Icíar Bollaín

Icíar Bollaín


Nos reunimos en un bajo frente a El Retiro, en la sede de La Iguana, la empresa de producción que montó hace seis años con otros cuatro socios. Es un local un poco desmañado, donde reinan el desorden y un constante trasiego de gente, con el aspecto de estar todo revuelto, los papeles, los ceniceros, los objetos de cine, los tablones de anuncios; como si fuera un decorado de película que trata de imitar el ambiente de una joven productora. Pero ella parece encontrarse en su salsa, se sienta detrás de una gran mesa, muy en el papel de directora, y se dispone a atender nuestras preguntas.

Va vestida con una blusa, falda corta y medias de color rojo, pero con un aire de estar dispuesta a ponerse manos a la obra en cualquier faena. Cuando nos interrumpe el teléfono, se hace pasar por otra persona, con la facilidad pasmosa que avalan sus ya 14 años de actriz. Es una mujer seria, estricta consigo misma, que busca denodadamente las respuestas justas aunque le cueste encontrar las palabras. No facilita excesivamente el diálogo. A veces, como demuestra el comienzo de esta entrevista, las cosas son pero no son, se dicen y resultan las contrarias, asoman y se esconden por arte de birlibirloque.

Pregunta.-¿En qué está ahora?
Respuesta.-Escribiendo un guión, pero no te cuento de qué va, está muy verde.

P.-¿No le habían propuesto dirigir una versión de Manolito Gafotas?
R.-Sí, se va a hacer. Carlos Suárez tenía los derechos. Lo que pasa es que opté por esta historia mía. No se pueden hacer tantas cosas a la vez.

P.-Tenía también el encargo de llevar Mensaka, la segunda novela de José Ángel Mañas, al cine, ¿no?
R.-Eso me lo propuso hace tiempo un productor y tuve que optar entre esa historia y otra, y elegí la otra.

P.-¿Un telefilme?
R.-Eso. Estaba entre Mensaka y el telefilme y elegí el telefilme, porque coincidían las fechas.

P.-Pero tampoco lo ha hecho.
R.-La producción se complicó y lo va a hacer otra persona.

P.-Me han dicho que está novelando el guión de Hola, ¿estás sola?
R.-No es exactamente así. Se va a publicar el guión de Hola, ¿estás sola? junto con el relato original de donde viene el guión, un relato de unas 30 páginas que escribí hace nueve años. Lo va a publicar Planeta. La intención de la editorial era novelar varios guiones, pero no lo van a hacer. Van a publicar los guiones tal cual.

P.-Hola, ¿estás sola? ha estado más de un año en cartel. ¿Se quedó contenta?
R.-¡Jo...! -exclama riéndose-.

P.-Lo pregunto no tanto por el rendimiento, sino por el resultado.
R.-Sí, la verdad es que sí. Hay cosas de la película que no me gustaban cuando estaban en el guión, no me gustaban rodando y no me gustarán nunca, pero en términos generales estoy supercontenta. Era lo que yo quería, es lo más cercano a lo que yo quería, seguro.

P.-¿Resultó como la tenía pensada?
R.-Es mejor de lo que yo pensaba.

P.-¿Por qué? ¿Mejoró en el rodaje?
R.-Porque hubo una combinación de elementos muy buena: los actores, un equipo que estuvo muy a favor, tuve lo que necesitaba para rodar... y porque uno siempre tiene miedo de que no se entienda lo que quiere contar y se ha entendido perfectamente.

P.-¿Y qué es lo que quería contar?
R.-Quería hablar de estas dos chavalas, de dos chicas de 20 años de la manera más fresca y más realista posible y lo más cercana a la verdad posible; no a la verdad, sino a mi realidad, a la que yo conozco. Y quería que la gente se encariñara con ellas y que las quisiera conocer y seguir y es lo que ha ocurrido.

P.-Escribió el relato con 20 años, y los personajes son también muy jóvenes, ¿cómo ve la juventud de hoy?
R.-Yo creo que hay mucha gente y muchas juventudes distintas. Hay gente joven muy convencional que es la que está votando al PP, pero también hay otra como los okupas, que se niegan a entrar en un sistema que no les deja ninguna salida porque no pueden pagarse un piso. Las chicas de Hola, ¿estás sola? están a medio camino de todo eso, no tienen un futuro por delante muy halagüeño. A la Niña no le interesa ir a la Universidad porque es muy poco interesante, no le interesa buscar un trabajo porque está muy mal pagado y, de momento, piensa a ultracorto plazo y dice vámonos a ver mundo y ya veremos luego.


