Reportaje

Debutó a la vez que Maureen O'Sullivan en "Tarzán y su compañera". Seis décadas después, Chita, que en realidad se llama Jitts y es un chimpancé macho, tiene 67 años y disfruta una vejez apacible. Jitts comparte casa con un actor de Palm Springs (California) y se dedica a pintar, ver la televisión y permitirse algún capricho en McDonalds. Por Julio A. Parrado


TIENE 67 AÑOS Y VIVE UNA JUBILACIÓN APACIBLE. Lejos del bullicio de focos, maquillaje, interminables sesiones de ensayo y rodaje. Claro que Hollywood le ha sido ingrato. Después de casi tres décadas de carrera compartiendo cartel con grandes estrellas, los estudios cinematográficos se olvidaron de la paga de jubilación. Con los millones de dólares en taquilla que hicieron sus películas, ahora le toca compartir casa y vivir casi de la caridad, y de una redescubierta afición pictórica. Y de la fama. Se fue tan rápido como llegó. Pocos de sus conciudadanos de la árida Palm Springs reconocen en el peludo rostro de Jitts al inseparable acompañante del rey de la selva. Quizás porque nadie relaciona su porte, claramente masculino con las afeminadas monadas -exigencias del guión- que definieron el punto glorioso de su carrera y escribieron una página en la Historia del celuloide.

de cerca
Por ello, cuando la ven caminar, algo achacosamente ya, del brazo de su querido Dan Westfall, no pueden imaginar que observan nada más y nada menos que a Chita, la chimpancé amiga de Tarzán. Pero, ¿qué más da si piensan que es otro mono más del montón colgado de su excéntrico dueño? Jitts se resigna ya a vivir de sus dorados recuerdos, mientras espera el final de sus días.

Aunque el fatal desenlace puede tardar aún en llegar. Los veterinarios aseguran que Jitts hace tiempo que rebasó la edad máxima que suelen vivir los chimpancés, alrededor de 40 años. "Tan sólo tuvo un achaque fuertecillo hace 10 años. Ahora disfruta de una salud de hierro. El secreto: el cariño, tranquilidad, y buena comida", asegura su abnegado cuidador.

La estrella ha sobrevivido a todos sus compañeros de reparto. La última en desaparecer, en 1998, fue Maureen O'Sullivan, la bella actriz irlandesa. En el camino también se quedaron los otros tres chimpancés que durante casi dos décadas dieron vida a la otra fémina en la vida del héroe selvático.

Jitts se estrenó precisamente en la pantalla grande a la par que Maureen O'Sullivan, en la película Tarzán y su compañera. Corría el año 1933, y el estudio consideró conveniente acabar con la soledad del atlético Johnny Weissmuller creando los personajes de Jane y Chita. El chimpancé había llegado, con pocas ilusiones, a Hollywood apenas un año antes. Procedía del corazón de África, donde sus dotes interpretativas no habían pasado desapercibidas para Tony Gentry, un famoso domador de Tennessee que trabajaba para el experto en actores-animales Frank Buck. En total, Jitts participó en doce películas de Tarzán. Luego llegó la época de decadencia y no tuvo más remedio que aceptar papeles de menor categoría en telefilmes y anuncios para la pequeña pantalla. En el año 1967, después del rodaje de Doctor Doolittle, Frank Buck decidió que al chimpancé le había llegado la hora de decir adiós a las cámaras.

Cuando Tony Gentry se hizo mayor y fue incapaz de ocuparse de él, Jitts pasó al cuidado de su sobrino Dan, un actor de Palm Springs que le ha dado cobijo a lo largo de todos estos años. El clima seco de la ciudad californiana -refugio de ricos jubilados de Los Ángeles- era, seguramente, más apropiado para su avanzada edad. Dan presume de que Jitts comparte vecindad con otras grandes estrellas del cine como Kirk Douglas o el comediante Bob Hope. Sin embargo, la Casa de Cita -nombre oficial de la residencia del simio- dista mucho de ser una lujosa mansión de una estrella del celuloide retirada.

