Rosa: con tres o cuatro años posa disfrazada
 
 
Una de las últimas fotografías de Rosa tomada antes de concursar en “Operación Triunfo”
 
 
Su hermano menor muestra orgulloso un gran retrato de Rosa
 
 
David Bisbal: el Luis Miguel de Almería
 
 
Bisbal con unos cuatro años
 
 
David Bisbal con su orquesta Expresiones
 
 
Raquel, la novia de Bisbal
 
 
 
 
La primera comunión. Serio y sin lágrimas: así era David Bustamante a los nueve años el día que comulgó por primera vez vestido de marinero.


OPERACIÓN TRIUNFO / ¿QUIÉN GANARÁ?

Viaje a la cuna de tres estrellas

De Armilla, de San Vicente de la Barquera, de Almería. De allí salieron hace sólo cuatro meses Rosa, David Bisbal y David Bustamante, los héroes de la España real. Mañana empieza la última cuenta atrás para saber cuál de los tres jóvenes acudirá a Eurovisión. Mucho se ha dicho de ellos, de sus orígenes, de sus vidas... Magazine ha recorrido sus pueblos, ha estado en sus casas y ha rastreado hasta en los sueños que algún día tuvieron para descubrir cómo son de verdad, antes de que les “tocara” la fama. Además, nuestra “eurovisiva” Massiel analiza los pros y contras de cada candidato para representarnos el 25 de mayo en Estonia.

Elena Pita / Juan Carlos Rodríguez / Juan Carlos de la Cal

ROSA


Es la ilusión de Armilla (Granada), la niña grande del chándal fucsia. Pocos la conocían y ahora hablan de ella como una hermana

“Estamos en manos de España”. El padre de Rosa, Eduardo López, quiere decir que el futuro musical de su niña pasa por la voluntad popular del país, como un referéndum, vaya. Si España quiere, Rosa irá a Eurovisión y, entonces, tal vez allí se trunque su carrera. Si España no quiere, y BMG-RCA –la discográfica que editará su primer disco– no parece querer, Rosa llegará tan lejos como se aplique, porque su voz da para mucho. Y ella, aplicada es. Lo dicen quienes la han conocido, antes y después de..., en el colegio, en la familia, en las salas de fiestas... Aunque Rosa, la famosa, como ahora le dicen en Granada, haya sido siempre la gran desconocida. Tímida, sencilla, humilde, transparente, cariñosa, alegre: la niña en segundo plano, porque está convencida de que “yo soy menos que nadie”. Nos lo cuenta su padre, y también sus hermanos, seguros y orgullosos de que su niña “nunca va a cambiar”. Tarea que les queda a sus promotores musicales, y a la fama.

“A la Rosa la hicieron en Peñuelas” (1980), así tal cual lo dice su prima Pili, que es de allí y allí la espera, para que le cante lo que le pida, que si Francisco Alegre que si Moreno de Torres. Pili tiene sólo un año más que Rosa, pero apenas guarda recuerdos de su infancia común. Porque los López Cortés enseguida se fueron, “deambulantes, de aquí para allá”. Primero al Polígono, el de La Cartuja, un barrio no muy allá, mayormente gitano, que ahora acoge también la inmigración. Luego al Zaidín, también en la periferia de Granada, y por fin, hace apenas un año, Armilla, ciudad dormitorio, un poco más al Sur en la Vega. Lo de venirse a Armilla, dice su tío Octavio, “era una ilusión que venía de lejos”.

Veamos, el hilo conductor de los López Cortés es una mitad y mitad entre el canto y la carne; ésta, preferiblemente de cerdo. Un origen que les viene del mismísimo Fuente Vaqueros, vecinos de Lorca, de donde eran los bisabuelos maternos Rafaelico y Frasquita: carniceros y maestros del flamenco. En Armilla, allá por los años 60, los Cortés tuvieron finca con ganado, y cuando les fue a menos, porque los megamarkets engullían el negocio pequeño, en la misma Vega les quedó el proveedor, de cerdo y de conejo. Por aquel entonces el padre de Rosa tenía nada menos que tres establecimientos cárnicos en el Zaidín, que se surtían de Armilla. Las tiendas tuvo que cerrarlas, pero montó un asador de pollos y compró la casita donde ahora viven, en Armilla, junto a la base aérea.