"SI PONER ETIQUETAS YA ES DIFICIL AUTOPONERSELAS ES MAS AUN"


P.-Parece que el álter ego suyo en la película es ese personaje de Silke. ¿Se reconoce en él, en la dificultad que tiene para expresar sus sentimientos, en su forma de ser tan contenida?
R.-Eso me decía todo el mundo, que era mi álter ego. Supongo que inconscientemente sí, pero ahora no lo es. La gente cambia. Pero a lo mejor era así a los 21 años.

P.-¿Ha pasado por las experiencias que relata de sus personajes?
R.-No necesariamente. Algunas, sí; otras, no. Es autobiográfico en cuanto a que yo a esa edad también me cogí un tren y me piré por ahí, pero no es autobiográfico en otras muchas cosas.

P.-¿Y en la relación conflictiva con los padres?
R.-No, en eso no es autobiográfico. Son más las historias de alrededor, de los amigos.

P.-¿Qué mueve a una actriz a ponerse detrás de la cámara?
R.-Pues no lo sé; el actor tiene una capacidad de elección limitada, tiene que ser previamente elegido, lo cual quiere decir que puedes estar esperando que te llamen, esperando que suene un teléfono mucho tiempo, y a mí eso me desespera. Entonces, entre medias, formé la productora con estos otros cuatro socios y me metí en otras cosas. Además, el actor solamente está en el rodaje y delante de la cámara, y mi sensación siempre era que lo más divertido estaba detrás, donde había mucho más movimiento, mucha más gente.

P.-¿Y no había algo de que en este caso la historia era suya y la quería contar?
R.-Llega un momento que dices, ¿y qué tal si ahora lo cuento yo, en vez de ser el vehículo del director para contar una historia? En concreto, Hola, ¿estás sola? era muy personal y yo me imaginaba las mil formas en que no podía ser, en que no debía contarse. Yo creo que Hola, ¿estás sola? es muy pequeñita en muchos sentidos, son cositas, y si esas cositas las pierdes pues tampoco hay tanta historia. Son dos amigas buscándose la vida, en el momento de intentar entender y saber quiénes son, y eso es muy sutil.


"EN EL RODAJE DE EL SUR, CON QUINCE AÑOS, ME LO PASE COMO UNA ENANA"


P.-Con su aspecto frágil y tímido, me extrañó que Candela Peña, su actriz, dijera: "Icíar tiene mucho genio".
R.-Sí, soy muy mandona.

P.-¿Y de dónde lo saca?
R.-No lo sé. En Hola, ¿estás sola? fui muy exigente con las actrices. Supongo que a veces incluso demasiado, porque estaba muy asustada. Estaba convencida de que ellas eran las que aguantaban la película y que tenían que estar fabulosas. No les dejé relajarse ni esto.

P.-¿Es difícil hacer un casting?
R.-Es muy difícil y además muy vertiginoso, porque es el 50% o el 60% o el 70% de la película. Como te equivoques en los personajes, es muy difícil que luego la película salga bien.

P.-Y, en su caso, ¿lo tuvo claro desde el principio o le costó mucho?
R.-No, me costó.

P.-Pero con Candela había habido ya un flechazo.
R.-Con Candela hubo un flechazo al verla en Días contados; me encantó y pensé que era una actriz fabulosa y que podía ser una fantástica Trini. Pero me costó, porque te da miedo equivocarte. Y para el personaje de la Niña, vimos muchísimas; Silke apareció al final del casting, al cabo de tres meses.

P.-¿Y con el ruso?
R.-Ése fue un casting muy divertido.Lo buscamos aquí, en Barcelona, en París, en Londres, y no apareció. Al final, fuimos a Moscú y vimos a 20 rusos en un fin de semana, metidos en una habitación de hotel. Fue muy surrealista. Hacíamos una improvisación, yo interpretaba siempre el personaje de Trini y hablaba en castellano, y él hablaba en ruso, y entonces descubrí que efectivamente es posible entenderse aunque uno hable ruso y otro castellano.

P.-Por lo que cuenta, parece muy divertido. Sin embargo, en alguna ocasión ha dicho que los rodajes son muy aburridos.
R.-Para el actor se hacen pesados. Espera muchas horas para rodar. Cuando todo está listo, el actor se pone delante de la cámara y trabaja 20 minutos, y luego vuelve a esperar cuatro horas. El director esta trabajando todo el tiempo, es más divertido.

P.-Luego, cuando ha vuelto a la interpretación en Niño nadie, de Borau, ¿sintió que había cambiado algo?
R.-Sí, yo creo que he disfrutado más que otras veces. Al estar en más cosas, lo relativizas todo. He estado más relajada y he disfrutado un mogollón con el personaje y con la película.

P.-¿Cómo recuerda ahora el rodaje de El sur, a sus 15 años?
R.-Pues me lo pasé como una enana. Era la primera vez que salía de casa tanto rato, era la pequeña, todo el mundo me cuidaba un montón; era como hacer vida de mayores, aunque ya era adulta, con 15 años ya lo eres, pero salía a cenar, a comer, y estuve un mes fuera de casa, sin hermanos ni nada. Yo recuerdo que me lo pasé bomba.

