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176   Domingo, 09 de Febrero de 2003
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ZOOM | PIRÁMIDE ALIMENTICIA
Compare su dieta con estos modelos y sepa si come sano

La alimentación adecuada sigue preocupando a los expertos. El nutricionista Walter Willet ha ideado un polémico “régimen” para enmendar los errores de los estadounidenses basado en la alabada dieta mediterránea. Sin embargo, en España ya no la seguimos tanto.

por Rosa Gil, fotografía de Ángel Becerril


Verduras, frutas, carne, pescado, huevos, cereales y leche... Éstas son las piezas fundamentales de nuestra alimentación. Pero, ¿cómo debemos combinarlas? No hay un modelo único: la pirámide mediterránea, la asiática, la vegetariana, la indicada para mayores de 60 años o para mujeres embarazadas... El experto Walter Willet acaba de presentar uno más: una novedosa pirámide alimentaria que cuenta con puntos tan polémicos como desaconsejar el consumo de arroz o sustituir la leche por suplementos de calcio. ¿Es éste el camino a seguir o debemos continuar por la senda de nuestra tradicional dieta mediterránea?
El famoso nutricionista diseñó este modelo como reacción al que propugna el Gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, los dos siguen el mismo objetivo: acabar con los malos hábitos alimentarios de los estadounidenses, que se pueden resumir en un consumo excesivo de grasas animales, de proteínas y de las denominadas comidas rápidas. Y es que el norteamericano medio consume tres hamburguesas y cuatro raciones de patatas fritas a la semana. En el año 2000 se gastaron 110.000 millones de euros en comida rápida.

Éstas son las propuestas de su pirámide alimenticia

Arroz blanco, patatas, pan blanco, pasta, dulces
Con moderación
Willet hace una división entre cereales integrales (1) y refinados (2) y sitúa estos últimos en la parte alta de la pirámide con la indicación “consumir de vez en cuando”. Con esta distinción, intenta que los obesos estadounidenses aumenten el consumo de alimentos ricos en fibra, una de las grandes asignaturas pendientes de su dieta. Sin embargo, esto hace que margine las patatas y el arroz (al que se refiere como “el diablo blanco”). Es difícil creer que la base de la dieta de los asiáticos, conocidos internacionalmente por su longevidad, pueda ser tan nociva para los ciudadanos de Estados Unidos.

Pescado, pollo, huevos
De 0 a 2 veces al día
El nutricionista da un papel estelar al pescado (4), un producto hasta ahora muy secundario en la dieta estadounidense. Los ácidos grasos del pescado son de tipo poliinsaturado, es decir, “neutrales” respecto al colesterol. Pero cuando sustituyen a las grasas saturadas presentes en las carnes rojas evitan los efectos negativos que pueden causar éstas. Para compensar el aporte de proteínas, las carnes rojas (5) se ven “lanzadas” a la parte superior de la pirámide, convirtiéndose en un producto que se debe consumir menos.

Aceites vegetales
En todas las comidas
La dieta mediterránea ha sido una importante fuente de inspiración para la pirámide de Willet. Por eso, los aceites vegetales (6) juegan un importante papel y se encuentran en su base. Este tipo de aceites es rico en grasas monoinsaturadas, relacionadas con el colesterol “bueno”. La dieta estadounidense obtiene la mayor parte de sus grasas de la carne y los lácteos. Y éstas son grasas saturadas, fuente del colesterol “malo”.

Carne roja, mantequilla
Con moderación

Productos lácteos o suplementos de calcio
De 1 a 2 veces al día
Otro aspecto polémico se refiere a los lácteos. Willet propone sustituirlos por suplementos de calcio (3). Y aunque su intención (reducir la ingesta de grasas animales) es loable, eliminando la leche acaba también con todos los demás nutrientes que aporta: proteínas, vitaminas, minerales... Una solución más sencilla y sana pasaría por recomendar productos desnatados. Y aun así, habría que matizar la bondad de esta medida en ciertos grupos de edad, como los niños o los ancianos.

Nueces, legumbres
De 1 a 3 veces al día

Alcohol
Con moderación

Fruta
2 o 3 veces al día

Cereales integrales
En todas las comidas


 
 
 
Nuestra dieta modelo y la real


España y la dieta mediterránea. La dieta mediterránea es un sistema alimentario que cumple los siguientes requisitos: una proporción alta entre las grasas monoinsaturadas y las saturadas, consumo moderado de vino, alta ingesta de legumbres, cereales, frutas y vegetales, bajo consumo de carne y transformados e ingesta moderada de leche y derivados. Además, una parte de las proteínas debe provenir del pescado. Los cereales, frutas y verduras deben ser el 50% del peso total del consumo diario.

“De pobres”. Hasta hace muy poco se consideraba una “dieta de países pobres”. En los años 50, el matrimonio Keys empezó a estudiarla y su prestigio aumentó. La mediterránea empezó a ser considerada una alimentación equilibrada en nutrientes, variada y sabrosa. Hoy se está demostrando que contribuye a prevenir muchas enfermedades y que ayuda a llevar una vida longeva y sana. Tradicionalmente, 24 países la siguen.

66 kilos de carne. Los españoles gastamos 61.440 millones de euros en alimentación en el año 2001. Cada uno de nosotros consumió 66 kilos de carne y 35 de pescado (el 22 y el 14% de nuestra alimentación, respectivamente), 113 litros de leche (4%), 34 kilos de derivados lácteos (6%), 58 kilos de pan (6,5%), 13 de bollería y pastelería (3%), 33 litros de aceite (2%), 63 kilos de hortalizas (5%), 96,5 de frutas frescas (6%), 17 kilos de frutas y hortalizas transformadas (2%), ocho kilos de platos preparados (2%) y 28,5 litros de vino (3,4%). El 24% restante se compone de huevos, cacaos, cafés e infusiones, arroz y otros.

Más calorías. Cada ciudadano gastó 1.105 euros en alimentarse y consumió 2.373 gramos de alimento al día, 25 más que en 2000. Este peso le proporcionó un aporte calórico de 2.811 kilocalorías, un 19% más de lo recomendado por la dieta mediterránea.

Proteínas. Según esta proporción, los españoles conseguimos el 16% de nuestra energía de las proteínas, el 45% en los hidratos de carbono y el 39% en las grasas. El perfil calórico ideal es el siguiente: entre un 10 y un 12% de proteínas, 55-60% de hidratos de carbono y menos de un 30% de grasas (aunque la dieta mediterránea, rica en grasas vegetales, permite hasta un 35%).

Casi perfecto. Hace 50 años nuestro perfil calórico era casi ideal. ¿Qué ha ocurrido? Hemos aumentado la ingesta de carne y pescado. De hecho, somos el país mediterráneo que más los consume y el que menos cereales ingiere. Invirtiendo esta tendencia conseguiríamos una alimentación más equilibrada.
 
 
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