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M A G A Z I N E 
145   Domingo 7 de Julio de 2002
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Sin miedo. Melodía, la popular Melody, muestra ante la cámara del fotógrafo la misma naturalidad y desparpajo que en sus actuaciones.
Música | El fenómeno Melody
Una estrella en formato miniatura que viaja con su maestra

Ni niña ni mujer, Melody es una estrella. A sus 11 años recorre el mundo adulto a bordo de una enorme excitación: gira americana, exámenes, un nuevo disco, “Muévete”, y conciertos. Disfruta con lo que hace, pero ¿llegará el día en que se pregunte por qué no tuvo una infancia normal?

 
Padre e hija. Melody, maletita azul celeste de la gatita Kitty, viaja siempre acompañada de su padre, Leandro, ex cantante de Los Quillos, que abandonó su carrera para dirigir la de su hija.
 
 
De hotel en hotel. Melody hace los deberes junto a su padre. Una maestra viaja con ella.
 
 
Coqueta. Como una profesional, Melody cuida su imagen y da instrucciones al maquillador.
 

por Elena Pita. Fotografías de Chema Conesa


Una especie de turbamulta atraviesa el pasillo de norte a sur. En medio de la polvareda, una princesa; diminuta, perfectamente esculpida en sus cortas dimensiones, ingrávida, ideal. Melodía, la niña artista, lleva siempre alrededor un enorme ajetreo. ¿Y qué imaginan que hace la princesa mientras su cohorte se afana en vender, divulgar, montar bailes y ruidos, grabar; es decir, componerle la vida? Pues soñar. Melody (Dos Hermanas, Sevilla, i99i) anda mayormente de mirada perdida. Tiene ii años y más de 600.000 discos vendidos de su baile del gorila (De pata negra), es disco de oro en toda Suramérica, triple platino en España, i50.000 copias en Estados Unidos, versiones en inglés y spanglish; lleva subida al escenario desde los cinco, de feria en sarao, junto a su padre, Lorenzo, que fue hasta ayer cantante de Los Quillos, un grupo de hermanos que hubo de hacerle a la hija un hueco en sus galas como artista invitada, tal éxito tenía la chiquilla. Y Melody que aún juega a ser niña, en su cuerpo casi adolescente, de espinillas prematuras y pechos como flor en primavera, aunque el tiempo ya le haya corrido. “Date cuenta de que es una niña de ii años que vive entre gente de 40, y que ya no tiene ii sino 30, como poco”; lo dicen quienes trabajan con ella, y mejor no digamos quién.

Melody en cambio me cuenta que aún le gusta jugar, ¿pero a las muñecas?, a las muñecas ya no, ¿verdad? “A lo que sea, si es a las muñecas, pues también. Donde vivo hay una placita y allí jugamos a todo, al escondite, a quedas, a correr; me gusta mucho el tenis, el fútbol, la natación. Tengo muchos amigos, ellos tampoco se esperaban este éxito, están muy contentos, y me preguntan de dónde vengo y a dónde voy. Ahora estoy conociendo a otros niños, y eso es muy bonito”. Su voz es dulce y aflamencada, más ingenua que resabia: es la ingenuidad lo que le da valor, y por eso la guarda. Pero es difícil imaginarla como ella se pinta, en la plaza de Dos Hermanas, después de haberla visto en plena función de princesa. Con su séquito de bailarines, por ejemplo, al frente del grupo, voz cantante de la coreografía, cuatro pedazos de columnas rendidos ante su fuerza inmensa, reina en diminuto. Melody tiene sus preferencias, su carácter y una personalidad muy labrada, y esta tarde, entre todo su séquito, a quien prefiere es a Feli, la bailarina de pelo naranja, 24 años, no se desprende de ella, comparten sillón a la hora de comer, comparten llamadas de teléfono y confidencias. Melody, móvil en mano, le ha cantado una coplita a la madre de Feli; Feli le ha participado sus desavenencias amorosas: que él no le responde, desconectado desde ayer, y cuando al fin lo coge, “y qué, ¿qué te ha dicho”, y Felisa, “que estaba trabajando”, y Melody, “ah, sí, ¿eh?”, suspicaz.

Me había dicho que lo del amor aún no iba con ella, que eran cosas del compositor de los temas del nuevo disco, Muévete, que suena mucho más maduro que el anterior, apenas a un año de distancia. Maduro en todos los sentidos, también en sus líricas, Margarita (la que deshoja hablando “de las cositas del corazón”) o El piquito (que es un beso que le llena de rubor) y por ahí. Pero ella dice que no, que aún no le ocurren esas cosas que canta: “Todavía soy muy chica, tengo ii años”, advierte. Entonces le he preguntado de pronto si no le daba miedo crecer muy deprisa: “Yo estoy haciendo lo que me gusta. Estoy disfrutando de verdad”.

