PUBLICIDAD

 elmundo.es
 /suplementos
 /magazine

 
M A G A Z I N E 
176   Domingo, 09 de febrero de 2003
OTROS ARTICULOS EN ESTE NÚMERO
 
CINE | EL REGRESO DE JACK NICHOLSON
La fiera ha entrado en la tercera edad

Elegante y algo desmañado, Jack Nicholson conserva intactas sus arrolladoras maneras y su aura intimidante. A los 67 años, admite que su estado anímico es bien distinto al del personaje de “A propósito de Schmidt”, su último trabajo. Tienen la misma edad, pero el actor disfruta de sus hijos adolescentes y, aunque con más calma, de sus conquistas.

por Beatrice Sartori, ilustración de Miguel Santamarina


Se mesa una y otra vez los largos aunque ralos cabellos y la blanquísima barba, necesidades capilares a su pesar para su próxima película, Anger Management. Por lo demás, Jack Nicholson sigue siendo el dandi de siempre, elegante, personal y algo desmañado. En su soleada suite del Hotel Carlton de Cannes, se despereza durante la entrevista –es la hora de la siesta–, mientras encadena cafés y cigarrillos Camel. A sus vitalísimos 65 años, el actor de la “asesina sonrisa de tiburón” (definición de la revista Time), mantiene su aura intacta y una cierta capacidad para mostrarse intimidatorio.

Su ocupación más urgente ahora es promocionar su nueva película, la sátira A propósito de Schmidt, y se dedica a ello sin la acostumbrada compañía femenina. Sin la madre de sus dos pequeños hijos, Rebecca Broussard, ni su novia intermitente, la delgadísima actriz Lara Flynn Boyle.Y es que este ex playboy y eterno bon vivant prefiere la compañía de sus hijos y la práctica del golf a las desgastadoras exigencias de las fiestas perpetuas y las mujeres. O, al menos, eso dice.



P. En esta película interpreta a un viudo jubilado de 67 años, nada agraciado, deprimido y de personalidad opaca, torpe y gris.

R. Mire, es lo que hay. Soy un hombre maduro afrontando el último tercio de su vida. Hace tiempo que interpreto a hombres de mi edad, con mi creciente e irrefrenable alopecia, canas, papada, pelos en la nariz… Puede verlo usted misma. Pero quizá lo que he ido aprendiendo es a desprenderme de mi vanidad. Este Warren Schmidt tiene mi edad, pero es mi otra cara de la moneda. Y a mi edad y sin nada por demostrar, mi desafío es evitar sofisticaciones, charadas y grandilocuencias de cara a la galería. Necesito mostrar un personaje completamente nuevo e inesperado, de forma que la gente se olvide de Nicholson y siga las patéticas peripecias de un tal Schmidt.

P. ¿De qué le costó más desprenderse?

R. De mi temperamento. Reacciono ante todo porque nada me es indiferente. Puedo ser muy ruidoso y mi enfado o mi ira resultan definibles como polución ambiental sonora. Mi buen carácter es asimismo exageradamente patente, se oye a varias millas de distancia. Pero este Warren Schmidt no reacciona, está deprimido y es introvertido. Y créame, no parecer inteligente, atractivo y chispeante puede llegar a resultar amargo… Afortunadamente sólo durante las horas de rodaje.

P. En la vida real, ¿qué le produce amargura?

R. La hipocresía. La de los políticos y los periodistas. La forma en que se dispone del recuerdo de vidas humanas en favor propio, con metas e intereses absolutamente bastardos. Me irrita una guerra a punto de declararse con la arbitrariedad más total y el desprecio por las opiniones del resto del mundo. Me amarga el aislamiento de Estados Unidos, geográfica y culturalmente. Y… (gesto irónico) rebajar mi handicap.

P. Y perderse un partido de su equipo favorito de baloncesto, Los Ángeles Lakers. ¿Es verdad que su agenda profesional se rige por el calendario de la NBA?

R. ¡Qué exageración, la palabra regir! Digamos que suelo sugerir que cuando los Lakers juegan en la ciudad prefiero no estar fuera de ella. Durante el partido, mi silla en la pista es para mí un trono, el centro del mundo… (Risa sardónica)

P. Siguiendo con la palabra regir, ¿qué prioridades marcan su día a día?

R. Sobre todo, mis hijos Lorraine y Ray. La lectura, el golf y el baloncesto. Las reuniones y cenas en mi casa de Mulholland Drive con mis amigos. Los niños crecen bien, seguros, muestran inteligencia… espero ser parte de su proceso de maduración. A veces me desconciertan, porque están en plena pubertad y en ocasiones no logro conectar adecuadamente con ellos. Siento que la barrera de la edad puede llegar a ser a veces insuperable. Ya que crecí rodeado de un fuerte secreto familiar (su hermana June era en realidad su madre, y la mujer a la que llamaba mamá, su abuela), mi mayor ambición es establecer la relación más sincera posible con ellos. Seguramente, los utilizo para cubrir una carencia mía.

