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M A G A Z I N E 
211   Domingo 12 de octubre de 2003
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ENFERMEDAD|LA AMENAZA DE LA PANDEMIA
Preparese para la peor gripe de la historia

Según los expertos, el virus de la gripe –no confundir con el coronavirus de la neumonía asiática o SARS– está a punto de mutar en una de sus peores versiones. Si esto ocurre, en España habría cuatro millones de afectados, y en el mundo 3,5 millones de muertos. Para observar los cambios sospechosos de este microorganismo que azota a la Humanidad cada 20 años, la Organización Mundial de la Salud recibe información puntual de 110 lugares del planeta. Su principal temor es que se combine con virus de otras especies animales, como sucedió el año pasado –en casos aislados– con el de los pollos. Pero no es necesario esperar a que se cumpla esta profecía para alarmarse: este año, el dichoso virus incoloro acabará con la vida de 1.000 enfermos en nuestro país y le costará al sistema sanitario 400 millones de euros. Recomiendan la vacuna. Aunque esta falle entre un 20% y un 35% de las veces.

 
Kansas, 1918. Hospital de emergencia estadounidense para las víctimas de la gripe española, que se produjo en plena II Guerra Mundial.
 
 
Profilaxis. Una de las medidas para proteger a los bebés de la influenza en 1939 era no besarlos.
 
 
En busca de la “asesina”. El profesor inglés Rod Daniels (izq.) se prueba, ayudado por el canadiense Charles R. Smith, el traje de protección contra virus usado para investigar cepas de la gripe española de 1918. Los cuerpos de los seis mineros que desenterraron los investigadores en agosto de 1998, en el archipiélago de Svalbard (No-ruega), deberían aportar la secuencia exacta de un virus que se cobró 20 millones de vidas. Algo fundamental para estar preparados ante una posible o parecida repetición de aquella pandemia.
 

Invierno indeterminado antes de 2006: una epidemia mundial de gripe (pandemia), procedente de Asia, está asolando a la Humanidad. En menos de tres meses perecerán cuatro millones de personas en Europa y EEUU. Las salas de urgencias de todos los hospitales están colapsadas a pesar de que, en todas las ciudades mayores de 50.000 habitantes, se han designado centros sanitarios especiales para atender a los afectados. El virus se ceba en ancianos y enfermos crónicos. Millones de personas mayores que viven solas no se atreven a salir a la calle por miedo al contagio. Radios y televisiones ofrecen boletines cada dos horas con las recomendaciones de las distintas Comisiones Nacionales de la Gripe coordinadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El pánico, que lleva a la población a usar mascarilla continuamente para protegerse, se ha apoderado de la población. El metro de Madrid funciona a intervalos de media hora debido al absentismo laboral, y el suministro de víveres no llega regularmente a los puntos de venta. En EEUU ya existe un mercado negro de las escasas nuevas vacunas, que llegan a alcanzar precios desorbitados; y algunos antigripales han llegado a multiplicar por i00 su precio real...

Este panorama ficticio podría ser realidad si, como afirma la OMS, “en un plazo no muy lejano, aunque impredecible, aparecerá una nueva variante del virus de la gripe frente a la que el ser humano no tiene capacidad inmune y que, por tanto, podrá convertirse en pocos meses en una pandemia”. Esto suele ocurrir cada i5 ó 20 años, porque el virus de la gripe sufre una gran mutación que lo hace muy peligroso para las personas, pues no tenemos defensas contra él. “Cada día que pasa estamos más cerca de ese momento. Tenemos que prepararnos; los científicos la esperamos desde finales de la década de los 80 del pasado siglo”, afirma el doctor Raúl Ortiz de Lejarazu, responsable del laboratorio del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid, el organismo encargado de clasificar las diferentes cepas del virus de la gripe que aparecen en España y mandarlas a la OMS.

“No hay constancia de que justo este invierno vaya a darse la pandemia”, comenta Alberto Mariano, responsable de epidemiología hospitalaria del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid. “Pero, ante el descubrimiento en Bélgica y Holanda, el pasado mes de febrero, de personas que habían sido contagiadas de la gripe por un animal (lo que la hace más peligrosa aun), la OMS recomendó en mayo a todos los países que constituyeran comités de seguimiento de la gripe”.

