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M A G A Z I N E 
146   Domingo 14 de Julio de 2002
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ENTREVISTA | DOMENICO DE SOLE
“Si vendes algo excitante tendrás éxito”.

Domenico De Sole. Calabria, 1944. Abogado. Asesor fiscal en Washington, fichó por la firma Gucci en 1984. Presidente absoluto del grupo desde el 95. Salva la firma de la bancarrota aplicando una dirección estricta y un estilo inequívoco: el de Tom Ford. El grupo está en plena expansión.

 
Fascinación por la vela. Domenico Sole, junto al mar, una de sus grandes pasiones además de la navegación.
 

por Elena Pita


Delgado, enjuto, adicto al trabajo, serio, barba perfectamente descuidada, estatura latina. Es el alter ego de Tom Ford, su mejor amigo: uno, presidente; el otro, diseñador/estrella de la firma Gucci. Una foto monopoliza su mesa de reuniones, Domenico De Sole y Tom Ford, blanco y negro, italianísimos los dos. Tom, homosexual, creador de la imagen sexy de la mujer Gucci (“directa, del tipo me gustas, te gusto, hagamos el amor”), unido sentimentalmente de por vida a Richard Buckley (director de Vogue Homme International). Domenico, heterosexual (“lo sexy no es ofensivo, le gusta a todo el mundo”), 28 años de feliz matrimonio, padre de dos hijas adolescentes. En el fondo, dos personas y un solo espíritu.

Más fotos: las hijas; retratadas también al óleo. Y el mar, tres visiones fascinantes, en blanco y negro; y otras tres de su navío, a todo color, jornadas de vela. Estos son sus sueños. Domenico De Sole (Calabria, i944) vendió el barco de vela a instancias de su mujer: no tiene tiempo de hacerse a la mar. Graduado en Leyes, master por la Universidad de Harvard, fue abogado tributario en Washington hasta que en i984 se lo ganó un solo cliente: la firma italiana Gucci en su declive a la quiebra. En i995 se hace cargo absoluto de la firma, arruinada: l´avvocato desembarca en su tierra de origen, Italia, con una munición de trabajo que reza así en sus propias palabras: “Mañana estaré en mi despacho desde las cuatro de la madrugada, trabajaré 24 horas si es necesario, ven a verme. No quiero que me cuentes tus problemas, sino que me digas cómo vas a solucionarlos. Si no eres capaz, yo mismo lo haré y me quedaré con la parte correspondiente de tu salario”. Fue odiado, pero funcionó. “Los calabreses somos así: nunca nos rendimos. Desayunamos comiéndonos las uñas”.

Domenico De Sole es un hombre intuitivo, pese a su capacidad y su enorme resolución, aún cree en las corazonadas. Por ejemplo, cuando explica por qué emigró a América y por qué se hizo ciudadano norteamericano (“mi mujer y mis hijas lo son”). Cuenta que la primera vez que supo de los Estados Unidos fue a raíz de una campaña que su padre, militar, hizo por la tierra de promisión (años 50), “para mi hermano y para mí aquello fue importantísimo. Colocamos un mapa de los EEUU en la pared de la habitación y en él seguimos el viaje de papá. Ahí nació mi deseo de viajar a América”. Premonitorio.

Cuando llegamos a nuestra cita (con cinco minutos de antelación), míster De Sole, traje gris marengo, de costuras impecablemente marcadas sin mostrar sombra de hilo, camisa azul claro, lisa, corbata de motivos encadenados en tonos fuego, está atareado con su secretaria (vestido negro con hebillas plateadas en cuello y talle). Saluda y sigue a lo suyo. Despacha veloz varias llamadas de teléfono y de pronto dice, “bien, ya son las tres, hora de la entrevista”. Es una persona determinadísima: sólo dice lo que quiere decir. Pero, latino en el fondo, le gusta hablar. Cuando apago la grabadora, cuenta y cuenta de sus visitas a España, del mar, de los restaurantes que conoce, Zalacaín, Arzak...“y no es que sea un loco de la comida, como puedes ver”, dice, tocándose el estómago, plano, bajo la chaqueta estirada. Estira también el cuello de cuando en vez en un tic. Y a cada disparo de la máquina, coloca su bella corbata comme il faut, separada del pecho, haciendo un arco como trompa de elefante, que sobresalga.