¿Y qué se supone que debe hacer un niño a los ii años? Se lo preguntamos a Mónica Stilman, psicoanalista, licenciada en Educación, que actualmente trabaja sobre la importancia del juego en los niños. “Un niño a esa edad debe estar jugando, estudiando y pasándolo bien”. ¿Cómo puede afectar al desarrollo de una persona asumir una vida adulta en la edad infantil? “El proceso humano es biológico, cuando falta una etapa, cuando la infancia no se vive, esa falla luego surge por algún lado. No se puede generalizar, nunca se sabe cómo va a ser, pero si quitas un eslabón de la cadena a la larga algo va a cojear”. Tomando como referente otros casos conocidos de niños prodigio, Stilman comenta que “especialmente en el ámbito artístico, que no es para nada un mundo de niños, los casos que conocemos son desastrosos. Quemar una etapa de la vida y utilizar a alguien cambiándole el proceso evolutivo, es siempre nocivo. Sobre todo cuando el objetivo es comercial. La pregunta que hay que hacerse es quién hay detrás de esto”. Stilman alude a las únicas declaraciones que hizo Marisol sobre este asunto, describiendo su pasado como un martirio y cambiándose el nombre en un intento de borrar la identidad que otros le dieron para utilizarla. “Además”, concluye, recordando a Macaulay Culkin, “una vez que crecen se acabó el ángel, cuando ya no son niños ya no sirven, mientras que en realidad nunca fueron niños”.

Melody llegó a finales de mayo de Venezuela (que vieron el golpe y todo), de Puerto Rico (le pareció una locura), de Nueva York, Miami, Los Ángeles, Colombia. Grabó el nuevo disco y empezó por España su gira. Hizo sus exámenes. Ah, ¿creían que no hacía exámenes? Melody viaja con su maestra, María José, estudia las lecciones cuando llega al hotel y a principios de junio se examina. Este año hizo sexto de EGB, ¿y? “Los exámenes los he estudiado, me he estudiado el libro entero de cada asignatura, son exámenes de cinco páginas por lo menos, no creas, y yo imagino que aprobaré”. En las clases le pasaba lo que canta en Lo mío es la música, que andaba taciturna soñando que el maestro era director de orquesta y en los pupitres sonaban los instrumentos, así que, aunque iba aprobando, tal vez le vaya mejor con la maestra particular, que cuando está en Sevilla se ocupa con ella toda la mañana, desde horas tempranas y hasta el mediodía, las tardes le quedan para jugar. Luego, alumna y maestra viajan juntas. A Melody le gusta viajar y cuenta que así conoce los países, las lenguas tan distintas, las comidas, “otras culturas, que son importantes a la hora de estudiar. Yo no pienso dejarlo, no sé cómo me va a salir esto, pero quiero seguir estudiando”.

Pasta y ensalada. A los dos días de examinarse ya estaba en Madrid para la promoción. Madrid, que está a un paso de Sevilla, Ave viene Ave va. “Nos levantamos temprano, pero yo duermo las dos horas y media del tren”. La gente la para entre vagones, la reconocen, le piden una firmita, y ella, orgullosísima. Viene feliz, a promocionar su segundo disco. Hoy ha tenido siete entrevistas, mañana será aún más duro. A media jornada pararon en un italiano cerca de la discográfica y Melody comió lo que más le gusta: pasta y ensalada. La tarde paquí, pallá. Llegan al hotel y son las nueve de la noche, “un duchaíto y a cenar”: lo dice su padre, Lorenzo, que es como su sombra agrandada, que dejó a sus hermanos en Los Quillos para dedicarse a la hija, que es como su manager, aunque ella tenga manager, su memoria, su cabeza, su conciencia... como si ella no anduviera sobrada de todo esto. Lorenzo, que se proyecta en ella, que conduce el Peugeot seiscientos no se qué que acaba de comprar a la niña, “¡mi coche, igualito que ése!”, y que además atesora sus ganancias: i5.025 euros por actuación es su cachet.

