El último lince

El último lince


Un fantasma deambula entre las jaras, lentiscas y retamas de los bosques mediterráneos de la península Ibérica. Allí donde los zarzales son más espesos, las rocas más ásperas y las encinas más viejas.

Es un ser silencioso que tiene las orejas adornadas con pinceles, luce largas patillas, viste una hermosa piel manchada y arrastra una cola corta y rechoncha que termina en una borla negra. En la edad media su penetrante mirada hizo creer a muchos que era capaz de ver a través de los objetos. Hoy sabemos que es capaz de divisar un ratón a más de setenta y cinco metros de distancia y una paloma a cuatrocientos.

Es un ser misterioso perfectamente equipado para matar, dotado de garras retráctiles y grandes caninos, y con una potencia muscular y una elasticidad sorprendentes. Cuentan que antiguamente los hombres buscaban las pequeñas estalagmitas que forman sus chorros de orina, en algunas ocasiones solidificados por su alto contenido en sales, pensando que poseían numerosos poderes afrodisíacos y curativos.

Es la belleza y la perfección. La fuerza y la fragilidad. La discreción y el poder. Es mucho más que una leyenda. Es uno de los últimos ejemplares de lince ibérico (Lynx pardina).

Enigmático y taciturno, el más hermoso de nuestros mamíferos se enfrenta a una extinción aparentemente inevitable. Los cálculos más recientes apuntan una población inferior a los seiscientos ejemplares. La pérdida y la transformación de sus hábitats, la caza ilegal, los atropellos, los cepos y los lazos y, sobre todo, la desaparición de su alimento básico, el conejo, han situado al último gran felino ibérico al borde de la extinción. Parece ser que hemos perdido la mitad de la población de linces en los últimos diez años. No existe un censo global de todas las poblaciones, como el que se realizó en 1988, pero en Castilla-La Mancha han hecho un censo muy preciso en los años 95 y 96, y quedan menos de la mitad de ejemplares que hace nueve años. Trabajos similares realizados en Extremadura han confirmado un descenso del numero de ejemplares de entre un 40 y un 50 por ciento.

El lince ibérico ostenta el triste título de ser considerado el felino más amenazado del mundo. De ser relativamente abundante en un pasado reciente, a principios de siglo, ha pasado a ser una silueta invisible en mitad de la nada. Sabemos muy poco de él, de sus costumbres y de sus necesidades. Y desde la ignorancia es muy difícil protegerle. Ni siquiera es fácil verle o seguir sus huellas. Sólo sabemos que se nos está marchando de las manos. Y que puede estar siendo utilizado como arma política. La Comunidad Europea ya ha invertido cuatrocientos millones de pesetas en el lince ibérico, financiando proyectos para las cinco comunidades autónomas que tienen el honor de contar con tan ilustre inquilino.

"Controlar la situación que atraviesa el lince en España no pasa sólo por conocer el numero de ejemplares que quedan", asegura Pablo Pereira, responsable del Centro de Cría del Lince del Parque de Doñana. "En Extremadura puede haber setenta linces, pero lo importante es que se encuentran en diez núcleos aislados, con una media de siete ejemplares en cada uno. Estas poblaciones no tienen futuro, están perdidas. Desde el punto de vista genético la situación puede ser terrible".

Miguel Delibes de Castro, biólogo y director de la Estación Biológica de Doñana, cree que "aún no sabemos hasta qué punto la consanguinidad puede ser un problema a corto plazo. Aunque siempre es mejor que no suceda. En África los guepardos son completamente consanguíneos, tanto que toleran un trasplante sin ningún rechazo, como si fueran gemelos. Todos asumimos que ha habido un momento en que quedaron muy pocos guepardos en el mundo, y a partir de ahí volvió a ampliarse la población en lo que llaman un cuello de botella. Pueden pasar dos cosas: o que la especie se extinga por la consanguinidad o que los genes letales desaparezcan y la población se salve. Algunas poblaciones pequeñas, entre las que puede encontrarse el lince, toleran moderadamente bien la consaguinidad".

El lince ve sin ser visto, camina sin ser oído y mata sin tener enemigos. Es un especialista. Un Ferrari, espléndido, potente, perfecto, que, sin embargo, resulta extremadamente delicado: se destroza cuando le entra arenilla en el motor. Cualquier desajuste en su vida, cualquier alteración de sus costumbres o su hábitat, es capaz de situarle contra las cuerdas.

La sentencia de muerte para el lince ibérico posiblemente tuvo lugar el día en que un ciudadano francés, llamado Delille, inoculó el virus de la mixomatosa a unos conejos que, al parecer, causaban daños en sus fincas. La mixomatosis se extendió e infestó la península Ibérica en la mitad de la década de los cincuenta. A esa plaga se añadieron otras, como el abandono de nuestros campos y la enfermedad hemorrágico vírica (EHV), definitivas a la hora de aniquilar las ya diezmadas poblaciones de conejos. El lince ibérico tiene una altísima dependencia de estos lagomorfos, piezas absolutamente fundamentales de su dieta. En el área de Doñana, por ejemplo, forman más de 85 % de su dieta. Si no hay conejos, se acabaron los linces.