P. A estas alturas de la vida, ¿se arrepiente de algo?

R. Arrepentirme, no. (Gran calada al cigarrillo). He cometido errores, pero no me arrepiento de nada. Quizá alguna vez debería de haberme planteado el aprender a dominar mi ira o haberme callado a tiempo. Pero miro atrás con la conciencia tranquila. No he engañado a nadie, he vivido mis pasiones al límite y he sido honesto conmigo mismo.

P. Dos generaciones han crecido con sus películas, es una leyenda viva, pero apenas sabemos mucho de su yo real. ¿Quién es Jack Nicholson?

P. Aahhhh… ¡nadie conoce al verdadero Jack!

R. Le guardaré el secreto. Veamos, cada vez hace menos películas… menos de una al año.

P. Mis niveles de exigencia no se han reducido, al contrario. Cada vez encuentro menos guiones satisfactorios. No persigo personajes jóvenes ni los que se llevan a la chica guapa. De hecho, preparo una película con una gran amiga, Diane Keaton, y apenas nos llevamos ocho años… yo soy el mayor (Risas). Y he acabado Anger Management. Prefiero un proyecto vital que sea largo y alegre, en compañía de mis hijos… y no pienso retirarme nunca de mi profesión. Sé que después de una película buscaré otra, aunque sin prisa. Aún me queda por hacer lo que llamo “una película perfecta”.

P. ¿Y las mujeres que han adornado en belleza, fama y número su leyenda de seductor?

R. Hhmmm… mi vida amorosa ha sido… expresiva. Nunca he sido partidario de hablar de ellas. Prefiero que las mujeres que me han acompañado o me acompañan (se refiere a Lara Flynn Boyle) me consideren un amigo. No es que haya hecho un voto de castidad, pero hay días en los que acaricio la idea de una vida sin el estrés que produce comenzar y desarrollar satisfactoriamente para ambas partes un romance.

P. ¿Puede ser algo más preciso?

R. Mis noches solitarias son más que las que vivo en compañía. Mi libido no es la misma de hace 30 años. Ni la mía ni la de nadie. No tener que ser un campeón nocturno en la cama me proporciona ahora más sentimiento de libertad que una conquista más. En realidad, soy un romántico perenne. Un hombre enamorado del concepto del amor.

P. En A propósito de Schmidt protagoniza una hilarante y sexy escena en un jacuzzi con la oronda Kathy Bates desnuda.

R. Creo que es la profesional más valiente con la que he trabajado, totalmente desprovista de vanidad, con gran sentido del humor y entregada a su personaje. La secuencia nos llevó tres tomas. Yo siempre la miré a los ojos, intentando que la mirada no se me fuera hacia abajo. Y cuando el director Alexander Payne estimó que la toma era buena, le dije: “Magnífico trabajo, cariño”. Luego, nos pusimos los albornoces y fuimos a secarnos.

P. ¿Qué es lo que más le sigue atrayendo de una mujer?

R. Lo mismo que de un hombre: la ética. No hay belleza más arrebatadora que la de la moral.

P. ¿Y qué le mantiene tan joven?

R. La curiosidad insaciable por todo. La angustia de un primer día de rodaje. Un buen libro. Una pregunta de mis hijos. La próxima película. La película perfecta.


 
 
 



OSCAR. Jack Nicholson tiene el récord de nominaciones: ii. Lo ha conseguido en tres ocasiones: en 1976, por el no tan loco Randall Patrick McMurphy de “Alguien voló sobre el nido del cuco”; en 1984, por el astronauta retirado Garrett Breedlove de “La fuerza del cariño”; y, en 1997, por su hipocondriaco escritor Melvin Udall de “Mejor imposible”. Su Warren Schmidt ya le ha reportado el Globo de Oro al mejor actor dramático.

MUJERES. Sólo se ha casado en una ocasión. El matrimonio con la actriz Shirley Knight duró seis años, desde 1962 a 1968. Tuvieron una hija, Jennifer, de 37 años. La relación más duradera fue con Angelica Huston, con quien estuvo 17 años. Se ha relacionado con Diane Keaton, Kim Basinger, Cher, Candice Bergen, Rachel Ward y Joni Mitchell, entre muchísimas otras. Y hasta este año, con la actriz Lara Flynn Boyle (“Hombres de negro 2”), de 31 años. Tuvo dos hijos con la camarera Rebecca Broussard, Lorraine y Ray. Susan Anspach le reclama la paternidad de un hijo de 32 años, Caleb.

AFICIONES. Su sueldo (15 millones de euros más beneficios por película) le permite tener una colección de pintura que incluye obras de Bracque, Bonnard y Picasso. Le gusta el golf, navegar, fumar habanos, bailar y comer.
 
 
  © Mundinteractivos, S.A. Política de privacidad