Cargados de pasteles. Pese al ganado y los militares, en Armilla huele a dulce pringón, a anís y a azúcar: no hay cafetería que no sea además pastelería o confitería. Donde más recuerdan a Rosa y su familia es en Marysol, que tiene horno propio. “Bajaban de la furgoneta y cargaban pasteles que no veas. ¿Sus favoritos?, la torta de chicharrones y la manta de coco y de almendra”. Cerdo y azúcar; la manta es un bizcocho. El asador de pollos también hubo que cerrarlo: por todo bien de explotación les quedó una furgoneta Fiat medio desvencijada y la voz de Rosa, diamante en estado puro.

Y así el padre se dedicó en vida a los portes de mercancías y a las actuaciones de sus hijos: Javi, el pequeño e inseparable de Rosa, al teclado; ella, a la voz. Debutaron en La Aurora, Polígono Tecnológico de Armilla, una sala de fiestas, bodas y bautizos a lo bestia. Pili, la mujer del propietario, también canta, y así, en una discoteca, conoció a Hernán y Yolanda, tíos de la Rosa, cantantes también, que se hicieron fijos del local, amenizando las noches, y que trajeron detrás a los López Cortés en pleno: los padres y los cuatro hermanos, inseparables, cenan cerdo (“carne grande y mucha”, dice Cristóbal, el dueño), toman una copa y algo siempre cantan. Así empezó ella, con mucha timidez: hace cuatro años que subió al escenario. Desde entonces, en mayo comuniones, bailes por Navidad y bodas, todas. No imaginan la que se montó en La Aurora la noche de la final: pleno en el local, cada uno se iba por su lado, a llorar en soledad, la Rosa, la Rosa, ¿y si va a Eurovisión?, uhhh... “si va, gana”. Es la ilusión de Armilla, la niña grande del chándal fucsia. Pocos la conocían, casi todos la recuerdan. Ahora hablan de ella como de una hermana, la televisión que hermana.

Javi apenas sale de la casa más que a comprar cintas vírgenes de vídeo. Atrincherado entre los cuatro muros, incrustados los muros con cantos de río, alicatados hasta media altura. Y el niño, atrincherado, tumbado cuan grande es sobre la mesa del comedor, respondiendo al teléfono, que no para, un ojo puesto en la Panasonic: “Ahí la tienes, más delgada y más guapa, pero como siempre: qué va a cambiar la Rosa, ni nosotros, tampoco”. ¿Y si el futuro lo exige? “Sola no la vamos a dejar, nos tendremos que ir todos a vivir con ella, a donde vaya, y si pide un pianista, pues yo me voy con ella, qué ilusión”. Una enorme foto de Rosa preside el salón de la casa, una foto de antes, que hicieron para el bu, o sea el book, “para los carteles de actuaciones y eso”: Rosa agitanada insinuando algo por aquel escote. Es la foto preferida en todo Armilla. La pastelera la cogió para la primera tarta que hizo con la cara de la niña, y las mujeres del pueblo que no quieren otra Rosa, ahí sí que estaba guapa. Bajo las faldas de la mesa, un brasero calienta el piso de terrazo, sobre las faldas, un mantel de encaje plástico con la firma a bolígrafo: Rosa, a ver quién la borra ahora. La tía Sacramento, madrina de Rosa, ha venido a poner orden y preparar algo en la cocina, “qué apañá que es mi tía”, dice Javi. Y la tía le regaña por el desorden que hay en el cuarto de la hermana. El cuarto, presidido a su vez por un enorme corazón a modo de cabecero, la niña del corazón, una cama ancha cubierta de edredón satinado, habitada la estancia de peluches de la niña, claveteada la pared de sus éxitos recientes.