Cuando la cámara hace el último disparo, su conversación se interrumpe de súbito. No va a perder un segundo. De nuevo estrecha la mano (“ha sido un placer conversar con ustedes”), pide disculpas, se aparta apenas unos metros y se vuelca sobre su mesa de trabajo como si nadie existiera a su alrededor: concentradísimo. El despacho del presidente, líneas claras, años 70, metal y tejidos de terciopelo, tonos grises, pardos y marrón casi negro, con sus ventanas sobre los tejados de Mayfair, corazón de la city más chic, el despacho vuelve a ser el mismo: “Pronto”, al teléfono. Con o sin nosotros dentro.




P.Señor De Sole, ¿le parece éste el mejor momento para comprar artículos de lujo?

r.Sí, es un buen momento en general, hay muy buenas cosas en el mercado.

p. Los observadores económicos hablan de una nueva frugalidad.

R. No les creo.

p. Dicen que una notable abstención ha reemplazado al consumismo voraz entre los nuevos ricos.

R. Vivimos un momento de dificultad económica, esto es clarísimo si miramos la Bolsa. Pero los buenos productos de lujo siguen teniendo una gran demanda. Los efectos del ii-S se superarán rápido, la prospección a largo plazo es buena, yo soy optimista: la riqueza está creciendo en todo el mundo. No estoy en absoluto preocupado por este asunto.

p. ¿Cómo fueron sus ventas en el último ejercicio?

R. Buenas, el volumen total de ventas del grupo llegó a 2.239 millones de euros, lo que supuso un incremento del i,2% respecto al año 2000, cuando la mayoría del sector no superó sus anteriores marcas. En cuanto a los beneficios netos, han sido de 272 millones de euros.

p. No está mal. ¿Quién continúa comprando lujo?

R. Todo el mundo, yo no veo patrones de consumo diferentes. Lo único que sí se percibe claramente es que ciertos mercados dedicados básicamente al turismo, como por ejemplo los que se dedican al turista japonés, se han resentido, porque el turismo está muy parado, los viajes se han reducido. Vivimos una situación muy similar a la que siguió a la Guerra del Golfo en i99i, la industria se resintió del conflicto, pero la recuperación fue muy fuerte.

p. De nuevo los observadores económicos: prevén que el lujo se hará más democrático, ¿esto le parece una amenaza?

R. No sé lo que quieren decir con la palabra democrático. No es una cuestión de democracia, el producto está ahí y se ofrece a todo el mundo que quiera comprarlo.

p. Se refieren a un nuevo tipo de consumidor de lujo: ostentoso, aparentemente rico y básicamente modesto.

R. Lo que ocurre, y lo que permitirá que la industria del lujo siga creciendo, es que la riqueza se multiplica, mira por ejemplo el progreso económico que ha vivido España en los últimos i0 años. Si el poder económico crece, la mayoría podrá acceder a productos de lujo, que en realidad lo que significan es calidad. Esa es la cuestión clave: que el consumidor que busca calidad reconozca el valor del producto que se le ofrece, y para ello es básico aunar contenido y diseño, y esto Gucci lo tiene muy claro: es su tradición.

p. ¿El lujo presupone, por encima de todo, exclusividad?

R. Sí, pero a ver qué se entiende por exclusividad. Para mí significa un férreo control en la distribución y una presentación del producto en un contexto de lujo. Esto último es especialmente importante, porque estás vendiendo un producto bonito y de gran valor, y por eso nuestras tiendas son fundamentales: tienen que ser elegantes para presentar adecuadamente los productos. Lo contrario sería esquizofrénico o disléxico, imagínate que dejáramos los artículos tirados por el suelo. Y por encima de todo hay otra razón: nuestra principal misión no es comprar y vender, sino crear una marca.

p. ¿Qué es el lujo para usted?

R. ¿Lujo? Lujo es un producto bonito, con un buen diseño, de muy buena calidad y, en tercer lugar, de cierta exclusividad que aumente el valor a ojos del consumidor. Si pienso en un coche, por ejemplo, todos los que me gustan tienen dos cosas en común: son estéticamente atractivos y de alta calidad.

p. ¿Qué coche conduce?

R. ¿Aquí en Londres? Ninguno, me paso la mitad del tiempo viajando. Mi mujer tiene un Mercedes.

p. ¿Lujo es tener un bolso modelo Mombasa (producto-estrella de Yves Saint Laurent la pasada primavera) o tener tiempo que perder?