El chimpancé-estrella comparte este modesto chalet de una planta con otros chimpancés y orangutanes, varios perros y gatos, un puñado de aves exóticas y alguna que otra serpiente. En la pequeña jungla residencial de Westfall, Jitts es el rey absoluto sin lugar a dudas. Mientras que sus compañeros habitan en el jardín trasero, Jitts goza de "un sillón preferencial en el que se pasa horas viendo la televisión", asegura el compañero-propietario. "Hubo una época en que también dormía conmigo".

Y es que el arrogante Jitts no parece encontrarse realmente a su aire en el reino animal, y muestra un amplio menosprecio por los otros inquilinos, una panda de zánganos a los que no le queda otro remedio que mantener. No en vano el chimpancé es una fuente de ingresos para poder mantener el proyecto de Dan Westfall de crear una fundación para la protección de los primates en extinción y de otros animales maltratados por la ingrata industria cinematográfica. La Cheetah (así se llama Chita en inglés) -Fundación para ayudar a mejorar el medio ambiente de los primates en peligro- , de la que el chimpancé Jitts es una especie de presidente honorífico, se ha propuesto rescatar a otros animales abandonados por los estudios. "Estos animales reciben el peor de los tratos. Son una fuente importante de ingresos, y luego son abandonados a su suerte como si nada", comenta.

Pero mientras Westfall saca adelante su particular cruzada, la lucha es mantener a flote este surrealista zoológico suburbial. Nada más que el régimen alimenticio de Jitts supera las 25.000 pesetas semanales. Y eso que, desde que Brigitte Bardot se interesó por el estado del simio, Westfall -aterrorizado ante las eventuales denuncias de la aguerrida francesa- tuvo que retirar algunos caprichos como refrigerios con algún que otro grado de más."El menú se reduce ahora básicamente a fruta, pero de vez en cuando le concedo algún capricho. Le encantan las patatas fritas y las hamburguesas".

En ocasiones de fiesta, Dan y Jitts se dan una escapada a un vecino McDonald, previa concesión de permiso de entrada. Los caprichos pesan y la vieja estrella acusa unos kilos de más para sus 1,3 metros de altura. Cuando está de humor, Jitts quema calorías echando mano a los pinceles. "Hace unos años comenzó a reconducir su talento artístico hacia la pintura", explica su protector.

Y en esta tardía vocación Jitts demuestra una capacidad de trabajo encomiable. "Se pasa tardes enteras delante del lienzo", asegura Westfall. Los colores preferidos de Jitts son los tonos rojizos fuertes. "Se trata por supuesto de pinturas naturales no tóxicas", aclara Westfall, preocupado por la excesiva voracidad plástica que a veces exhibe el chimpancé.

El resultado de las largas hora en el taller son los mono-abstractos, toda una línea de obras de inclasificable estilo que Dan coloca en el mercado a 34.000 pesetas la pieza, acompañados con una huella de Jitts a modo de firma y una vieja reproducción de viejos carteles de la serie Tarzán. Uno de los mono-abstractos ha llegado a ser exhibido en la National Gallery de Londres en no se sabe bien qué rara muestra de pop art.

Cuando la casa-zoológico se llena de caritativos visitantes, Jitts vuelve a ejercer su antiguo oficio y les entretiene con algunas monerías básicas, siguiendo al pie de la letra las órdenes de Westfall. Cuando cae la tarde, Jitts se relaja cómodamente en su sillón preferido junto a Dan, viendo ocasionalmente algunas de sus viejas películas, si bien "realmente prefiere ver los documentales sobre naturaleza y animales". ¿Y el Tarzán de Disney? "De eso, nada. A Jitts no le gustan las imitaciones, por supuesto".

Fotografías de Isaac Hernández

La mona Chita Nacimiento: 1932, en África. Profesión: Actor. Hitos: En 1933 debutó junto a la actriz Maureen O' Sullivan en la película "Tarzán y su compañera". Curiosidad: Participó en 12 películas de Tarzán y se retiró después de su participación en "Doctor Doolittle".

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