Estudios realizados por Miguel Delibes de Castro afirman que un lince ibérico adulto macho gasta diariamente en todas sus actividades algo menos de mil kilocalorías, y que de cada conejo adulto que caza y come aprovecha una media de 825 kilocalorías. Delibes asegura que el lince incluso ha llegado a adaptar su tamaño al aporte energético de sus presas, para de esta manera no tener que cazar más de una presa diaria y no verse obligado a desperdiciar nada de la misma: con su actual tamaño evita tener que desgastarse debiendo capturar varias piezas pequeñas al día, y también que se le pudran o le roben los restos de una grande.

Los pasados días 22 y 23 de marzo se ha celebrado en Córdoba una reunión para tratar la situación del lince. Se ha hablado de que el cerco de problemas se estrecha alrededor del gran gato, y de que es fundamental un censo, posiblemente repitiendo los métodos seguidos por Alejandro Rodríguez y Miguel Delibes hace nueve años. La vieja polémica levantada por la posibilidad de capturar y manipular algunos ejemplares libres para su utilización en centros de reproducción sigue siendo el principal punto de conflicto.


"Es muy probable que en veinte años esta especie haya desaparecido", sentencia Pereira, responsable del centro de cría de Doñana.


"Es muy probable que en veinte años esta especie haya desaparecido", sentencia Pablo Pereira. "Por lo tanto, la cría en cautividad de esta especie no es una cuestión de apoyo, como sucede con otras, sino absolutamente prioritaria. Donde quedan todavía linces la situación es muy mala, pero aún hay bastantes lugares en los que el lince ha sido erradicado y que, sin embargo, se mantienen en magníficas condiciones. Todavía es posible reintroducir linces en esas regiones".

El centro de recuperación y cría en cautividad del lince de Doñana lleva cuatro años funcionando, y tiene en sus instalaciones cuatro hembras. Ni un solo macho. "Estamos trabajando con animales irrecuperables", afirma Pereira. "Por la experiencia de estos años, creemos que no sería difícil conseguir reproducir linces en cautividad. Pero sin un macho es imposible...".

¿Por qué no hay un solo macho en el centro de cría en cautividad de Doñana? "El permiso final para capturar un macho lo tiene que dar la comunidad correspondiente. Pero lo importante es que esté todo el mundo de acuerdo: las Comunidades Autónomas, la Administración Central y, en nuestro caso, la Estación Biológica de Doñana. Lamentablemente, la Estación Biológica se opone a la captura. Sólo por ellos no hay consenso. El tema está bloqueado".

"Dijeron que no porque hacía falta un plan de trabajo. Y realizamos y entregamos un plan de trabajo. Después dijeron que necesitaban conocer todos los objetivos,la metodología a utilizar... Les informamos de todo. En noviembre pasado se instó una vez más, desde el organismo autónomo de Parques Nacionales, a la Estación Biológica, a que nos dieran una respuesta, y se comprometieron a contestarnos en quince días. Seguimos sin respuesta. La verdad es que no los entiendo. Me han dicho tantos motivos que ya ni los recuerdo... Tengo la impresión de que nos están tomando el pelo. En este juego se están barajando intereses particulares y políticos. Pero mi trabajo es puramente técnico: soy sólo un trabajador que sabe trabajar con animales en cautividad. Lo siento porque el gran perjudicado en todo este barullo es el lince".

Miguel Delibes, director de la Estación Biológica, cree que "hay que hacer un esfuerzo muy serio de cría en cautividad, por lo menos para tener un seguro de vida, por triste que esto sea, para una especie única como el lince. Lo que sucede es que esto hay que hacerlo bien, y de momento no se ha hecho seriamente. Debe realizarse un plan valiente, que sin duda resultará polémico. Hay dos formas de hacerlo. Una es de tapadillo, cogiendo un lince de aquí y otro de allí, y si crían lo decimos y si no, nos callamos.Otra es cargando con todas sus consecuencias, con un programa serio, contando con la ayuda de expertos internacionales, apoyados por los conservacionistas...".

"A mí me acusan de frenar el trabajo del centro de cría de Doñana", confiesa. "Ese centro era, en sus orígenes, un hospital para linces heridos, no un centro de cría en cautividad. Después, como se gastaron mucho dinero, quisieron venderlo como centro de cría. Pero lo hicieron sin ningún programa, sin plan de trabajo y sin estudios previos. Yo no quise que funcionase. No mientras no hubiese un programa serio y contrastado, que se pudiera enseñar a todo el mundo. Por ahora esto no existe, y yo no lo puedo apoyar".

Delibes piensa que, con respecto al futuro del lince ibérico, "no queda más remedio que ser pesimistas con la razón, pero optimistas con la voluntad. La verdad es que la situación es muy mala, pero tenemos que creernos que todavía podemos hacer algo". Pablo Pereira coincide en esta ocasión con Delibes: "Soy, como todo el mundo que conoce la situación, muy pesimista. Si el bloqueo al centro de cría se desbloquease mañana, necesitaríamos cuatro o cinco años para tener linces disponibles. Y posiblemente para entonces ya sea tarde. Se nos ha echado el tiempo encima".


LAS IMAGENES
grandes felinos

DIEZ CLAVES
para salvarlo



Las nuevas estrellas de la música española/ Entrevista con Rosana/ Presos o reclutas/ El último lince/ Diseño: Philippe superStarck/ Vanidades/ Lo mejor de la semana/ Gastronomía/ Viaje: Tajos de Barbate/ Parada y fonda/ Familia/ Sexo/ Lo que hay que saber/ La mirada de Francisco Umbral/ Dos X Uno/ La columna de David Trueba/ Cartas/ Bonos-Regalo/ Horóscopo/


TOP LA REVISTA  VOLVER