Inés Sastre


Inés Sastre


Inés es un encanto, o sea, seductora clásica con barrera de hielo entre el corazón y el mundo. Ser protegido contra las pasiones. Persona de apariencia templada y prisa desmedida. Encantadora Inés. Obvio hablar de su elegancia o su fineza superlativa.

Nació en Valladolid, donde su madre quiso parir por tradición y familia, noviembre del 73. Creció en Madrid, niña normal de colegio de monjas francesas. Y, cosas de niñas, una amiguita le habló de hacer un anuncio de hamburguesas, doce años y una mac burguer. Le torció aquello la adolescencia, que ya no fue tan normal, sólo relativa. Porque el director Carlos Saura la vio en el anuncio, él que no veía televisión, cosas del destino, y la llamó. Y su madre fue a buscarla un día de colegio, estupendo salir del colegio a la hora de la comida. La madre le dejó elegir, le enseñó desde el principio la confianza en sí misma. Hizo El Dorado con Saura. Iba para niña prodigio y calculó la distancia: meterse en asuntos de la moda que no exigían tanto como el cine. Le creció a Inés una madurez prematura, absolutamente anormal, porque cultivó sus formas con el talento que Dios le dio y el tesón que ella tiene, y con veintitrés años es una belleza sabia y adulta. Top model, estudiante eterna, actriz si le apetece, atenta lectora, la nueva cara de Lancôme, diplomada en Literatura por La Sorbona.

Tiene Inés palabras talismán, choice, recul, fixed, que la definen, y las dice en inglés o francés, saltando de un idioma a otro, a la cámara, al teléfono, al operador en italiano, en español la entrevista. Las fotografías no engañan, Inés Sastre se casa, de blanco crema y de época, en la película que esta primavera alterada rueda en la villa ilustrada de Sasso Marconi, ilustre por sus científicos. En realidad no hemos ido a Bolonia a entrevistar a Inés Sastre, hemos conocido a Francesca Babini, personaje de la fantasía del director italiano Pupi Avati, director de culto. Llueve frío sobre las colinas que rodean esta ciudad al nordeste de la península, el pueblo entero espera a la novia, en la noche primera de 1900, cantantes, cómicos y cómicas, Italia parece una broma. Y en este aire saturado de polvo y decadencia, irrumpe ella fresca, Ciao, buon giorno, y su voz encantadora. Una historia de amor a primera vista, Il testimone dello sposo, la novia y el padrino amándose con los ojos. Y el anillo de esposada pesándole a Inés, todo el rato a vueltas con el anillo en el dedo. En el set se come panino, hay prisa, el pueblo entero come pan con jamón cocido y una hoja de lechuga. Inés tiene manojo de apio, gigante, y un cuenco de olio para mojarlo a poquitos, un paquetito de mozzarella, huevo cocido y yogur, y un vasito de vino que le trae el productor gentil, Aurelio De Laurentiis. Pero ni eso come Inés, bebe el vino, prueba el apio, fuma empedernida y ya su inseparable agente, siguiéndole como cola desde Francia, le guarda el quesito y el yogur para otro momento. Responde y posa Francesca Babini, "hagámoslo rápido", mientras voces y avisos le reclaman a escena.

Pregunta.-¿Alguna vez se ha sentido una marciana en el mundo de la moda?
Respuesta.-Ha sido siempre extraño, cuando estaba en la universidad, los profesores no entendían por qué faltaba a las clases para hacerme fotos, y al contrario. Siempre he sido un poco incomprendida, y sí, la universidad me destaca entre las modelos.

P.-¿Qué influencia ha tenido su hermano Fernando?
R.-Cuando yo decidí ser escritor mi hermano tenía 20 años y, a lo mejor, era crítico en un periódico, pero no había hecho nada de cine, no era el director de éxito que es hoy. Nunca he sido el brazo derecho de Fernando, hemos ido por libre, y eso se lo agradezco mucho. Mi libertad es mérito suyo, porque él, en un momento dado, con la fuerte influencia que puedes imaginar de un hermano mayor, con talento, listo y triunfador en su oficio... piensa la influencia tan fuerte que puede tener sobre alguien más joven que quiere dedicarse a algo parecido. Si Fernando hubiera decidido cogerme, llevarme, colocarme, ahora yo sería un juguete, uno de esos pobres hijos de, hermanos de o nietos de, a los que les han arruinado la vida. Fernando ha respetado mis ideas, se ha divertido con las cosas que yo hacía, pero sin intentar cambiarlas ni dirigirlas y eso se lo agradezco mucho.

P.-Parafraseando al retratista Truman Capote, diríase de usted que es una mujer cuyas formas rebosan talento, ¿hay que ser de una madera especial para asumir que a una la eligen por su cara?
R.-Yo creo que no, creo que es un gran don y uno no puede quejarse... (se ríe encantadora, su risa, como su voz, le arranca bronca del pecho fino, que uno imagina negro de humo). Mis dos grandes cualidades son la belleza y la memoria, es una suerte, y yo las utilizo.