R. Por supuesto que tener un bolso Mombasa es un lujo: es precioso. En cuanto a lo del tiempo que perder, depende de la percepción de cada uno, para unos será aburridísimo y para otros fantástico. Pero en general, tener tiempo libre sí es un lujo, especialmente si trabajas todo el tiempo como yo.

p. Así que usted es de los que no tienen tiempo que perder.

R. No, no mucho; bueno, en realidad ninguno: cero en tiempo libre. Pero me lo tomo como parte de la vida.

p. Dígame una cosa, ¿qué tiene que ver un abogado especializado en asuntos fiscales con el mundo de la moda y el lujo?

R. Nada. Estoy aquí por pura casualidad. Pero me gustaría decir que, especialmente en Estados Unidos, hay muchos abogados que terminan en los negocios. Un abogado puede ser perfectamente un hombre de negocios. La única diferencia entre una cosa y otra es que en los negocios te pagan por asumir riesgos y en cambio, como abogado, tu deber es evitar esos riesgos a tu cliente. Por tanto, la abogacía es un buen entrenamiento para los negocios, siempre que asumas que has de cambiar el procedimiento.

p. Al parecer, a usted le fue muy fácil al principio.

R. No, no fue demasiado difícil: soy una persona con un temperamento que me empuja a tomar decisiones.

p. Cuenta usted mismo en su breve autobiografía que los propietarios de la firma le desconcertaban, que nunca sabía lo que Maurizio Gucci quería en realidad.

R. Ah, eso es distinto. Maurizio era un buen hombre, pero yo pasé una mala temporada con él, frustrante, porque mira, lo más importante para dirigir una compañía es tener una estrategia clara y que toda la organización la comprenda. Con Maurizio era muy difícil entender la dirección de la compañía, y esto fue muy negativo, y así se llegó en el 94 a una situación de quiebra. Y cuando esto sucedía, ahí estábamos la misma buena gente de ahora, pero no había una dirección clara, nadie entendía cuáles eran los objetivos, y eso es increíblemente peligroso.

p. ¿Qué conserva usted de Calabria?

R. Bueno, puede que en algún sentido ya no conserve mucho de mi origen calabrés, pero todavía tengo familia allí y, aunque desafortunadamente mi madre murió, yo conservo un apego cultural. Estoy seguro de que Calabria es muy parecida al sur de España. La gente es muy seria y así es como yo veo a la gente española del Sur. No conozco España tan bien, pero es mi impresión personal. Mi padre vivió tiempo en España y siempre nos hablaba de ello.

p. ¿Su padre?, ¿y qué hacía allí?

R. Luchó con Franco contra los comunistas, recibió un montón de condecoraciones militares por ello.

p. ¿Voluntario?, ¿con cuántos años?

R. Sí, como voluntario en la Guerra Civil. Él era muy joven, pero ya era militar. Hubo un montón de militares italianos que lucharon en aquellas milicias.

p. ¿Y él les hablaba de ello?

R. Un montón, sobre todo cuando éramos pequeños. Amaba España, aprendió español, le encantaba el país. De hecho, la primera vez que yo fui a España, a mi regreso de América, lo primero que hice fue ir con mi familia a ver El Valle de los Caídos, porque recordaba mucho lo que mi padre contaba sobre aquella gran montaña.

p. Uf, ¿y qué le pareció?

R. Para mí era algo especial, porque había oído a mi padre hablar mucho de aquel lugar. Me pareció interesante, creo que es una buena muestra de lo que fue la Guerra Civil, los dos bandos, ya sabes. Pero mis hijas y mi mujer no entendían nada, ellas son absolutamente americanas.

p. ¿Y su padre conservó hasta el final sus ideas de juventud?

R. No, las ideas cambian, y las personas, también. Para mí es difícil analizar este tipo de cosas, no soy en absoluto un hombre político, mi ocupación son los negocios, pero los sucesos hay que contemplarlos siempre desde la perspectiva de la Historia. Él nació en el sur de Italia, y cuando tenía i7 años Mussolini era lo único que existía, fue una especie de romanticismo. Obviamente las cosas hay que juzgarlas desde la democracia y lo que ocurrió está muy claro, pero aquella generación sólo conocía la realidad de Italia de los años 30. Pero él era una persona muy profunda y su visión de la política obviamente cambió con la democracia.

p. En definitiva, por esto y por aquello, que es usted un apasionado de nuestra tierra. ¿Y cómo van los negocios de su grupo en España?