Sin afán de protagonismo. Javi cuenta que nunca fueron de salir, qué va, “todos los fines de semana teníamos faena, nos llamaban mucho”. Rosa, la novia de la música, jamás conoció varón, “quiso ser cantante desde chiquitica”. Hasta los estudios dejó por la música, “y capacidad para sacar el título tenía”. Lo cuenta Alfredo, profesor de Ciencias Naturales en el Instituto Virgen de las Nieves. Pero a mitad de cuarto, de la ESO, se plantó. Los maestros hablan de una niña empeñada en aprender pese a lo que le costaba, esforzada, tímida, alegre, sencilla, sin afán de protagonismo: “Ni siquiera en las excursiones la habíamos oído”, dice Alfredo. Cuentan también una pasión oculta: ir al karaoke a cantar, con su mejor amiga. La profe de Educación Física recuerda lo buena que era en ritmo y expresión corporal, que casi le dirigía la coreografía de fin de curso, que así se salvaba ella el curso, porque buena, lo que se dice buena, en gimnasia no era, por el volumen, pero ágil y flexible, sí. Cuenta también Milagros que era como la madre del grupo y tan buena compañera...

Pero ya se sabe lo que ocurre cuando el dinero entra en el juego. La madre ha intentado capitalizar la difusión de noticias en torno a su hija, la discográfica les ha advertido que quieren una artista seria, no un freak: no más Crónicas marcianas en torno a la niña. La consigna es no hablar con la prensa. Pero van y hablan, porque la fama les ha tocado a todos, y a los López de Peñuelas, también: “Esta Rosa dónde nos ha metío, sólo hablamos de ella, unos por otros no hacemos nada más, y nos lo han prohibido, pero si quieres, vienes, que nosotros estamos aquí y arreglamos, ¿me entiendes por dónde voy o no me quieres entender?”. Pili tiene fotos de Rosa cantando hace poco en la boda de su hermana, si uno entiende se las deja copiar.

El futuro de Rosa es un disco que saldrá a finales de abril, producido por Alejo ex Tequila, para el que todo el mundo ha mandado canciones, Armando Manzanero, José Luis Perales y muchos más. “No, no será la bomba, será un disco sencillo porque bastante sofisticada es ya su voz”, explica Gonzalo López, director de RCA, buscando el equilibrio. “Tengo un plan perfecto para ella”, que pasa por viajar a Nueva York a grabar coros de Gospel, por viajar y ver mundo y rodearla de gente interesante. ¿Y si va a Eurovisión? “Eso no lo decidimos nosotros, eso lo decide la gente, pero estamos preparados para todo”. La promoción la tiene hecha: “Esto es como promocionar un partido de fútbol: todo el mundo se cree entrenador, todo el mundo tiene una opinión y todo el mundo va a criticarlo. Me la quitan de las manos”. Dice que Rosa tiene una voz con mucha personalidad, que no es un clon de orquesta, y que harán de ella una gran artista. A ver cómo se apaña la familia sin ella.


BISBAL


Le ha regalado a sus padres el piso que se acababa de comprar y un coche a su hermano. Como le escribió Nina, “es ese corazón grande el que te hace cantar tan bien”

Alba, una niña salmantina en plena edad del pavo, escribió la siguiente declaración de amor el pasado 29 de diciembre: “bisbal, si supieras como t kiero. tengo 13 años y no se me da nada mal cantar, a todos los concursos que he ido he ganado el primer premio. t kiero muchisimo y t apoyo. tng toda la habitacion llena de posters tuyos y todas las noches los beso y te digo ‘buenas noches, bisbal’. ojala haga mi sueño realidad, ir a operacion triunfo y verte. t kiero muchisimo, hoy llevo todo el día llorando por ti porque se que nunca te voy a ver. t voy a dar mi numero de teléfono. Llama porfavor, aunque solo sea para oir tu voz. Te quiero muchisisisisisisismo. diras que con 13 años no se puede querer tanto, pero es verdad. Bueno, m despido y porfavor, llamame. BESOS”.

