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M A G A Z I N E 
211   Domingo 12 de octubre de 2003
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HISTORIA|UNA CITA PARA DICIEMBRE
Buscando a Lorca con tecnología del siglo XXI

Alrededor de 40 científicos de la Universidad de Granada preparan su más sofisticada tecnología para adentrarse en el trágico barranco de Víznar y enfrentarse a un reto de resonancia universal: la localización de los restos del poeta Federico García Lorca, fusilado con tres personas más en agosto de 1936. Un georradar como el que encontró al Che, una cámara fotográfica en tres dimensiones para identificar su cráneo y los mismos laboratorios genéticos que intentan hacer hablar a los huesos de Colón son sus mejores armas.

 
 
 
 
 
 
 
Método científico

1. Igual que con el Ché . Un georradar será empleado para
la localización de la fosa donde fue sepultado Lorca.
2. Tres lugares posibles. Los ecos que reflejen las ondas electromagnéticas enviadas sobre el suelo permitirán encontrar el lugar exacto del enterramiento.
3. Como una ecografía. Procesados los datos, la imagen que aparece en la pantalla del ordenador se asemeja a la de una ecografía.
El sistema en España ya se ha utilizado para visualizar el interior de tumbas reales.
4. Comparar imágenes . La Universidad de Granada dispone de un escáner con láser que permite fotografiar cualquier hueso en tres dimensiones. Si se rescatan cráneos de la fosa, se podrían comparar, gracias al escáner, con las imágenes que hay de la cabeza de Lorca para lograr la identificación.
 

ldefonso Olmedo fotografías de Paco Ayala


Barranco de Víznar, a un paseo de Granada. Madrugada incierta de agosto, i936. Un poeta ya entonces universal, un viejo maestro con una pierna de madera y dos banderilleros ocasionales afiliados a la CNT (hay quien dice que también había dos ladronzuelos, uno de ellos apodado El Terrible, e incluso una prostituta) son fusilados sin juicio previo ni nada que se le parezca por quienes secundan la asonada militar de Franco. Después de la risa de los pistoleros (“dos tiros en el culo por maricón”, son palabras atribuidas a uno de ellos, un señorito apellidado Trescastro), todo fue silencio en el paraje granadino.

Acababa casi de empezar la Guerra Civil, con sus miles de paseados clandestinos, sus cunetas ensangrentadas en retaguardia, sus venganzas cainitas, la fanática represión. Y aún duraría tres años. Después, más silencio. Todavía hoy, transcurridos 67 años, el asesinato de Federico García Lorca sigue rodeado por la bruma silente del misterio. Nadie sabe con certeza dónde yacen sus restos, ni si le acompañan en la fosa tres, cinco o más compañeros de infortunio, o el día exacto de su fusilamiento y cómo se ejecutaron las famosas órdenes transmitidas desde Sevilla al gobernador por el insurrecto Queipo de Llano al saber que el poeta había sido apresado en la casa de Los Rosales: “Dale café, mucho café...”.

La exhumación, en diciembre. La verdad que no han podido reconstruir historiadores ni amigos, y callaron o mintieron los protagonistas del Régimen, ahora puede ser desenterrada para siempre. La tarea, que podría empezar a mediados de diciembre, queda en manos de científicos (antropólogos, historiadores, genetistas, geólogos...). Como se rescataron los huesos del Che, igual que los restos de Colón volvieron hasta Santa Fe (también Granada) en su camino hacia los laboratorios de ADN del profesor José Antonio Lorente para decir si son los verdaderos del descubridor... La operación de rescate del Lorca perdido, el poeta inmortal de carne y hueso, ya está en marcha. Es cuestión de meses.

Dos herederos de aquella tragedia de una madrugada de agosto, los nietos del maestro Dióscoro Galindo y el banderillero Francisco Galadí, quieren dar digna sepultura a sus deudos. Sus voces, recogidas por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) que lleva ya un año largo removiendo las fosas del franquismo, han roto el silencio. También han quebrado la firme postura de los herederos de Lorca, que prefieren no remover aquel paisaje de eternidad que la escritora Margarita Yourcenar, tras visitar el barranco allá por i960, quiso mirar trascendiendo la infamia de fosas que lo agujerean: “No cabe imaginar más hermosa sepultura para un poeta”.
Pero aquella tierra nunca tuvo resonancias literarias para los hijos de Galindo, Galadí o el también paseado Joaquín Arcollas. Y los sobrinos del creador de Bodas de Sangre, aún firmes en su negativa a la exhumación, no pueden más que respetar a quienes, sangre de aquella sangre sepultada junto al poeta, promueven ahora la búsqueda. “Somos decididos partidarios”, han puesto por escrito los García Lorca (tres hijos de Concha, fallecida en i962 y otros tantos de Francisco García Lorca, muerto en i976), “de que no se deje de remover ni una sola piedra para que la verdad salga a relucir y sea conocida por todos. Si para que se sepa esa verdad hay que hacer exhumaciones, por doloroso que sea el proceso, no nos opondríamos nunca a que las exhumaciones se hiciesen”. También –¡ay dolor!– en aquel paisaje de eternidad.

