Familia

Con amor no da
Ilustración de Txomin Salazar

Con amor no da


La convivencia cuando está por medio el VIH

Miedo, amor y frustración son sentimientos que comparten las familias de enfermos de sida. Porque el VIH, además de invadir el organismo de quien lo padece, asedia la psiquis del propio infectado y de sus seres queridos, ya que esta epidemia arrastra prejuicios y rechazo social que estigmatizan a sus portadores. Así, mientras otros enfermos graves cuentan de inmediato con todo el afecto de aquellos que les rodean, en torno al atacado por el sida se crea una situación atípica. En primer lugar y tras el impacto de la noticia, surge el temor al contagio de forma recíproca. Pese a que no se transmite por compartir el vaso, la aprensión surge irracionalmente. El amor de madre o de marido no frena la incertidumbre. Es más, este diabólico cóctel crea un sentimiento de culpa que obstaculiza la naturalidad y la normalización. Como la enfermedad margina suele optarse por guardar silencio.


Album de familia


¿Qué pensará el resto de la familia y los vecinos? La errónea creencia que asocia la afección con un estilo de vida reprobable inhibe de contarlo. Pero el secretismo borra la discriminación y la posibilidad de encontrar apoyo. Hay que valorar que los enfermos de sida suelen ser jóvenes, con una idea de la muerte muy lejana y cargados de proyectos vitales. Les falta tiempo para ir logrando sus objetivos y la llegada del virus, aunque no esté en activo, les quiebra los cimientos. El trabajo, las relaciones amorosas, las amistades, la independencia recién ganada... amenazan con reducirse a cenizas. La depresión se los come, igual que a sus progenitores, que tampoco imaginaban presenciar la hipotética desaparición de sus hijos. Precisamente, la incógnita sobre el futuro enrarece la comunicación. Los allegados procuran no referirse al mañana ni hacer planes. Julia Sastre, psicóloga del Centro de Estudios Sociales Aplicados, aconseja a las familias "no pasarse en sobreprotección, pues se roba intimidad y autonomía al enfermo, no culpabilizarles ni enjuiciar su vida y comprender el estado de ansiedad y depresión que les envuelve". Es decir, normalizar el problema. Por eso expertos y ONGs están pidiendo la consideración oficial de la enfermedad como crónica. Lo importante, no obstante, es informarse. Sólo así es posible entender que es un asunto que concierne a todos.

Pilar Portero

Album de familia

Cuarenta fotografías en blanco y negro. Un verdadero álbum de familia si no fuera porque lo que les une es la enfermedad. O mejor, su forma de vivir con el sida. Genín Andrada expone en Madrid la vida, los sentimientos y las emociones de enfermos y familiares. Retratos del día a día obtenidos en Italia, Francia y España con la sombra del sida.

Centro Reina Sofía. Santa Isabel, número 52. Madrid. Hasta el 8 de diciembre.



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