Mariano Rubio de Miguel es, junto a su socio Antonio de Silóniz, el rey de las tiendas Todo a 100.
 
 
  Nº 109
   
 EL suplemento DE ESTILO DE EL MUNDO
 
DECORACIÓN
El millonario negocio de las gangas
El negocio de las tiendas chollo mueve en nuestro país más de 300.000 millones de pesetas al año. en ellas se puede encontrar desde una escoba hasta un escabel.
 
La idea es antigua, en la España prebélica de los años 30 ya existían tiendas de tarifa única que surtían sus estanterías con una amplia gama de productos para el hogar a 50 céntimos. De aquellos establecimientos no se volvió a saber, acaso terminaron sepultados por las bombas y por el escaso movimiento comercial de la posguerra. Hubo que esperar a finales de la década de los 80 para que se rescatara el concepto de precio redondo.
No hay un padre claro de la criatura, pero entre sus precursores se encontraban sin duda Antonio de Silóniz y Mario Rubio, propietarios de la franquicia Cien y Cía, con más de 200 establecimientos en España. En un viaje a Estados Unidos descubrieron las tiendas de todo a un dólar: comercios que daban cobijo a un cambalache de artículos procedentes de restos de serie y modelos descatalogados que llegaban al consumidor a precios sin competencia. Antonio de Silóniz y Mario Rubio decidieron importar la fórmula a España. En 1988 abrieron una tienda en Madrid y otra en Barcelona; 13 años después, la franquicia Cien y Cía cuenta con más de 200 establecimientos repartidos por toda la geografía española.

«Al principio no fue nada fácil poner en marcha esta fórmula - recuerda Rubio- porque los proveedores tenían muchas reticencias a que sus productos se vendieran en un establecimiento con el marchamo de Todo a 100, pensaban que abaratarían la imagen de su firma». Las dudas de los fabricantes acabaron cuando se empezaron a ver las suculentas cifras de ventas.

Ahora son pocos los que hacen ascos a la hora de producir partidas especiales para un sector que desconoce las fronteras entre los géneros comerciales. Las leyes del mercado doméstico han demostrado que es más fácil vender 750 cc. de detergente a 100 pesetas que un litro a 135 pesetas. Y esto es válido para toda la miscelánea que convive en las estanterías de estos establecimientos. Ahí el éxito de los Todo a 100, un sector que moneda a moneda, según estima Antonio de Silóniz, mueve en España unos 300.000 millones de pesetas al año.

Cien y más. Es cierto que la idea original se ha desvirtuado y que no todo vale veinte duros. Bajo el reclamo del precio unitario la mayoría de las tiendas ofertan un abanico de mercancía que se paga en billetes. Sin embargo, el grueso del negocio se realiza con la gama de productos económicos y de uso cotidiano. Los artículos de limpieza y droguería vienen a significar un 50% de las ventas. «Este tipo de comercio funciona con un doble registro. Por un lado vendemos material atemporal y de primera necesidad como un rollo de papel higiénico, una taza de desayuno o tres horquillas para el pelo. Por otro, siempre estamos con constantes campañas estacionales. Flotadores y gafas de sol en verano, artículos escolares en otoño, pequeños regalos para Navidad. También todo tipo de artículos de menaje, accesorios de hogar, algunos muebles, ropa, artículos de ferretería... A mí me gusta decir que somos como los pequeños Corte Inglés del barrio porque tenemos prácticamente de todo para todas las fechas del calendario», señala de Silóniz.

Y como en los grandes almacenes, este empresario sostiene que uno de los secretos de los Todo a 100 es que los compradores siempre salen con algún artículo de más en la cesta. Y hasta defiende una posible función terapéutica: «En esta sociedad de consumo donde la gente necesita comprar para sentirse bien, nosotros les ofrecemos una amplia gama de productos sin que se resienta su tarjeta de crédito».

La receta de trabajar con márgenes muy pequeños pero con un alto volumen de ventas ha funcionado muy bien hasta hace poco. Ahora se apuntan síntomas de crisis y un claro culpable: la sobreexplotación del sector. Julio de los Reyes, propietario de un Todo a 100 en el barrio de Canillejas de Madrid, recuerda con nostalgia mercantil lo que fueron los años 90: «En mi tienda de 60 metros cuadrados llegué a facturar seis millones al mes, pero esa época desafortunadamente ya acabó». En plena era del autoempleo, este tipo de comercio se ha convertido en una salida laboral fácil. «¿Qué ha ocurrido?, pues que se ha sobrecargado el mercado. Cualquiera que tiene un local monta un Todo a 100, yo he llegado a ver en la misma manzana hasta tres establecimientos seguidos que ofrecen lo mismo, y claro así no se puede funcionar», diagnostica de los Reyes.

Calcular el número de tiendas que hay en España resulta complicado porque no hay un registro concreto que englobe a los Todo a 100; tampoco cuentan con una organización empresarial que los agrupe. Además, es un negocio guadiana en el que mucha gente entra al ritmo que otra sale. Hay que recurrir a la aritmética de los almacenes mayoristas para fijar una horquilla entre 10.000 y 15.000 locales, la mayor parte de ellos en Madrid y Cataluña, comunidades en las que la comunidad china tiene mucho peso en el sector. Según Julio de los Reyes, los orientales representan una competencia fuerte y desleal «porque abren todos los días y sus horarios llegan hasta la medianoche». Otros comerciantes españoles que prefieren omitir sus nombres van más allá y señalan que los chinos, con la venta de productos alimenticios o medicinales sin la regulación adecuada, son culpables de la cuota de desconfianza que despiertan los Todo a 100 entre los consumidores. «Lo cierto -señala Mario Rubio- es que nuestra imagen está apenas un peldaño por encima que la del mercadillo, y es injusto porque Sanidad y Consumo nos somete a constantes inspecciones».

En un sector desgremializado y hasta enfrentado étnicamente, la llegada del euro fragmentará aún más el panorama. Hay comerciantes, como Julio de los Reyes, inclinados a fijar los precios en 0,75 céntimos de la moneda única, el equivalente a 125 pesetas. La franquicia de Rubio y de Silóniz prefiere apuntar directamente a la fracción unitaria de euro, 166 pesetas, ofreciendo mayor cantidad de producto: «Si con 100 pesetas ahora se puede comprar un vaso, con un euro se llevarán dos»

Sea como sea, los Todo a 100 tienen los días contados y pronto empezarán a verse en toda España miles establecimientos con nuevos rótulos. Todos en euros. Quizá Casi todo a un euro.
 
ERNESTO GÓMEZ
 
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