La misiva es sólo un ejemplo de los cientos de mensajes que llegan hasta la redacción de La voz de Almería desde que el diario abriera el foro David Bisbal en su web. Evidentemente, Alba no se lleva demasiado bien con la gramática, pero lo que nadie puede negar es que está locamente enamorada de Bisbal. Alba quiere con k de kilo, pero quiere muchisisisisisisisimo, como probablemente nunca antes había querido a nadie, o al menos así, y por eso antes de acostarse besa los pósters (no le basta con besar uno) de su cantante favorito y dice “buenas noches bisbal” como en tiempos de Los Pecos los niños rezaban “cuatro- esquinitas-tiene-mi-cama-cuatro-angelitos-que-me-la-guardan”. Alejandro Sanz ya se le ha quedado viejo a la arrobada Alba, que sólo llora por Bisbal y le ofrece su teléfono particular y sueña con triunfar como él y oír su voz porque a su lado se siente seguraaaa, a su lado no dudaaaa, etcétera. Ha nacido un ídolo. Y una fanbisbal.

Aterrizamos en Ciudad Bisbal, antes conocida como Almería. Quien dice antes, dice desde el 20 de octubre, fecha en que el joven almeriense entró en la academia Operación Triunfo. Desde que se perfiló como favorito para ir a Eurovisión, además de encandilar a media España con su apasionada voz (“metálica, timbrada y malditamente joven”, según un experto), ha puesto de moda el movimiento descontrolado de cadera, el rizo engominado y el aleteo de las fosas nasales de horma ancha (el fiato o capacidad para respirar). Nunca fue nominado. En la gala del 11 de febrero obtuvo el 20,09% de los votos, tras Rosa de España (26,06%) y por encima del Señor de los ladrillos (18,08%). Como Bustamante, Bisbal ha fichado por la discográfica Vale Music. En cuatro meses ha pasado de tener el póster de Luis Miguel en su habitación a ser apadrinado por Kike Santander (productor de Gloria Estefan, Jennifer López o del último disco de Santana), que le ha ofrecido grabar un disco en Miami este mes. Ni en los mejores sueños.

Sábado, 16 de febrero. Esquina de la calle Granada con Cantavieja, barrio de Los Ángeles. Tras un día de infructuosas gestiones, los padres del artista nos abren su casa. Acaban de regresar de La Seu d’Urgell (Lleida), donde han estado con su hijo y las familias de los otros finalistas. “El hotel era una maravilla: sauna, piscina aclimatá... No estamos acostumbrados, nosotros somos gente humilde y trabajadora”, explica la madre, María Ferre. Desde hace 20 años cosía para la tienda Marín-Rosa. El éxito de David acaba de retirarla. “Nos ha regalado el piso que acababa de comprarse. Él nos dice: ‘Lo que quiero es que seáis felices’. A su hermano José Manuel (que le saca once años y trabaja como administrativo en un hospital) le ha regalado el Fiat Uno del concurso; el reloj Viceroy lo tiene ahí para su padre, y a su hermana María del Mar (que le saca ocho años), otra sorpresa”. El benjamín de la familia siempre echa de menos las paellas de su hermana, madre de un bebé de cinco meses. “Como le dijo Nina, cuando hablo con él le repito que nunca deje de soñar”.

Entramos en la habitación del artista. Una rubia en biquini ocupa parte de la pared, decorada con un póster de la orquesta Expresiones y otro de Operación Triunfo. Sobre la cama, el sombrero de Coyote Dax y discos firmados por Sting, David Civera, Mónica Naranjo... Tampoco falta la camiseta OT ni el sobre “no... 2” que le declaraba finalista. Cuando vuelva podrá leer La voz interior, de Eileen Caddy, que le regaló Nina, y se emocionará con su dedicatoria: “Siempre he pensado que una mala persona no puede cantar bien... y claro, después de conocerte entiendo cómo es posible que cantes de la forma que lo haces. ¡Me siento tan afortunada de haberte conocido!”. Para afortunados, sus amigos. “Que sepas que para muchos tu voz es su música”, le escriben henchidos de lirismo en una foto de grupo.