R. Sí, soy un enamorado de España. Lo que está ocurriendo allí en los últimos años me parece muy atractivo. Estuve allí hace diez días. Nos va muy bien, nuestra gente lo está haciendo estupendamente. De hecho lo único que lamentamos, bueno, no es que lo lamentemos, porque lo vamos a solucionar, es que el local comercial de Madrid se nos ha quedado pequeño: se hace difícil enseñar las colecciones debidamente. Estamos trasladándonos a un lugar nuevo, precioso, a sólo dos manzanas de donde estamos ahora, a Serrano esquina Ortega y Gasset, que es una calle muy elegante donde están Christian Dior, Cartier, Armani... Me parece que es la calle más bonita de Madrid. España es un país muy importante para nosotros y Madrid es una gran capital. YSL tiene una tienda preciosa que también va muy bien. Nuestra idea es potenciar el mercado español.

p. Señor De Sole, ¿usted supervisa las creaciones de su modisto estrella, Tom Ford?

R. No, no las superviso, en absoluto. Porque creo que una de las claves de nuestro éxito es la vertiente creativa, y la respeto enormemente. En una compañía tienes que tener muy claro cuál es tu misión de mercado. Es decir, nada sucede por casualidad, y nosotros entendemos que nuestra principal misión es precisamente ésta, el aspecto creativo de nuestras firmas. Nosotros, Tom y yo, hablamos mucho, compartimos la misma visión del negocio. Él es un genio, es brillante, su trabajo es fantástico. Y de la misma forma, aunque él es el director creativo del grupo, y de Gucci e YSL, no supervisa lo que diseña Stella McCartney ni Alexander McQueen, por ejemplo: ellos tienen su propia visión e integridad. Tiene que haber una independencia, sólo así las cosas funcionan.

p. ¿Cómo son las relaciones entre Tom Ford y usted?

R. Estupendas, Tom es mi mejor amigo. Somos íntimos, llevamos mucho tiempo trabajando juntos. Una cosa que me encanta de él es que es un buen hombre de negocios, así que le comento todo, hablamos mucho sobre las adquisiciones y demás. Esta compañía es muy plana en el sentido de que no hay burocracia y que se discute todo: somos muy abiertos, hay muy buen ambiente de trabajo aunque trabajemos muy duro, nos comunicamos y actuamos enseguida. Tenemos un chiste que dice que todo tiene que estar hecho desde la semana anterior. Tom y yo nunca nos rendimos, cuando queremos algo lo perseguimos a muerte, como ahora, que queremos ser el primer grupo en este mercado, después de la fusión con YSL.

p. De momento van por debajo de LVMH, ¿para cuándo los primeros?

R. Bueno, somos ya los que más beneficios tenemos, y así queremos continuar. Todo esto es muy excitante, ¿sabes?, tanto trabajo, tanta inversión. Pero estamos teniendo mucho éxito.

p. ¿Fue importante para ustedes que Yves Saint Laurent tomara la decisión de retirarse?

R. No, nosotros tenemos muchísimo respeto por el señor Saint Laurent, es un gran diseñador. Fue una decisión que él tomó, personal, en la que no tuvimos nada que ver. Nosotros simplemente seguimos nuestra estrategia, desde el principio supimos qué queríamos hacer.

p. Según Tom Ford la mujer Gucci es directa, del tipo “me gustas, te gusto: hagamos el amor”. ¿Usted cómo lo ve?

R. A mí eso me parece una simplificación tremenda (tono de embarazo). Sí, sus ropas son muy excitantes y sexys, eso es lo que básicamente quiere decir, pero lo realmente brillante de Tom es que todo lo hace con muchísimo gusto, así que los productos son muy bonitos y tienen gran consistencia.

p. ¿Usted también cree que el sexo es un arma poderosa de atracción?

R. Sí, en el sentido de que si tú vendes algo excitante seguro que vas a tener éxito: a todo el mundo le gustan las cosas sexualmente excitantes.

p. ¿Y qué opinan de esto las feministas?, ¿han recibido protestas?

R. No, no. Todo está hecho con muchísimo gusto, no hay nada ofensivo. Los productos son bonitos, sensuales. Nunca he oído quejas.

p. Cuando los grandes almacenes tipo el español Zara o el americano Gap imitan sus diseños, ¿usted lo interpreta como un éxito, significa que están creando moda?

