el dinámico actor se movía por el plató y entre los extras más de lo normal para su muy inquieta naturaleza. Esta vez bebiendo "Liviana", el agua de la cercana Huerta del Marquesado conquense.

Afortunadamente, dos docenas de adolescentes se apostaron a las puertas a las 7:30 de la mañana del muy custodiado parador San Pablo sobre la Hoz del Huéscar para pedirle un autógrafo. Pese a las molestias estomacales que le llevaron a la cama el día anterior, firmó en todos los blocs de anillas que le fueron presentados. Pero no personalizó los autógrafos.

Y es que como a un monarca, a Brosnan sólo se le puede hablar si él se dirige primero al interlocutor. Su dolencia y frugal desayuno -kiwi y queso fresco, que le sirvió en el parador Ángeles Sevilla, según narró en sus 15 minutos de fama a "Telecuenca"- le hizo estar más locuaz. Necesitaba charlar -de su casa en Malibú, de la playa, de sus perros, de su pequeño hijo, Dylan Thomas, de dos años-, pero sin perder durante la informal charla, fiel a su costumbre, ni un detalle de todo lo que ocurría a su alrededor. Como siempre, iba escoltado por sus inseparables Rick Provenzano y Bron Rylance, peluquero y maquillador personales, confidentes y amigos.

Paradójicamente, no se relacionaba con los hombres que le doblan, tan altos -1,83 metros-, morenos y apuestos como él: Mark Mottram, su doble para las escenas de acción, y Dean Tyler, quien le sustituye siempre en las tediosas pruebas de iluminación.

Tampoco seguía las evoluciones del hijo de un anterior matrimonio de su primera mujer, la fallecida Cassandra Harris, que adoptó. El rubicundo Christopher Harris hizo de tercer ayudante de dirección, pero en Cuenca decidió ser el croissant boy sirviendo cientos de bollitos de crema entre los extras conquenses, revestidos de atuendos turco-capadocios. Entre los más comilones, la pequeña Susana Caballero, hija del alcalde de Las Majadas.

El más tranquilo en el epicentro del vertiginoso rodaje, el flemático Rafael García, dueño del servicio de catering, quien recordó orgulloso haber "dado de comer a cuatro James Bond". Sobre todo a Sean Connery, "quien verdaderamente apreciaba una buena comida y bebida". García recordaba las impecables maneras de Roger Moore y Timothy Dalton y las exigencias de Pierce Brosnan de alimentarse de productos bajos en calorías. Suya, la frase que anticipa lo que ofrecerá "The World Is Not Enough": "un equipo bien alimentado hace una mejor película".

Reportaje

Pierce Brosnan


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