De familia. El padre de David también tuvo su baño de multitudes. “Pepe Bisbal, el ídolo de las juventudes en el boxeo y el cante”, rezaba su carta de presentación en los 60. Lo recuerda y se emociona. “Canté en Los Jilgueros y Los Canasteros, y fui siete veces campeón de España de boxeo en peso gallo y pluma. No he abarrotado el Carrefour como hizo mi hijo en Navidades, pero he llenado plazas de toros. En el 63, la primera vez que fui campeón me recibieron con 40 coches de caballos. Mi carrera duró 18 años. Tuve que tragar mucho para llegar a la fama. A mi hijo le digo que abra los ojos, que no se deje engañar. Al menos, él está en buenas manos”. Cuando perdió la voz, y como los títulos no daban para comer, trabajó tres años de carpintero en los spaguetti western rodados en Almería. Hasta el 72, cuando entró en el Ayuntamiento. Ahora se ocupa del mantenimiento de coches de la Policía Municipal. Nunca perdió la afición musical; gracias a él, David borda Campanera, de Joselito.

“Siempre ha sido la alegría de la casa”, interviene la madre, que le define como “cariñoso, bromista, nervioso y tímido. En esto ha salido a mí. Cuando me acompañaba al taller, le pedían que cantara Bailar pegados y él se escondía tras de los colgadores de ropa. Si le ofrecían 20 duros, se arrancaba con unas sevillanas de El Turronero o con Sergio Dalma. Ahora están todos como locos con él”. El propietario de la peluquería De Diego, que organizó fiestas de apoyo, afirma que sus clientes empiezan a pedirle el rizo a lo Bisbal. “Y nos interesa económicamente, porque así hacemos más permanentes”. Ana y Rocío, dos de sus peluqueras, piensan presentarse a los castings de OT.

Como estudiante fue “normalico”, señala Federico Fuentes, que fue su maestro en el Colegio Goya. “Eso sí, para las murgas tenía muy buena disposición”. Ahora le pone como ejemplo para explicar a sus alumnos que todo en la vida se logra con esfuerzo. El cantante cursó hasta 2o de BUP en el instituto Al-Andalus. Fernando Martín, su profesor de Educación Física, dice que “le gustaba mucho el ciclismo. Una vez propuse una ruta hasta el cabo de Gata y me lo estuvo recordando todo el año. Era nervioso, y ya imitaba a Chiquito de la Calzada”. Admirador de Indurain, corrió un año en el equipo Yoplait.

Cuando dejó el instituto, sus padres le apuntaron a un curso de operario forestal. Allí Ma del Mar Martínez, que trabajaba en la escuela taller de jardinería, descubrió “lo bien que cantaba mientras colocaba los plantones”. Se lo comentó a su marido, Pepe López, de la orquesta Expresiones. Con más de dos décadas sobre los escenarios, el músico reconoció su talento cuando le escuchó cantar un bolero de Luis Miguel. Corría la primavera del 98. El grupo se estaba reestructurando y Bisbal se ganó a pulso el puesto. “Venía solo a la sala de ensayos a estudiar. Aunque le faltaba la técnica, tenía muy buena voz y ponía mucho sentimiento. Nosotros fuimos su primera academia”.

Juan Morata, dueño de la empresa P’adelante, lleva más de 15 años contratando actuaciones para Expresiones. “Con el boom de OT ha duplicado su caché”, dice. “La primera vez que le vi me llamó la atención cómo transmitía”. A Morata no le importaría ser road manager. Pero tendrá que peleárselo: un redactor de Cultura de La voz de Almería también quiere trabajar pegado a Bisbal.

David conoció en la orquesta a su novia: Raquel, de 25 años. Ella fue quien llamó a TVE y le acompañó a las pruebas. Desde entonces, Ricitos de oro siempre lleva un bebé de la suerte que le regaló su suegra. “No tengo nada que hablar”, dice afligida la chica, dolida desde que la prensa difundió que entre Chenoa y David había algo más que amistad. Cuando cantaron Escondidos casi incendian el plató, y hasta se rumoreó que tuvieron un affaire en el baño de la Academia. Raquel sigue manteniendo buena relación con la familia de su novio (aunque él sólo le regalara un frío abrazo en el programa de Concha Velasco). “Es majísima”, dice la madre. “Siempre tuvo una confianza ciega en él. No sé cómo acabarán, pero no me gustaría perder su amistad. Me da lástima que las revistas la hayan sacado desfavorecida. Tiene tiroides y tendencia a engordar, pero pesa 20 kilos menos”.