Así andaba de promoción y le cogió el virus, un virus que no recuerda cómo se llama que le dio dolores de cabeza y vomitonas, ¿y hasta fiebre? “No, fiebre no, yo no soy niña de tener fiebre, ¿verdad papá?”. No. ¿El virus del viajero? “Ay, no sé cómo se llama”. Dieta líquida y mucha bebida isotónica, y tirando del Isostar marcharon a Barcelona, y de allí, de nuevo aquí. Más promoción, firmas y gala. Y su padre, radiándolo todo al teléfono, que aún echa de menos unas firmas más, en Madrid, por ejemplo. Habla con su hija, a la izquierda, conmigo, a su derecha, con el móvil, en la mano, y con la discográfica, sentada junto al taxista. Y esto es un jolgorio de personas, la polvareda que envuelve a la princesa. Pocos metros atrás, en otro taxi, viene el séquito de bailarines. A la tele. En medio del barullo Melody pregunta: “Hay muchos niños que los mandan a la guerra, ¿verdad?”, en la radio están hablando de la Conferencia Mundial sobre la Infancia, en Naciones Unidas. “Oye, ¿y cuándo vamos a comer?” Por fin se pronuncia, de vuelta de sus andadas por la fantasía, siempre taciturna: Melody tiene hambre y nadie se lo imagina o qué. Comerá bocatitas de jamón en el bufette de los artistas de la gala, Antena 3, lo más apropiado para una niña entre ensaladas de arroz y cuadraditos de tortilla duros como adoquines.

Melody no parpadea viendo a Marisol. Estamos sentados ante los monitores y el show ha comenzado con algún flashback en el tiempo. Y a Melody, claro, le gusta la niña prodigio de otra época. Admiración callada. Hace un rato me ha dicho que aparte de la música lo que más le gusta en el mundo es el cine. ¡¿El cine?! “Sí, hice un papelito para Cuéntame, la serie; yo era Úrsula, la ganadora de un concurso de canción. Me encantó. Quién sabe, la vida da muchas vueltas, a lo mejor...”. Melody actriz. Porque hay que verla frente a las cámaras. Han venido del programa Desesperado club social a hacerle una entrevista rápida, y no vean el manejo de la niña, que le ha sugerido un numerito al entrevistador que ha quedado de maravilla. Va por los pasillos saludando como lo que es: una estrella, a Lucrecia, “¡hola guapa!”, a la nariz de Ana Rosa Quintana, que asoma en la peluquería, a Georgie Dann, que le planta dos besos en las mejillas. Al peluquero le dice: “Hazme dos coletas tipo Melody”, como si otra fuera la artista. Dos coletas que la aniñan. Entonces saca dos tubitos de rimel de colores de su mini maletita metálica con adhesivos de la gata Kitty: “Aquí hazme una mecha roja y aquí una azul, aquí azul y allí roja”. “Ahora retócame”, a la maquilladora. Lista para escena.

Empieza el juego. Ya que su vida le obliga a ser adulta, aprovecha su trabajo para jugar a ser niña. Va a ensayar con los cuatro bailarines el tema de la gala, Muévete, una bomba de verano. El padre o la sombra se coloca detrás de ellos y, se ve que no puede evitarlo, termina cantando y bailando al unísono, y tiene gracia porque es como un digimon evolucionado de su hija, más fina la hija, porque sale a la madre, que dicen que es guapísima, las dos “entrevelás”, o sea, medio payas medio gitanas: “Tengo una abuela Flores Flores, gitana de verdad, con un arte... que se baila todas mis coreografías”.

Un prodigio. Los bailarines tienen altura, de baile y física, han cambiado sus ropas sugerentes por atuendos de muchachotes, ellos y ellas. Melody pincha su música y quiere sobre todo jugar. Así que aquello acaba siendo una especie de competición sobre la pista a ver quién hace la pirueta más arriesgada. Como niños. Los bailarines tienen entre 20 y 26 años, y mucha escuela. Ella les saca ventaja en espontaneidad.

“Es un animal escénico, a cada instante sabe dónde está cada cámara, las mueve a su antojo. Coge las coreografías a la primera, no hace falta ni ensayarlas, tiene un control absoluto sobre su cuerpo. Es un prodigio”. Me lo cuenta Wagner, uno de los bailarines, brasileño, genial. “Cuando nos propusieron bailar con ella, nos asustamos, pensamos que íbamos a parecer mongólicos bailando con una niña. Pero es que enseguida te olvidas de que es una niña: Melody es una superstar que te transmite toda su energía, que es increíble. Luego en el fondo es infantil, le encanta jugar y portarse como una niña, es un huracán”. No hay más que verla.

Pero ya antes de llegar de vuelta al camerino, se transforma, al roce con los otros artistas, gente como Los del río o La Unión, vecinos de pasillo, que pudieran ser sus abuelos. Y en el camerino, llamada de la madre, en casa cuidando al hermanito: que qué te vas a poner. “El chalequito del ocho y el vaquero”, el vaquero punki, con una pintada que dice bullshit, o sea, mierda de toro, y Feli le deja su cinturón de tres filas de remaches que se cuelga a la cadera. Entre ella misma y la madre visten a la niña estrella.