No hay que confundir la gripe con la neumonía asiática o Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS). Ambas son enfermedades respiratorias, presentan los mismos síntomas, se recrudecen con el frío y en ambos casos el agente transmisor es un virus, pero aquí termina el parecido. La gripe es una enfermedad causada por un orthovirus llamado influenza que ha estado con nosotros desde el principio de los tiempos. La neumonía asiática es una enfermedad también respiratoria, pero causada por un coronavirus que, antes del siglo XXI, no se había detectado en los seres humanos. Según el doctor David Heymann, de la Organización Mundial de la Salud, “no se conoce con seguridad el origen de este coronavirus. Es probable que provenga de un animal (seguramente de un ave) y, en los últimos años, haya dado el salto a la especie humana”. Aún no hay vacuna contra él, pues no se ha podido desentrañar su estructura genética.

Cada año es distinto. El virus de la gripe presenta tres frentes muy peligrosos: es capaz de cambiar su estructura superficial de un año para otro, con lo que los anticuerpos que hemos fabricado en 2003 no nos servirán para nada en 2004. Cada 20 años varía totalmente y sorprende a la Humanidad con una pandemia y, lo que es peor, esta variación total puede ser el resultado de una recombinación con virus de la gripe de otras especies (sobre todo, aves) creando una variedad que provoca muchas muertes. Pero, ¿por qué estas variaciones del virus? “Muta espontáneamente porque se producen errores naturales en su composición. Y, si el microorganismo descubre que ese error le confiere una ventaja a la hora de infectarnos y extenderse, perpetúa el error y acaba imponiéndose frente a otros virus sin mutación contra los que ya teníamos defensas”, explica el doctor Ortiz de Lejarazu.

Y aquí estamos: capaces de clonar ovejas, de acabar con la peste, la viruela, hasta con la temida sífilis, que ha dejado de ser mortal, y postrados, año tras año, por un microorganismo contra el que la ciencia no puede protegernos. Por cierto, que no sólo la sufrimos los humanos: cerdos, aves, caballos, ballenas y hasta delfines han de sobrevivir a sus ataques. No fue aislado hasta el año i930 y, como explica Ramón Cisterna, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital de Basurto (Bilbao), “sólo puede verse en el microscopio electrónico, usando una técnica muy sofisticada y tiñéndolo de color gris, pues es incoloro. Posee ocho trozos de material genético, los que pueden combinarse con otros virus de especies animales y matar a un buen número de personas”. Según la estructura de su envoltura, los virus se clasifican en tres tipos diferentes: A, B y C. Los dos primeros son más virulentos por las mutaciones que producen (suelen ser responsables de las grandes pandemias). El C es más suave, por lo que las vacunas antigripales no suelen incluirlo.

Este veneno (virus en latín quiere decir eso) tiene en su haber más de 30 pandemias y unas 300 epidemias graves.
Las estimaciones que han hecho las sociedades médicas americanas para cuando venga la temida pandemia hablan de i.000 a 2.000 millones de casos de gripe y entre i,5 y 3,5 millones de muertos. En España, un virus mutado infectaría a más de cuatro millones de personas. Pero, si las optimistas previsiones de nuestro Ministerio de Sanidad se cumplen, la gripe de este año (se espera que sea del tipo H3N2) será muy parecida a la del pasado, la HiNi, que infectó a i.595.000 españoles. Una enfermedad de virulencia leve que sufrirá del i0% al 20% de la población. Sus complicaciones más graves (sobre todo, neumonías) no tienen por qué acabar con la vida de más de i.000 enfermos, el 70% de ellos pacientes crónicos y mayores de 65 años.
“Esperamos que sea de una variante normal del virus contra la que tengamos vacuna. Aún no hay ninguna evidencia firme de que vaya a haber una epidemia tan devastadora como la de i977 (40.000 muertos sólo en EEUU y más del 40% de la población afectada). Aunque lo cierto es que, tal y como se han ido desarrollando las epidemias de gripe en el mundo, la próxima está al caer”, afirma Vicente Ausina, presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica.