Mientras David se esfuerza de cara a la final, se rumorea que las discográficas prefieren quemar a Bustamante en Eurovisión para que las carreras de Bisbal y Rosa no queden enturbiadas con el mal fario del festival. La posición de la madre es clara: “Vaya quien vaya, me da igual. Mi niño me ha dicho que con lo que ha logrado se da por satisfecho. Pero si no va, mataría muchas ilusiones”. Y Alba, su fan no 1, lloraría muchísisisisisisisimo.


BUSTAMANTE


El último gran héroe cántabro. Si va a Eurovisión, deberá aprender cómo se dice “mecagondiez” en estonio

Hoy el andamio está en silencio. Mejor dicho, la orquesta sigue tocando todos los días su monótona sinfonía de obra: el run run de la hormigonera da la pauta, el chirriar de las poleas acompaña el tono, el son de los martillos y piquetas marca el ritmo... Pero el solista ya no está. Dicen que el pasado 11 de septiembre se quitó el mono –y no porque tuviera algo que ver con los atentados de Nueva York– para presentarse a un casting en Oviedo y, seis meses después, todavía no ha vuelto. Ahora, los que cantan son sus primos –compañeros de paleta–, sus colegas del Spider, sus amigos del instituto y hasta su abuela Angelina, que se santigua de emoción cuando ve el retrato de su nieto empapelando las calles y plazas del pueblo.

Y es que en San Vicente de la Barquera –3.500 habitantes–, aldea bonita donde las haya, consideran a David Bustamante como “el último gran héroe cántabro”. Razones no les faltan. Las crónicas más viejas hablan de que la localidad fue repoblada en plena Reconquista por “cautivos cristianos de los moros” que marcó –según la Historia oficial– el “carácter emprendedor y tenaz de sus habitantes”. Y, a pesar de ello, ningún hijo del pueblo había alcanzado semejante fama durante estos siglos como Titín (como apodan a David). Claro que entonces no había televisión, ni móviles para votar, ni conciertos profanos... Eran tiempos de bellos príncipes, románticas princesas, brujas malas y señores feudales cuyas operaciones triunfo consistían en conquistar el mayor número de tierras posible. Ahora, las huestes se han unido naturalmente para defender lo suyo, al suyo, al joven paisano adorado por las adolescentes de medio país y denostado por los más puristas que no se creen aquello del currante que quiere dejar de poner ladrillos para convertirse en un ídolo (ya lo es), del que aspira a ser “la voz del pueblo” (del suyo también lo es), del chaval de lágrima fácil que repite chillando que no quiere “despertar de este sueño”, de un tal David que como en el cuento de Cenicienta ha encontrado un zapato de cristal hecho a su medida.

No hace falta andar mucho por San Vicente para dar con el rastro del muchacho. Bajo los soportales de la avenida principal se escuchan casi en estéreo sus últimas interpretaciones televisivas. El sonido proviene de un altavoz colocado en plena calle ante la Oficina de apoyo a David Bustamante, un local cedido por el Ayuntamiento y que tiene todos los tintes de despacho de promoción electoral venido a más. Por 12 euros allí se puede comprar una camiseta con su imagen grabada, un póster a tres y pañuelos por uno. A este negocio le llaman ahora merchandising, cuando siempre fue una pura y dura parafernalia para promocionar a los héroes locales. “¿Tú no harías lo mismo si a uno de tu pueblo le pasa algo así?”, responde el encargado de la oficina cuando el visitante comenta sorprendido el despliegue de medios. “Ha sido una bendición para todos”, asegura el dueño de uno de los restaurantes de San Vicente. “Nunca se ha visto tanta gente aquí los fines de semana fuera de temporada. Damos más comidas que nunca y muchos clientes confiesan que se han desviado de la autopista al ver anunciado el pueblo de David Bustamante”.