Estamos ya en capilla, antesala de la gala, y la azafata llama a escena: “¡Melody!, por aquí”. Y ella, “¡papá!”, y el padre, “¡con arte, cariño!”. Allá que suben los cinco. Los bailarines la rodean como columnas atrapando un pajarillo, pero en cuanto el playback se pone en marcha, se destapa el huracán. La última transformación: Melody tiene cinco cámaras enfocándola y aún se le quedan cortas, les hace gestos de seducción y las cámaras corren tras ella, ven para acá, les habla, les baila, les canta. No hay un solo fallo en el baile, que no han ensayado porque Melody prefirió jugar. Simula la voz en directo como si llevara haciéndolo toda la vida. La música se apaga y de una zancada está de nuevo en tierra. Es duro seguirla al camerino, tan rápido va. Y una vez allí: “Estoy pipando, venga”, y de un golpe cierra la puerta. Fuera quedamos el padre, el manager, nosotros, alguno más del séquito y toda la polvareda que envolvió a la princesa.

Cuando salga, un coche de cristales oscuros la espera para llevarla al Ave, volando. También la espera, en la rampa de salida, Bustamante, que quiere saludarla, él, estrella repentina, y ella, estrella de sangre, prodigio inevitable. Allá va la princesa corriendo con su maletita azul celeste de la gata Kitty. Para el Ave. Que mañana hay otra maleta que hacer, que al día siguiente parte el séquito para México, Dallas, Miami y de nuevo Venezuela. Y así, ¿cuánta vida?

Maquillaje y peluquería: Pablo Morillas para Talens.


 
 
 
Así nació la artista


Dicen que fue cosa de El Fary, que descubrió a la niña Melodía Ruiz Gutiérrez. Pero las cosas no suceden de forma tan casual. El asunto lo cocieron entre Lorenzo Ruiz, el padre de la nena, y José Antonio Benítez, alias “Adrián”, integrante del grupo Pata Negra, que continúa siendo compositor de Melody. Entre los dos le grabaron una maqueta a su medida (diez años recién cumplidos) y se la dieron a escuchar al popular Fary, que le encantó, claro, que movió hilos y produjo el primer disco de la mini/mega estrella: “De pata negra”, que barrió (más de 600.000 copias vendidas), y rompió con “El baile del gorila”, ¿lo recuerdan?
 
 
 
 
Decálogo de la voz


Una niña de la edad de Melody debe seguir estos consejos. 1. Mantener una buena salud general y un espítiru positivo. 2. Vigilar los esfuerzos vocales con la aparición de la menarquia (primera menstruación). Los gritos, el canto o el solfeo deben evitarse durante seis meses. 3. Durante el ciclo menstrual la calidad de la voz disminuye. Es posible un rendimiento menor durante este periodo. 4. Evitar tabaco, alcohol, café... 5. No permanecer en ambientes contaminados. 6. Evitar la tos, el carraspeo, los estornudos exagerados... todas las sacudidas violentas de las cuerdas vocales. 7. No tomar alimentos muy condimentados. 8. No cantar inmediatamente después de la comida. La digestión dificulta la respiración costo-diafragmática. 9. Acostarse a la misma hora y dormir al menos ocho horas. 10. Antes de cada función “calentar” la voz mediante vocalizaciones en un recinto con buena acústica. Guardar un reposo de al menos 24 horas después de un concierto. Por Susana Ruiz y Arantza Larrieta, médicos foniatras (www.foniatriaonline.com)
 
 
 GIRA
 
Verano 2002


Junio 2002 |24 al 27 Miami |28 Venezuela Concierto |29 Venezuela Concierto |30 Venezuela Concierto

Julio 2002 |1 Vuelta a España |3 Madrid TVE 1. Gala Warner |4 Santa Cruz Promoción+firma de discos |5 Las Palmas Promoción+firma de discos |6 Barcelona Festival Cadena Dial Barcelona |11 Huelva Gala Canal Sur (Fiestas de Huelva) |13 Sevilla Gala Canal Sur TV “Veo Veo” |14 Madrid Vallecas Concierto |21 Málaga Tívoli Concierto |23 La Coruña Arteixo Concierto |25 Cádiz Fiesta Cadena Dial |26 Madrid Parque Faunia |27 Jaén Torredelcampo Concierto

Agosto 2002 |5 Murcia Pinoso Concierto |10 Alicante Aspe Concierto |11 Málaga Tívoli Concierto |12 Alicante Elche Fiesta Cadena Dial |13 Santander Castrourdiales Concierto |16 Murcia Blanca Concierto |Del 20 al 29 Latinoamérica (Puerto Rico+República Dominicana) Promoción |31 Madrid Villarejo de Salvanés

Septiembre 2002 |13 Madrid Brunete Concierto |15 Madrid Majadahonda (Parque de Colón) Concierto |24 Murcia Lorca Concierto
 
 
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