P.-Antonioni le eligió para interpretar Más allá de las nubes porque había visto fotografías de su rostro, sin más.
R.-Sí, me había visto en revistas, y yo creo que si se fijó en mi rostro fue porque tuvo el recuerdo de alguien de su pasado. Entonces quiso conocerme.

P.-Y esa tendencia suya al cine duro, culto, en cierto modo extraño, ¿fue que El Dorado le metió en esa vereda?
R.-No sé, han sido estos directores los que se han fijado en mí, y a la vez a mí me han dado la confianza, qué le voy a hacer si son directores interesantes. Es cierto que es una trayectoria curiosa, un parcours, ¿cómo se dice parcours?

P.-Recorrido.
R.-Un recorrido bastante original.

P.-Y encima usted es una especie de duelista consigo misma.
R.-Sí, no me gusta lo fácil, es verdad (otra vez la risa), si no tengo problemas me los busco. Pero el estudio y el trabajo me permiten elegir lo que hago.

P.-Así fue que rechazó El amante o, peor aún, El cartero y Pablo Neruda, una película tan literaria, ¿no sintió rabia al verla?
R.-No la he visto. Pero estoy convencida de que cuando alguien rechaza algo es que hay un motivo, razones, aunque uno no las vea.

P.-O sea, que confía ciegamente en el destino.
R.-Sí, confío mucho, y en la casualidad, pero sobre todo creo en el trabajo (la risa). No hay milagros, sí hay un factor suerte, pero sobre todo hay que esforzarse y esa es la manera de conseguir las cosas.


"Confío en el destino y en la casualidad, pero sobre todo creo en el trabajo"


P.-Después de la película de Antonioni se tomó dos años para aceptar el siguiente proyecto, ¿qué es lo que ha visto en esta historia finisecular?
R.-En estos dos años he recibido muchísimas propuestas, de muchos países, y a Pupi Avati lo encontré casi por casualidad, vino a Madrid a verme, me contó la historia y en seguida me convenció.

P.-¿Por el romanticismo?
R.-No. Tenía ganas de hacer una película de época, y este personaje femenino me pareció fantástico.

P.-Inés, esa búsqueda de equilibrio, que se le ve tan pendiente de ajustar sus facetas, ¿puede llegar a ser una obsesión?
R.-No es obsesivo. A veces uno necesita recuperar la distancia con las cosas.

P.-Chi va piano arriva lontano.
R.-No, no, qui va piano, va sano e va lontano (quien va despacio, va seguro y va lejos).

P.-¿Y usted lo sabía con quince años, cuando iba embalada para niña prodigio y echó el freno?
R.-Lo necesitaba, había hecho tres rodajes muy precoces y necesitaba poner distancia y crecer de una forma normal, ser una estudiante relativamente normal,y luego volver al cine pero por decisión propia, no por las circunstancias. Yo creo que no es buena esa angustia por triunfar y ser conocida. Yo elijo lo que me gusta, y a veces no acierto, pero el tener tantas oportunidades te hace decidir las cosas con más interés.

P.-La universidad ha sido su pie a tierra, ¿nunca se sintió desplazada entre sus compañeros, ellos angustiados por el futuro y usted con un futuro tan inmenso?
R.-Los estudiantes de letras en Francia no están angustiados (la risa). Han sido tan discretos, cuando yo me hice conocida en Francia, después de la película de Antonioni... Al revés, me ayudaban muchísimo, me decían que no abandonara después de haber llegado casi al final, en los exámenes finales venían a casa a hacerme estudiar y cosas así.

P.-Supongo que eligió una carrera de Literatura porque le gusta leer, pero tengo entendido que también le tienta la escritura.
R.-No, no creo que tenga el don de la escritura. Escogí una carrera que fuera fácil de compaginar con mi trabajo y porque siempre me ha gustado leer, he aprendido muchísimo.


"La publicidad me permite no tener que hacer quince películas para vivir como quiero"



P.-¿La cultura es un adorno?
R.-Como dice Milan Kundera, la cultura es la memoria de un pueblo. Yo creo que es el esqueleto de la persona, que se conforma a través de las vivencias y los conocimientos adquiridos con el estudio. Es algo vital, más allá de la erudición, es el arma que uno tiene para desarrollarse en la vida.

P.-Y ahora que ya es diplomada, ¿le gustaría seguir siendo la estudiante eterna?
R.-Sí, echo de menos la universidad y tal vez vuelva el próximo septiembre, me gustaría estudiar algo de Historia, pero todavía tengo que organizar mis planes.