“Salvemos a David”. “Vota por David”. “Felicidades David”. Los ojos del chaval, personalizados en miles de carteles pegados en los escaparates, miran al paseante desde todos los ángulos camino del puente que cruza la ría que divide al pueblo en dos. Al otro lado está el barrio de La Barquera, cuna de pescadores metidos a albañiles y de albañiles que pescan por afición. Allí viven los Bustamante, familia grande y dicharachera, llena de hombres, de energía y de acción para llevar en volandas a su miembro más ilustre. El que lleva la voz cantante de la familia –a excepción del propio David, claro– es su tío Javier, socio de la empresa constructora (Hermanos Bustamante) junto con Gervasio, el padre de la estrella. Él es quien ha organizado el club de fans –3.000 socios ya y otros 2.000 en lista de espera– y el que ha enseñado al joven lo que ha aprendido de albañilería en estos casi dos años de andamio. “Se le daba bien. Comenzó desde abajo y cuando lo dejó ya tenía la categoría de oficial de segunda. Más o menos, con horas extras y todo, ganaba unas 130.000 pesetas al mes”, asegura orgulloso desde una mesa del bar El Retiro, cuartel general de los Bustamante y allegados, y lugar de referencia para asistir los lunes a las galas de Operación Triunfo.

A Javier le encontramos un domingo por la mañana departiendo con media docena de fans llegadas desde todos los puntos de España: allí estaba Amandita, la vicepresidenta del club, que vive en Salamanca; y Sandra, que ha llegado de Barcelona. Y la madrileña Noelia, que asegura que a ella sólo le gusta David por su voz “porque físicamente se me queda pequeño: tiene cuatro años menos que yo...”. Todos nos reciben con bastante desconfianza. No les han gustado las noticias de algunos medios –el mundo entre ellos– donde se cuestionaba la victoria de su ídolo. “Nosotros somos los bustalibanes que decís en vuestro periódico. ¿Tan terribles os parecemos?”, pregunta Javier un tanto hostil al recién llegado. Pero los cabreos de la buena gente de mar van y vienen, como las olas, y hablando de David, su pasión, todo se olvida...

Fue en el bautizo de su hijo Diego cuando toda la familia fue consciente de su don natural para la música. “Ahí se marcó una versión del tema Guitarra de Los Pecos que nos dejó sin aliento”, afirma Fredo, el mayor de los tíos de David y propietario de una pescadería en San Vicente. Poco después, la vida del chaval se cruzó con la de Alfonso Noriega, el maestro, por aquel entonces encargado de dirigir la Tuna musical del colegio de Cristo Rey y que fichó a David para que se marcase una interpretación del Tamborilero de Raphael en una actuación navideña. “Les recomendé a sus padres que le llevaran a un foniatra y éste les dijo que estuviese un par de años sin cantar para proteger su garganta durante el cambio de voz”, dice su descubridor. Es casi imposible encontrar hechos trascendentes en la vida de David. “¿Y qué quieres? Tiene sólo 19 años”, apunta su tío Toñín. Un concurso de karaoke que ganó con la interpretación de la canción Libre, de Nino Bravo, un concurso de guapos que se llevó de calle y el morro que le echó para pedirle a uno de sus grandes ídolos, Sergio Dalma, que le dejase ser telonero de un concierto que dio en la zona son todos sus bolos musicales antes de irse a la tele. Los otros bolos los hizo jugando al fútbol, su otra gran pasión, como interior derecha del Perines, equipo filial del Racing de Santander.

Sus amigos David, Borja y Esteban aún le echan de menos en las noches de marcha que acababan remojadas persiguiendo olas en las playas de San Vicente. Entre dientes, la única indiscreción que tienen hacia su colega es el amor “que le trajo de cabeza”, una tal Marta, veraneante de Barakaldo, con la que mantuvo un intenso romance hace no demasiado tiempo. “Ahora no se comerá nada desde que le dijeron que con cada eyaculación se pierden dos tonos”, comentan entre risas. Porque David, antes que cantante, sigue siendo joven, muy joven, demasiado joven para cambiar de la noche a la mañana... Al chico de pueblo, coqueto y presumido, sentimental y nervioso, le espera un carrerón. Por cierto, ¿cómo se dirá mecagondiez en estonio? A lo mejor, para Eurovisión, le hará falta saberlo.

   
   

 


OT según Massiel

    ROSA / Nuestra Aretha Franklin


A favor. “Rosa es la bomba. Tiene la voz más potente y más carismática de todos los concursantes de ‘Operación Triunfo’. Se puede decir que en España no hay nadie con una voz como la suya. Cuando canta en inglés parece Aretha Franklin, aunque no tenga ni idea del idioma, y eso tiene mucho mérito. Su sencillez y su naturalidad también juegan a su favor porque hacen que llegue mucho al público”.