R. Bueno, a veces exageran, pero la realidad es que sí. Si una firma no hace las cosas bien no le importa a nadie y, en cambio, si tiene éxito, todos tratan de imitarla.

p. Señor De Sole, ¿en qué consiste el tratamiento Gucci que aplican a las empresas que adquieren?

R. ¿?

p. Según he oído es una combinación de su mano dura en la dirección con el talento de Ford al diseño.

R. Bueno, eso se dijo haciendo una comparación entre los grandes grupos del sector, que en algunos casos están sufriendo las recesiones del mercado de valores. Pero la gran diferencia en nuestro caso es que nosotros no somos financieros, Tom y yo somos sólo directores, no hemos comprado Gucci, simplemente la rescatamos de la quiebra y la hemos hecho rentable. Para nosotros, comprar o vender no significa nada, nos limitamos a trabajar, dirigir y perseguir el éxito. En cambio, LVMH viene del mundo financiero, por eso compran y venden compañías con otros objetivos. Nosotros nunca compraríamos Philips, por ejemplo, ni ninguna otra firma dedicada a otra cosa distinta al artículo de lujo, porque no sabemos nada de ello. Un financiero compra todo lo que sea rentable.

p. ¿Usted trajo la disciplina a Gucci?

R. Sí, yo soy muy muy disciplinado, y Tom también lo es, lo cual no está reñido con su tremenda creatividad. Y esto me parece muy importante para dirigir una compañía. El mejor ejemplo es lo que sucedió a raíz del ii-S: primero entendimos el impacto del suceso en nuestro negocio en general, tomamos medidas rápidamente y hemos conseguido muy buenos resultados anuales. Y esto, en parte, se lo debemos a nuestra dura disciplina, que nos distingue en este mundo del lujo, que tiene una cierta tendencia a adolecer de ella.

p. ¿Está usted en condiciones de afirmar que el mercado de lujo está a prueba de cualquier crisis?

R. Es que yo no creo que estemos viviendo una crisis, es simplemente un tiempo económicamente difícil para todo. Es un mal momento para el mercado financiero, pero esto no quiere decir que la industria financiera esté en crisis, no, es algo cíclico. Y para el mercado de lujo, insisto, éste es un momento estupendo. Una buena empresa tiene que estar preparada no para brillar en los momentos maravillosos, sino para salir airosa de los momentos difíciles.


 
 
 
Cuatro fantasías.


1 El verano. Muy fácil, el verano de mis sueños sería estar navegando en algún lugar del mundo, simplemente navegando. Me gusta hacerlo en el Mediterráneo, entre las islas Baleares, hay siempre una brisa deliciosa. Pero nunca tengo tiempo. Solía hacerlo en la costa Este de Estados Unidos, pero finalmente mi mujer, que es muy sabia, me convenció para que vendiera el barco.

2 El sueño. Lo mismo: sueño que navego a vela, porque lo adoro. Como ya no puedo, se ha convertido en un puro sueño. Me encanta estar en contacto con el agua.


3 La huida. (Mucha risa y/o rubor). No puedo contestar a esto: llevo 28 años casado, felizmente casado, y a mi mujer no le gustaría nada leer que he respondido a esta cuestión. 4 La utopía. Si pudiera disponer de todo el dinero de los más ricos del planeta, mi vida personal no cambiaría mucho: a mí me gusta trabajar, soy un adicto al trabajo. El dinero lo dedicaría a obras de caridad, que en América son mucho más populares que aquí, porque además desgravan. ¡Ah! y me compraría al menos tres barcos de vela preciosos. No uno ni dos, tres
 
 
 
 
La mirada El ejército Gucci


Salvados de la quema. Tras la incorporación de De Sole a Gucci, la estrategia de la empresa es muy clara: dirigir los puntos de venta de la casa, nada de franquicias independientes y, a partir de 1999, salvada la empresa de la quiebra, adquirir otras marcas, siempre dentro del mercado de moda, accesorios y perfumería de lujo. En tres años, el grupo Gucci ocupa ya el tercer lugar en ventas del sector, encabezado por el gigante LVMH. Además de las diez firmas punteras que aparecen bajo estas líneas, tiene una presencia accionarial fuerte en marcas como Fendi y Oscar de la Renta.
 
 
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