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M A G A Z I N E 
186   Domingo 20 de abril de 2003
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ENTREVISTA | BIANCA JAGGER
“Si tengo la suerte de hacerme oír y no la aprovecho para denunciar las injusticias que hay en el mundo, no me lo perdonaría”

Bianca Jagger está a punto de cumplir 53 años. Hace mucho que dejó de ser la reina de la “jet set”, trono que alcanzó tras casarse, en 1971, con Mick Jagger, líder de los Rolling Stones. Lleva más de 20 años luchando por la defensa de los Derechos Humanos, y sigue; durante la guerra de Irak no ha dejado un solo día de alzar su voz contra “esta violación de la legislación internacional”.

 
El pasado. Eran otros tiempos, cuando el matrimonio Jagger vivía momentos felices. Ahora, Bianca explica cómo fueron esos ocho años de convivencia.
 

por Irene Hernández Velasco


Tiene una voz profunda y rota después de más de dos décadas empleándola para clamar en contra de injusticias, abusos y violaciones de los Derechos Humanos. Las últimas semanas han sido especialmente duras para la señora Bianca Jagger, que no ha dejado un solo día de levantar su voz en contra de la intervención bélica de Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak. “Esta guerra es una flagrante violación de la legislación internacional. Y si los países que, supuestamente, son las grandes democracias del mundo no acatan las leyes, ¿qué podemos esperar de los otros países?”, suelta nada más llegar. Cuesta imaginarse que esta incansable activista política sea la misma mujer que en i97i se casó con Mick Jagger –con quien tuvo una hija, Jade–, ganándose automáticamente el apodo de reina de la jet set.

P. Sus años de matrimonio con Mick Jagger fueron una época un poco desenfrenada y loca, ¿no es verdad?

R. Sí, fueron unos años un poco locos. Sobre todo porque, por aquel entonces, no existía el sida. Tras descubrirse, todo cambió.

P. Sin embargo, y a pesar de la aparente diversión, en algún lugar he leído que usted recuerda aquella época como la peor de su vida.

R. Mi matrimonio con Mick Jagger fue extremadamente difícil. En el fondo, siempre me sentí como un pez fuera del agua. Aquél no era mi mundo, no era mi ambiente... Cualquiera que me conociese en aquella época sabía que, realmente, yo no encajaba en aquello. También era muy joven, y saber que aquél no era mi sitio me producía además una enorme inseguridad.

P. Supongo que le habrán ofrecido mucho dinero por contar las memorias de su matrimonio con Mick Jagger, pero usted nunca se ha prestado a ello. ¿Por qué?

R. Si aun cuando no hablo de mi vida privada, en cada entrevista he de luchar para que no pregunten sobre ella, ¿te imaginas cómo sería si yo escribiera un libro contándola?

P. Desde luego y, sin duda, se haría rica.

R. Bueno, dicen que en la vida todo tiene un precio. Pero hay precios que yo no estoy dispuesta a pagar

P. Dígame, señora Jagger, ¿por qué sigue usted utilizando el apellido de su ex marido?

R. En España y en los países de América Latina la mayoría de las mujeres que se divorcian mantiene el apellido de sus maridos. Así que, ¿por qué me pregunta eso?

P. Pensaba que quizá fuera para usted una pesada carga llevar el apellido de su ex...

R. Yo me casé muy joven, a los 2i años, y me divorcié a los 29. Y fue en ese periodo y con ese nombre cuando me convertí en una persona conocida, famosa si quieres. No importan los esfuerzos que haya podido hacer para que me llamen Bianca Pérez Mora Macías (remata cada una de las cuatro palabras que componen su nombre con un golpe en la mesa). Nunca conseguiré que me llamen así. Si volviera a Nicaragua, probablemente sí; en España, tal vez, porque para los españoles sería más fácil decir mi apellido español. Pero aquí, en Gran Bretaña, jamás lo lograría. Además... Bianca Jagger es un nombre bonito. Pero, sobre todo, es muy difícil que consiga cambiarlo. Y yo no le doy la importancia que todos le dan. En Nicaragua me educaron de forma que una mujer que se divorciaba llevaba el nombre de su ex marido hasta que se volvía a casar.

P. Los Rolling Stones van a tocar en España. ¿No le parece que las estrellas del rock and roll, dada la enorme capacidad de convocatoria que tienen, deberían de ser más activas, políticamente hablando?

R. Sí, quizá es un error que no lo sean. Cuando tienes el poder de convocatoria de una estrella del rock, creo que tienes una responsabilidad. En comparación, el poder de convocatoria que yo tengo es diferente, pero si hago esta entrevista y no te hablo de las tragedias de las que he sido testigo, sentiría que estoy incumpliendo una obligación moral que debo acatar. Si tengo la suerte de hacerme oír y no la aprovecho para denunciar las injusticias que hay en el mundo, no me lo perdonaría

P. Dígame entonces, ¿qué piensa usted de esta guerra?

R. Pienso que el precedente que está creando es enormemente preocupante. El hecho de que dos democracias súper poderosas hayan decidido pisar y devaluar la importancia de la Carta Magna de Naciones Unidas y de la Ley internacional, con la excusa de que Sadam Husein podría representar en el futuro un peligro contra su seguridad nacional, es algo muy alarmante. Los propios inspectores de Naciones Unidas aseguraron que Sadam Husein y su Gobierno estaban cooperando activamente y estaban en proceso de destruir sus armas. Ante eso: ¿qué fuerza moral pueden tener el señor Bush, el señor Blair y el señor Aznar? Confío y espero que los electores se lo hagan pagar en las urnas.

P. Haber nacido en Nicaragua en tiempos de los Somoza, ¿de qué manera la impulsó a convertirse en defensora de los Derechos Humanos?