En contra. “Si al final es la elegida para ir a Eurovisión, su papel y también su carrera futura dependerán de que consiga encontrar un repertorio adecuado a su personalidad. Si confiesas que todavía eres virgen y toda tu vida has estado pegada a tus papás actuando por las Alpujarras, pues no puedes cantar lo mismo que Luz Casal, por ejemplo. En cuanto le pongan un logopeda que le enseñe a hablar bien y le hagan los dientecitos mejorará todavía más”.


    BISBAL / Las aletas de su nariz


A favor . “Este chico tiene muy buena voz y se mueve fenomenal en el escenario. Lo hace todo muy bien, es muy guapo y también mueve muy bien las aletas de la nariz, que eso gusta mucho. Es un chico con un estilo muy comercial y oportuno, un poco de la cuerda de Ricky Martin. En Hispanoamérica puede ser un ‘pelotazo’, tan delgado y rubito. Ya lo ha sido Enrique Iglesias y eso que tiene voz de almeja”.

En contra. “Yo creo que será el elegido para cantar en Eurovisión, quizá con Rosa y Bustamante haciéndole los coros, o algo así. Pero su éxito dependerá mucho de la canción que le toque interpretar. También habrá que tener en cuenta todos los tejemanejes que rodean a este festival y la calidad de los demás participantes. Aunque en España hasta ahora no se le haya dado mucha importancia a Eurovisión, el resto de los países siempre ha mandado intérpretes muy buenos”.


    BUSTAMANTE / Un niño muy “tiernín”


A favor. “Tiene una voz normal, no es Ricky Martin bailando ni es Nino Bravo cantando, pero es un niño muy ‘tiernín’. Yo soy cántabra como él y sé lo que es venir del andamio y todo lo que se siente. Él se emociona mucho y llora mucho. Más que yo, que soy la que más llora de España. Por su simpatía, se ha hecho ya un hueco en el corazón del público”.

En contra. “Si llega a Eurovisión, va a necesitar una canción muy buena para ganar. Lo peor que les puede pasar a todos es que no encuentren la canción adecuada. Aunque, para mí, lo ideal hubiera sido que fueran al festival Rosa y Bisbal con Chenoa y Manu Tenorio, que se han quedado fuera sin merecerlo. Darían muchísimo juego al público y también a la prensa, tanto o más que The Mamas and the Papas, Abba o Mocedades”.


Declaraciones recogidas por Javier Casado.
   

 


Los eurocantantes

Eurovisión ha servido, en ocasiones, para lanzar a la fama a artistas, hoy consagrados, como Raphael, Julio Iglesias, Sergio Dalma, Paloma San Basilio o Mocedades. Otros, como la Década, acudieron en el año 1988, gracias a su creciente éxito, e hicieron de “La chica que yo quiero” la canción del verano. No siempre fue un trampolín; para Conchita Bautista, Víctor Balaguer, los primeros representantes que tuvimos, y más recientemente Lydia, el festival fue un mal paso del que no se recuperaron. Nuestras triunfadoras, Massiel y Salomé –que compartió el primer puesto con otros países–, están hoy más volcadas en el socorrido mundo televisivo. Más discretas han sido las segundonas Karina, Betty Misiego y Anabel Conde, de la que apenas se habló después. Los rumberos también tuvieron su hueco: Peret, el gitano catalán, o las voluptuosas Azúcar Moreno, todavía en activo, mientras que Remedios Amaya no tuvo la misma suerte. Algunos se han dedicado a la música en circuitos minoritarios, como Patricia Kraus o Serafín Zubiri, o han seguido de compositores, como Mikel Herzog y Alejandro Abad, arreglista de “Mi música es tu voz” de “OT”. Uno de los más conocidos, y no precisamente por sus canciones, es Jaime Morey, antes “la voz de arena” y ahora “el padre de la novia” de Gescartera.

Olga Sobrino / Loli Santamaría

   
   
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