Tómelo en serio. ¿Conoce a alguien, menor de 80 años, que se tome en serio esta enfermedad? Es el peor virus de la Historia de la Humanidad y, sin embargo, seguimos sin darle la importancia que merece. “Es una bomba de matar, pues este virus (que, por otra parte, siempre está sufriendo variaciones menores) reorganiza totalmente su estructura cada 15-20 años dándose en él una variación mayor para la que no tenemos defensas inmunológicas”, explica Gloria Mato, responsable de la Unidad de Epidemiología del Hospital Clínico de Madrid.

Según el doctor Alberto Mariano, “su virulencia va a depender de las defensas que tenga la persona y de lo agresivo que sea el agente”. Esta peligrosidad se hace máxima cuando el virus proviene de una mutación de animal a hombre; algo que ocurre con bastante asiduidad con las gripes que vienen de China. Como en el caso de la neumonía asiática, eso sucede porque en las zonas rurales del país asiático personas, aves y cerdos conviven estrechamente. De ave a persona, la influenza se contagia por medio de picotazos. De persona a persona, simplemente, con un beso, un contacto, una conversación: el virus viaja a través del aire por las secreciones respiratorias infectadas que la persona enferma expulsa cuando habla, tose, estornuda...

Un arma tan potente no podía pasar desapercibida para terroristas y mentes calenturientas. “Cuando se habla de bioterrorismo, probablemente el virus que está más dotado para producir daño es el gripal. En hipótesis, se podría manipular para producir una mutante que no haya aparecido nunca y ser utilizado con un potencial terrorista”, confirma Cisterna. Y la peor previsión, como siempre, se ha hecho realidad. Según el doctor Stöhr, director del Programa Mundial de la Gripe de la OMS, “la tecnología para crear en laboratorio un virus totalmente diferente a los que tenemos, contra el que no haya vacuna, existe. De hecho, la OMS sabe que en algunos lugares se está experimentando en este sentido con virus C de la gripe. Si alguien llega hasta el final y pone en circulación una nueva cepa, el resultado puede ser tan terrorífico como el de una pandemia natural”. Hace cuatro años, varios grupos de científicos se trasladaron a Noruega para desenterrar víctimas de la gripe española de i9i8 y estudiar el virus que la causó. Los resultados de estas investigaciones pueden utilizarse para dos cosas: enterarnos de cómo era esa gripe tan peligrosa y fabricar una vacuna, o replicar el virus y crear un arma biológica. El futuro, de nuevo, está en manos de la conciencia de los científicos.

Objetivo, sobrevivir. Como se ha dicho, el virus llega a nuestro cuerpo a través de las vías respiratorias, por el aire que inhalamos. Si estamos cerca de una persona que tiene gripe, el aire hace de transmisor del virus y, una vez en nuestras fosas nasales, empieza a atacar a las células hasta que el sistema inmunológico (ayudado por antigripales o no) es capaz de vencerlo y acabar con él. Si pescamos la gripe empezaremos a sentir fiebre, congestión nasal, vómitos y dolores musculares. Que se complique o no, depende de la fortaleza de quien la adquiera. “Cuando alguien muere de gripe normalmente fallece de una enfermedad oportunista; de una neumonía bacteriana sobreañadida a la gripe”, afirma Ortiz de Lejarazu. Esta enfermedad, que hace su agosto en enero, aprovecha el invierno para encontrar nuestras vías respiratorias menos protegidas, más débiles. Aunque vulgarmente se hable de varias oleadas, lo cierto es que la actividad del virus se concentra cada año en un solo mes, dándose casos aislados en otras temporadas, normalmente, noviembre o diciembre. En verano el virus está adormilado, afectando a poquísimas personas (normalmente, enfermos crónicos con el sistema inmunológico muy debilitado).