P.-Qué envidiable, ¿y todo esto se lo permite la publicidad?
R.-Sí, hacía tres o cuatro años que quería conseguir un contrato como éste de Lancôme, siempre me ha gustado lo que hacía Isabella Rossellini, su manera de comunicar. Sí, esto te permite escoger muchas cosas, es una gran suerte no tener que hacer quince películas para vivir como quiera. También creo que es importante asumir determinados riesgos, aunque sean programados.

P.-Inés, aparte de fama y dinero, ¿qué le da la moda?
R.-En la moda hay gente muy creativa con la que me entiendo muy bien, es una comunicación constante.

P.-¿Y la pasarela es tan depredadora como uno se imagina desde fuera?
R.-Sí, es depredador, es un gran mercado, modelos, agencias, desfiles de círculo muy restringido, hay una competencia enorme, pero no más que en otros ámbitos.

P.-Cuando tenía quince años y decidió apartarse del cine para no perderse, ¿la moda, no es más peligrosa?
R.-Fue después de los festivales, Cannes, Berlín, Venecia. Me hacían las fotos de promoción y aquello me parecía mucho más ligero que los rodajes en Mongolia o Costa Rica. También fue un poco la casualidad, porque John Casablancas (director de la agencia de modelos Elite) me dijo que por qué no me presentaba a The look of the year, fui y lo gané y luego no firmé el contrato, porque no quería comprometerme, he sido la única modelo que ha dejado ese contrato en blanco. Tenía dieciséis años, la moda es más atractiva para una niña.

P.-Es curioso que le sigan gustando las fotografías, los aviones.
R.-Sí, sí, (la risa) a mí me siguen gustando. Pero ahora tenía ganas de hacer cine, disfruto tanto este escape, ocho semanas aquí, tranquila, sin irme a ninguna parte...


"Los compañeros de La Sorbona venían a casa para hacerme estudiar"


P.-¿Ahora está decidida a ser actriz?
R.-Las decisiones se van tramando, no estoy entre la espada y la pared, no tengo que escoger entre la moda y el cine, me gustan las dos cosas.

P.-No teme prejuicios por parte del público cinéfilo.
R.-No, mira Isabella Rossellini, tan valiente, declarando sin vergüenza que le gusta y le divierte la moda, mientras hace películas importantes.

P.-Supongo que va a decir que no se cuida nada, que come lo que quiere y esas cosas que dan tanta envidia, pero suponga usted que debo preguntárselo.
R.-Como más o menos lo que me gusta, pero he de reconocer que tengo una debilidad por la comida italiana, con lo cual aquí tengo que limitarme. A parte de eso, bueno, en Londres tengo un entrenador personal con el que hago gimnasia, me encanta andar y los deportes al aire libre como el golf.

P.-No sé si sabe que España es el país europeo con el más bajo índice de natalidad, ¿usted cree que en algún momento tendrá tiempo para ser madre?
R.-Me encantaría, pero más adelante por supuesto; claro que tendré tiempo, para tener niños, casarme y esas cosas.

P.-Claro que cuando uno habla con usted cuesta acordarse de que sólo tiene veintitrés años.
R.-Sí, y la gente se olvida, y no perdona los despistes, las limitaciones.

P.-Bueno, había dicho casarse y esas cosas, valores tradicionales, ¿es usted una persona conservadora?
R.-No me gusta decir si soy conservadora o liberal. Pero sí, mientras mi trabajo es un poco libre, yo me siento ligada a valores como la familia y así.

P.-¿Quiere echar raíces en Inglaterra?
R.-Londres es una decisión intermedia. Me gusta vivir en Europa y pasar temporadas en Estados Unidos, y Londres me permite estar a un paso de París y de Nueva York. Creo que Londres vive un gran boom en cuanto a la moda y al cine. Es un lugar conveniente. No tengo ni idea dónde está mi futuro.

P.-La prensa ya le ha buscado un novio británico, ¿se siente a veces acosada por el rumor?
R.-Qué le voy a hacer, no puedo hacer nada (la risa). Pueden cotillear de mi vida privada, nunca lo rebato.

P.-Inés, de todas estas asignaturas de las que ha hablado, ¿el amor es la más difícil?
R.-No, ocurre que en este momento estoy divirtiéndome mucho con mi trabajo, rodeada de muy buenos amigos, no considero el amor una asignatura pendiente, las cosas llegan naturalmente.

P.-Una de perfume, ¿significa algo ser fiel a una fragancia, a un clásico como el que usted anuncia?
R.-Yo creo que sí. Yo soy muy leal a lo que me gusta, cuando era más joven siempre cambiaba de perfume, pero llega un momento en que encuentras esa fidelidad.

P.-Tanta sensatez como lleva en la cabeza, ¿nunca le tienta hacer una locura?
R.-Sí, hay momentos que sí me apetece, me gusta mucho viajar a África, o pasar un fin de semana en Roma con mis amigos...

P.-¿Y eso es una locura?
R.-Soy muy reservada, pero no olvides que tengo veintirés años, y cuando salgo me divierto casi por obligación.



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