Más de 40 hombres de bata blanca saldrán al encuentro del envite. A la espera de que la Junta de Andalucía apruebe el decreto que regulará los desenterramientos, y el ayuntamiento de Alfacar (a cuyo término pertenece el barranco de Víznar) conceda la definitiva luz verde a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, los científicos ya velan sus armas en la Universidad: georradares como el que dio con el revolucionario Ernesto Che Guevara, sofisticadas cámaras capaces de fotografiar calaveras y cualquier hueso en tres dimensiones y probetas donde los avances científicos hacen hablar al ADN de los muertos... En un laboratorio de la Facultad de Medicina de Granada, no lejos de donde el equipo del forense y genetista Lorente sigue analizando restos de los huesos atribuidos a Colón que descansan en la catedral de Sevilla, está preparada la cámara fotográfica con láser que podría hacer el postrero retrato de quien escribió Poeta en Nueva York. Para que se abra el diálogo hamleriano entre la ciencia y la desnuda osamenta bastaría con enfrentar las calaveras que pudieran aparecer en la fosa del barranco con una de las cientos de fotografías que hay del poeta de Fuente Vaqueros. La comparación se haría por superposición de imágenes desde distintas perspectivas. “Nuestra tecnología permite comparar hasta i4 millones de puntos simultáneamente, lo cual nos da un grado de fiabilidad altísimo en la identificación”, explica un miembro del equipo científico.

Víctimas sin juicio. No sólo se enfrentarán al mito y los misterios de sus últimas horas, también a la realidad de las decenas de fosas que horadan el barranco de Lorca. Habrá un desentierro colosal en el que la fosa del dramaturgo granadino sólo será la primera, el aldabonazo de salida para la identificación de los entre i.500 y 3.000 hombres y mujeres paseados por aquella tierra muda durante toda la guerra. El barranco de los pasos perdidos, el de los paseados sin nombre ni juicio.

Mientras Junta y Ayuntamiento de Alfacar ultiman los preámbulos legales, en la Universidad de Granada ya han empezado las reuniones preliminares. El antropólogo físico Miguel Botella, catedrático de Antropología de la Facultad de Medicina con experiencia en exhumaciones e identificaciones de desaparecidos en América Latina, estará al frente del equipo de hombres de ciencia que desenterrarán al mito. Para la localización de la fosa (hay tres lugares posibles junto a la Fuente Grande, que los árabes llamaban de Las Lágrimas: bajo un olivo, en un pozo o donde hay una cruz de piedra), Botella contará con el apoyo de los profesores de Prehistoria José Antonio Esquivel y Francisco Carrión, quienes a su vez se valdrán de la más moderna tecnología en prospecciones de terrenos de que dispone el Instituto Andaluz de Geofísica. “Tenemos una certeza. Si las fosas tienen un tamaño mínimo, vamos a detectarlas”, dice seguro Esquivel.

En caso de que el georradar, con el que se logra obtener una ecografía que muestra las diversas densidades (piedras, huesos, oquedades...) del terreno, no diera los resultados previstos, antes de que los arqueólogos se pusieran a excavar a ciegas, se probarían otras técnicas de búsqueda. La prospección sísmica, por ejemplo. Consiste en provocar un pequeño terremoto con una sacudida del suelo y, con geófonos colocados estratégicamente, auscultar las ondas por si se detecta acumulación de huesos o cavidades donde éstos pudieran estar sepultados. Y todo en una extensión de terrenos no más larga de un kilómetro que podría albergar entre 40 y 80 fosas comunes. Cientos de miles de huesos (cada cuerpo suma casi 340). Porque aquel barranco fue el lugar elegido por los facciosos para matar a la gente a la que daban en paseo anónimamente.