Icíar Bollaín es una mujer muy racional y parecería mucho más adulta de lo que es, si sus frases no estuvieran salpicadas de términos como mogollón o flipar. A veces da la sensación de mantener una relación difícil con las cosas, como si la realidad fuera para ella un entramado esquivo. Durante la conversación, crea una espesa capa de aire entre ella y el interlocutor, a base de pausas, negaciones y circunloquios, que sólo se rasga de vez en cuando con algún gesto de complicidad o de picardía. En otras personas, esa distancia suele estar generada por los mecanismos defensivos de la timidez, pero ella consigue que parezca el aura protectora de un cierto enigma. En cualquier caso, vive con la agitación suficiente como para no conformarse con ser una actriz reconocida y haberse aventurado también como guionista, productora y directora de cine. Recientemente, ha escrito el libro Ken Loach. Un observador solidario , que es algo más que el diario de rodaje de La canción de Carla, la película que este director británico rodó en Nicaragua sobre la revolución sandinista. Es un verdadero relato lleno de peripecias de personajes auténticos y de ficción. Icíar Bollaín es también una persona comprometida, aunque no le guste generalizar en sus respuestas ni recurrir a juicios categóricos o conceptos de sociología barata. Parece disponer de un ángulo de visión mucho más personal, pero también mucho más contenido. No acierta, por ejemplo, a contestar a la cuestión de cómo ve el mundo del cine, y cuando le pregunto por rasgos de su carácter, elude las respuestas: "¿Cómo me voy a definir yo? Si es que no lo sé. Si poner etiquetas ya es difícil, autoponértelas más aún".

P.-Cuando trabajó para Ken Loach en Tierra y libertad, ¿compartía su visión sobre la Guerra Civil española?
R.-No la conocía. De todo el tema del POUM y el trotskismo no tenía ni idea. Me enteré rodando.

P.-Y, en general, ¿comparte su visión política?
R.-Él es trotskista y tampoco lo conozco tanto. Sí puedo compartir con él el interés por una serie de temas sociales. Lo que más comparto es la parte humana que tiene hacia los personajes y hacia las historias que cuenta. En el aspecto político no me siento tan radical, él está siempre cuestionando el poder, de dónde viene el poder, quién tiene el poder. Yo me lo pregunto, pero no me siento tan activista.

P.-¿No le parece una cierta tiranía por parte de Loach hacer rodar a los actores sin conocer el guión? ¿No exige una confianza ciega?
R.-Sí, claro que sí. De todas formas, yo creo que el director siempre es un poco tirano, al fin y al cabo es el que tiene la última palabra. No es democrático, en un equipo de cine no hay democracia, no se vota ni se decide en común. La gente propone, la gente hace su trabajo, pero quien decide finalmente es una sola persona. Luego, puedes ser más amable o menos.

P.-¿Qué es lo que más le impresionó del rodaje de La canción de Carla?
R.-Supongo que la misma Nicaragua. Era muy apabullante, porque la Nicaragua de hoy es confusa y está cambiando a una velocidad vertiginosa. La película recrea una Nicaragua de hace 10 años, con la gente que había vivido la revolución, y que sigue peleando por lo mismo, sin dinero, sin estructuras, sin posibilidades, pero están en lo mismo. Eso era muy impresionante. Y ver cómo el legado o las mejoras o el concepto sandinista de redistribución de las cosas está siendo borrado al galope.

P.-Cuénteme algo de su próxima película. ¿Cómo será?
R.-Yo espero que sea buenísima.

P.-¿No puede anticipar algo?
R.-Es una historia de amores y de soledades y espero que también tenga bastante humor y... eso. La estoy escribiendo con Julio Llamazares.

P.-¿Hay una visión del mundo que trata de transmitir o le basta con contar bien una historia?
R.-Yo intento hablar de gente que se pueda reconocer. Y me apetece hablar de eso con humor. A mí me gusta reconocer en la pantalla a la gente, no que me cuenten historias de gente inventada, de gente que no existe.

P.-¿Por alguna intención social?
R.-Pues igual, supongo, un poco. O porque me interesa saber qué le pasa a la gente, aunque viva no sé dónde. Cuando veo cine europeo, también me gusta saber qué les pasa. El cine es también una forma de viajar. Pero también me interesan las historias de la actualidad, mi próxima película viene de una noticia del periódico. Y también me interesa una historia que pasa en el medioevo, si así me entero de qué pasaba entonces. Busco una sensación, no de verdad, la verdad no existe y todo es muy subjetivo, pero sí de realidad. La sensación de que alguien ha cogido algo de esas personas, que ha captado algo de la esencia de la gente. n



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