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M A G A Z I N E 
194   Domingo 15 de junio de 2003
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José Sanchis es el creador de Pumby, uno de los personajes fundamentales de la historieta española. Este gato feliz, que dio nombre a una revista, fue el favorito de los niños en los años 60.
HUMOR | TRAS LA MUERTE DE SERAFÍN
Los olvidados de una generación de oro

La historieta española se ha quedado huérfana con el fallecimiento de Serafín y Sabatés, el autor de “Los inventos del TBO”. Estos son algunos de los pioneros de aquella etapa dorada. Su triunfo queda muy lejano.

 
Arturo Rojas de la Cámara fue el más joven de esta primera generación de posguerra. Escribió novelitas de quiosco (publicaba una a la semana) e hizo una parodia de James Bond con “El agente 7-7 cero a la izquierda”, que ahora gustaría a los nuevos lectores.
 
 
Miguel Quesada es el único dibujante de historietas al que han concedido la Medalla de Oro de Bellas Artes. Su personaje más conocido fue “Pequeña pantera negra”, que muy pronto traspasó las fronteras. “Pancho Dinamita”, “El sargento invencible” y “El pistolero justiciero” fueron otras de sus creaciones. Quesada nunca dibujó humor, sino historietas de acción, históricas y de aventuras.
 

por J. M. Plaza fotografías de Vicent Bosch


Son los supervivientes de una generación maldita, maltratada por la Historia, el progreso y las editoriales. Cosecharon éxitos en las primeras décadas de la posguerra y siguieron dando vida a sus personajes cuando los dibujos animados de la televisión enterraron las historietas españolas. Estuvieron ligados a TBO, Jaimito, Pulgarcito, Pumby, Tío Vivo, DDT... Esas revistas infantiles que arrasaron en los años 50 y 60, y llegaron a vender cientos de miles de ejemplares a la semana.

El último en desaparecer ha sido Serafín, que pasó de los tebeos a las revistas satíricas, pero llevaba i5 años vendiendo sus dibujos de marquesas para poder sobrevivir en su oscuro piso de Chueca.

Todos ellos triunfaron y hoy están olvidados, viviendo con serias dificultades económicas. Son los padres de la generación de Ibáñez, de Ambrós y Víctor Mora, los creadores de Mortadelo y Filemón y El capitán Trueno. Ya no publican, pero siguen activos, al menos para hallar sentido a sus días.

José Sanchis, el creador de Pumby, tiene toda la casa empapelada con bocetos e imágenes de ese gato noble y jovial, que llenó de sonrisas y aventuras los sueños de varias generaciones de niños, y aún sigue emborronando bocetos nada más levantarse. “Siempre he dibujado i2 horas diarias. Es lo que me gusta y lo que sé hacer. Tendré más de 20.000 páginas, muchas inéditas, pero sigo dibujando al ritmo que puedo. Antes iba como un bólido, ahora más lento, pero el dibujo es mi vida”, dice Sanchis, que apenas sale a la calle, y su mirada está en otra parte, en un pasado, sin duda, glorioso. “Siempre me ha gustado la fantasía y el humor blanco. En mis historias el malo volvía al buen camino y Pumby era un gato que hacía amigos allí por donde iba”.



RETIRO. Miguel Quesada, en cambio, el dibujante más reconocido y galardonada, hace tiempo que abandonó los pinceles. Ahora tiene que ir a la compra, hacer la comida, pasar la fregona y cuidar a su mujer, que desde hace unos años vive como un vegetal: “¡Mira qué ojos tiene! ¡Si parece un ángel!”, exclama Quesada, que nunca se separa de ella.

Vive en un piso alquilado en Valencia y recibe una módica pensión. No quiere dejarse llevar por la nostalgia, pero al final accede a recordar aquellos tiempos: “Los años 50 fueron buenos para nosotros. Los tebeos se vendían muy bien. Cuando hice Pequeña pantera negra, ganaba 7.000 pesetas a la semana, que entonces era una barbaridad, pero... eres joven y haces estupideces”. Quesada se refiere a que, en vez de invertir en un piso, se compró un coche, y luego ya todo fue más complicado. “Cuando pensé en una casa, ya tenía hijos y no podía meterme en créditos, porque los dibujantes ganábamos bien en una época, pero no teníamos sueldo fijo, ni Seguridad Social, ni sabías lo que iba a pasar mañana. Trabajábamos i2 horas al día y no podíamos ni ponernos enfermos...”.

Miguel Quesada no se dedicó al humor sino a las historietas de aventura y acción: Los exploradores del universo; Ted, el pelirrojo; Tony y Anita; varias series de espadachines y vikingos... A partir de i96i sólo trabajó para el extranjero, sobre todo, en tebeos de hazañas bélicas. Hace tres años el Rey le entregó la Medalla de Oro de Bellas Artes: “No lo considero un premio personal, sino el reconocimiento a la historieta española, a la más antigua generación de los dibujantes de los tebeos, y yo soy el mayor, no el mejor”.

El más joven es Arturo Rojas de la Cámara, que hace una vida más bien de funcionario jubilado. Sus historietas eran las que más se aproximaban al chiste. “Era una época muy negra, y algunos intentábamos aportar nuestra nota de color para levantar sonrisas”. Creó Juanito Miserias, Cucharito, un torero... Pero un día abandonó aquel trabajo. “Dejé los tebeos y me metí de chupatintas en un banco. Ganaba cuatro perras, pero al menos sabía que tenía un sueldo fijo a final de mes”.


 
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