Una investigación histórica paralela a la de los arqueólogos y antropólogos (coordinada por el profesor de Historia Contemporánea Rafael Gil Brasero, vicepresidente de la ARMH y alcalde hoy de Pulianas, el pueblo en el que fue maestro Dióscoro Galindo) servirá de brújula tanto en la delimitación de las zonas a rastrear como en el aporte posterior de datos y documentos que ayuden a la identificación de los cuerpos: edades, viejas fotografías, particularidades físicas de los fusilados, talla... “Nuestro trabajo terminará cuando empiece el del profesor Lorente”, explica Botella en alusión a la identificación genética (por comparación de ADN con parientes vivos de los fusilados, y ya hay dos familias dispuestas) de los restos óseos. Pero ya para entonces el grueso del trabajo estará realizado. “Con las técnicas actuales de antropología forense se consigue una identificación superior al 90% de los sujetos sin necesidad de acudir al ADN. Averiguamos sin dudas el sexo y la edad con un margen de error de tres años... En este caso ayudará el que sean de sobra conocidas, por ejemplo, la fisonomía de Lorca y del maestro de Pulianas, que perdió una pierna en un accidente de tranvía”.

Lo explica con palabras sencillas el presidente de la ARMH de Granada, el también historiador Francisco González Arroyo: “Cuando termine el trabajo del profesor Botella, al experto José Antonio Lorente le pondrán el balón en el punto de penalti, le quitarán el portero de debajo de los tres palos y le dirán que dispare a gol... Diana segura”. Y allí, por siempre jamás, aparecerán ya nítidos, sin las brumas del misterio y la leyenda, el poeta, el viejo maestro cojo, los dos banderilleros anarquistas... La verdadera historia. “La Ciencia nos permitirá”, entiende Miguel Botella, “si no volver a escribir la Historia, sí consolidarla, dar luz a la verdad”. No habrá habido ni pico ni pala ni máquina excavadora. “Se va a hacer todo con la dignidad que merecen, con científicos de principio a fin... Nosotros, que estamos tratando de enseñar en América Latina una metodología para abrir fosas de represaliados por las dictaduras, tenemos aquí que ser ejemplares”. Por Lorca, por Galindo, por Galadí, por Arcollas... Y recuperar, ya sí para siempre, las palabras de Margarita Yourcenar: “No cabe imaginar más hermosa sepultura para un poeta”.


 
 
 
Los otros fusilados


Nieves Galindo, nieta del maestro Dióscoro, nunca supo que Franco quiso abrir la fosa de su abuelo en 1955. Hasta hace unos días, aquella oferta hecha a los Lorca era un secreto de familia (de la del escritor). El dictador, con José María Pemán de intermediario, pretendió sepultar el engorroso asunto del poeta (por él, le seguían acusando en medio mundo, con la ONU aún cerrándole las puertas) promoviendo su traslado a un cementerio. El no fue rotundo. Si los sobrinos de Federico lo han contado ahora, ha sido para explicar que su postura contra la exhumación es antigua: “Entendemos que Federico era testigo –mártir– de la represión colectiva y que en cierto modo su nombre y fama protegían y arropaban a las miles de víctimas”.

Lo que sí sabía Nieves, y desde pequeña porque se lo contaba su padre, es que su abuelo fue fusilado junto al poeta y a dos banderilleros de la CNT (Paco Galadí y Joaquín Arcollas). También le dijo su padre, ya muerto Franco, que los García Lorca no querían remover la tumba porque, le habían dicho, sería imposible saber a quién correspondían los huesos. “Mi padre siempre decía que el que mi abuelo hubiera sido fusilado junto a Lorca hacía posible que algún día pudiéramos recuperar su cuerpo. Él murió con la pena de no haber dado digna sepultura a su padre. Ahora yo cumpliré sus deseos”. Palabra de nieto es la que entona también el granadino Francisco Galadí. El descendiente de uno de los banderilleros fusilados (la familia del otro se mantiene al margen) ha hecho causa común con Nieves. Ellos, los nietos, van a hacer posible que la tierra se abra y se conozca toda la verdad casi 70 años y dos generaciones después.
Muchas preguntas quedan por responder. ¿Cuántos son los cuerpos que comparten fosa? ¿Sigue el poeta allí o fue sacado clandestinamente de la tumba? ¿Acierta en su libro “Los últimos días de García Lorca” Molina Fajardo, director que fue del desaparecido periódico “Patria”, cuando
dejó escrito que con el poeta también fueron fusilados dos ladronzuelos (da el apodo de uno: El terrible)? ¿O es una cortina de humo para que nadie busque una tumba con cuatro cuerpos?
 
 
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