Todos los especialistas están de acuerdo: vacunarse es el mejor seguro contra la enfermedad. “En Europa muere más gente por esta dolencia que en la carretera y, sin embargo, todo el mundo posee un seguro de accidentes mientras que sólo el i0% de la población se vacuna”, dice Klaus Stöhr. La vacuna tiene una eficacia de entre el 65% y el 80%, y si no nos la ponen a todos es por una cuestión económica: sería recomendable que el máximo de la población la usara, pero ni siquiera la OMS se atreve a recomendarlo claramente porque costaría un dineral. Esta herramienta, que empezó a utilizarse en EEUU en la década de los 70, sólo presenta un problema grave en la lucha contra la enfermedad: que necesita tres meses para su fabricación y la gripe mata en un mes.

Teóricamente, la OMS aconseja la vacunación a todas las personas mayores de 65 años (el 69% de las víctimas mortales de la influenza), a los enfermos crónicos y al personal sanitario. “Creo que llegaremos a una vacunación universal. Si no con las vacunas actuales, con las nuevas. En nuestro país hay muchas personas que desconocen que son grupo de riesgo; por ejemplo, los fumadores”, comenta Cisterna.

La elaboración de las vacunas está controlada por la OMS que, cada mes de febrero, propone a los laboratorios tres cepas (suele tratarse de dos del tipo A y una del B) como base para la elaboración de la vacuna que se administrará en otoño. Esta muestra se basa en los datos obtenidos en ii0 puntos de vigilancia repartidos por todo el mundo. “Los virus inactivados (muertos) se cultivan en huevos de pollo, y ésa es una de las razones por las que tardamos tanto en lograr la vacuna. Para fabricarla necesitamos millones de huevos; si hubiese una pandemia, no se podría programar con antelación tener tantos disponibles”, cuenta el doctor Ortiz de Lejarazu. Hoy por hoy, según datos de Farmaindustria, en España se venden unas 800.000 vacunas antigripales, lo que supone un gasto de casi cinco millones de euros. La OMS estima que deberían vacunarse en el mundo unos i.000 millones de personas, y sólo lo hacen 250. Este año, acaba de empezar la campaña de vacunación; sólo nos queda ver si, ante la alerta epidemiológica de la OMS, los ciudadanos responden al llamamiento de sus centros de salud.

¿Un futuro sin gripe? Los científicos no están de brazos cruzados: en i999 se habló de una vacuna que nos protegería durante toda la vida; aunque su descubridor, el biólogo belga Walter Fiers, sólo demostró su eficacia en ratones. Ya hay algunos laboratorios que están trabajando en obtener vacunas que no estén hechas en embriones de pollo, sino en cultivos de células; y también se trabaja en el desarrollo de vacunas inhaladas, que hasta ahora sólo se utilizan en niños en EEUU. Sin duda, lo más inmediato es hacer que las vacunas que tenemos lleguen al máximo de personas.

Otra línea de investigación llegó a nuestras farmacias en enero de 2000 en forma de antigripal revolucionario. El fármaco, hecho a base de un principio activo llamado zanamivir, logra que la gripe, en vez de durar una semana, se nos pase en dos días. “Este tipo de fármacos provoca anomalías dentro del virus que lo incapacitan para multiplicarse y producir síntomas. Aún no se ha generalizado su uso, pero creo que, en caso de una pandemia, puede resultar muy útil”, explica Cisterna. ¿El inconveniente? Hay que utilizarlo el primer o segundo día de la enfermedad, no pueden tomarlo los grupos de riesgo (ancianos, niños, enfermos crónicos..., justo los que más sufren la enfermedad). Además, a pesar de las recomendaciones de parte de la comunidad científica, es un fármaco no subvencionado por la Seguridad Social, por lo que resulta bastante caro (unos 24 euros). Para el doctor Klaus Stöhr, “será importantísimo, sobre todo, al principio de la pandemia, cuando aún no tengamos vacuna. El problema es que, por su coste, sólo lo podrán pagar los habitantes de Europa y América del Norte. Además, su producción es limitada”.
¿Soluciones? Intermedias, pero las hay: popularizar la vacunación anual y, sobre todo, dotar de fondos a los distintos centros de control de la gripe que tienen a su cuidado detectar, cuanto antes, las variaciones del virus. Si logran hacerlo a tiempo, estaremos salvados.


 
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