R. El que yo haya nacido, vivido mi infancia y adolescencia en un país oprimido bajo el yugo de una familia de dictadores, que haya sentido de muy cerca los efectos de la opresión, es algo que, sin duda, me ha motivado a dedicar mi vida a la defensa de los Derechos Humanos. Nicaragua tiene una historia política muy convulsionada, porque fue uno de los primeros países de Latinoamérica invadido y ocupado por Estados Unidos. Sin duda, eso me ha marcado profundamente.

R. Precisamente usted estaba estudiando Ciencias Políticas con una beca en una universidad de París cuando conoció a Jagger.

P. Sí. Obtuve una beca del Gobierno francés para estudiar en el Instituto de Ciencias Políticas. Yo me había propuesto estudiar una carrera y tener una profesión, porque no quería encontrarme en la misma situación en la que se halló mi madre cuando se divorció. Nosotros éramos una familia acomodada, sin problemas económicos. Pero cuando mis padres se divorciaron, mi madre tuvo que trabajar, y lo pasó muy mal para poder mantener la misma posición social y que pudiéramos disfrutar de la educación que recibíamos anteriormente. Al ver las dificultades que pasó mi madre tras divorciarse, me di cuenta de lo importante que es para una mujer tener una ocupación laboral. Mi madre se había casado muy joven y por esa razón no tenía una profesión, pero debo añadir que las mujeres en aquel entonces raramente tenían un trabajo en Nicaragua. Yo me propuse que no iba a asumir la misma suerte que ella. Sin embargo, la vida está llena de sorpresas y, en general, los hijos repiten los errores de los padres.

P. De hecho, cuando usted se divorció de Mick Jagger, tras nueve años de matrimonio, su ex marido tampoco se mostró muy generoso con usted, dejándole una pensión bastante exigua.

R. Sí, pero ya le digo que a veces los hijos reviven el destino de sus padres; ésa es la ironía. Cuando yo me divorcié comprendí mucho a mi madre y entendí lo injustos que a veces son los hijos con ellas. Las madres divorciadas son generalmente las que se ocupan de los aspectos más difíciles de la educación de los niños, mientras que los críos ven a los padres sólo los fines de semana, cuando todo es agradable. Al divorciarme, me di cuenta de que, de niña, no había juzgado la situación objetivamente, pues mi madre era la que tenía que trabajar, que educarme, mientras que, cuando visitaba a mi padre todo era agradable.

P. No se ha vuelto a casar, ¿por qué su divorcio de Mick Jagger fue tan difícil?

R. El divorcio es siempre muy triste para los hijos y yo, como todos los niños de padres en estas circunstancias, hubiese preferido que mi matrimonio no terminara así. Es posible que el hecho de que mi divorcio fuera tan dificultoso influyera en que no haya querido volverme a casar de nuevo. Pero también he llegado a la conclusión de que el trabajo que hago es muy difícil, y sería muy complicado compartir mi vida con alguien, viajando como estoy todo el día a lugares lejanos y peligrosos y dedicándome en cuerpo y alma a las campañas.

P. ¿Cómo lleva usted el ir haciéndose mayor, madurar?

R. Es un proceso difícil, muy difícil. Sobre todo, si te han visto, como decirlo, espléndida. Pero al mismo tiempo, ¿sabes qué? Es difícil, pero no imposible. Tal vez si no tuviera tantas cosas que hacer estaría pensando en una cana que me ha salido. Yo jamás me he teñido el pelo y en los últimos días, seguro que a causa de la indignación que me produce esta guerra injusta, me ha salido un cabello blanco. Pero más que el temor a hacerme mayor tengo una terrible aprensión a perder las capacidades intelectuales y físicas. Soy una persona muy disciplinada que hace yoga, ejercicio, que no fuma, que casi nunca toma alcohol... Cuando veo a personas que han envejecido y que tienen dificultades físicas o intelectuales me entra un miedo terrible. Pero, al mismo tiempo, he conocido a personas de 70 años que están llenas de vida y en plenas facultades. Yo creo que al final todo depende de cómo vivimos.


 
 
 
Las víctimas de la guerra


“Siempre que pienso en la guerra pienso en Mohamed y en Sabina. Por ellos me opongo a las guerras”, asegura Bianca Jagger. Mohamed y Sabina son dos niños que conoció en Bosnia, en 1993, cuando la zona estaba sumida en el conflicto y la población musulmana era masacrada por los serbios. Sabina, de 12 años, tenía leucemia y Mohamed, de 8, una perforación en el corazón que le hacía mostrar un color azul. “Los médicos me pidieron que tratara de sacarles de Bosnia. Yo les dije que haría todo lo posible para evacuarlos, aunque era muy complicado”, recuerda, haciendo una pausa para dar un sorbo a su taza de té. Sin embargo, se puso enseguida manos a la obra. Gestionó visados, habló con hospitales...

El problema era que de Tusla, donde agonizaban los pequeños, no despegaban aviones, sólo helicópteros militares y las fuerzas de pacificación de la ONU se negaban a usarlos para sacarlos de Bosnia.

“Pero logré que un militar me ayudara. Me dijo que iba a transportar un convoy de 50 tanques a Croacia para someterlos a una revisión técnica. Estaba dispuesto a escoltarme si yo me hacía con un vehículo. No lo hallé. Cuando llegué, estaban los 50 tanques en línea esperándome. Desesperada, hice una llamada al Alto Comisionado de Naciones Unidas de los Refugiados. Y logré que nos dieran un vehículo”. Tras dos días de viaje, llegaron a Splitz. “Sabina estaba ya muy mal. Tuvo una hemorragia cerebral y murió. A Mohamed le operaron en EEUU, estuvo conmigo un año y luego logramos traer a sus padres”.
 
 
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