Reportaje

Javier Bardem obtuvo en 1992 el reconocimiento internacional de crítica y público con Jamón, jamón, la película de su descubridor Bigas Luna, aunque su nombre permaneció prácticamente en la sombra fuera de nuestras fronteras.

Casi una década más tarde, este actor de 31 años exhibe su asombroso talento en Antes que anochezca, de Julian Schnabel. Interpreta uno de los papeles más fascinantes que se hayan visto nunca en una película estadounidense, y para el que se preparó a fondo.

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El actor Dennis Hopper

Bardem ha sido la estrella en más de 20 películas, entre las que se incluyen Tacones lejanos y Carne trémula, ambas de Pedro Almodóvar, y la citada Jamón, jamón, junto a la prometedora actriz de aquel momento: Penélope Cruz (en su currículo destacan también Las edades de Lulú, con la que debutó en el cine español y Huevos de oro, las dos de Bigas Luna; Días contados, de Imanol Uribe, con la que ganó su primer Goya y el premio al mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián; Perdita Durango, de Álex de la Iglesia; Boca a boca, de Manuel Gómez Pereira, y Segunda piel, de Gerardo Vera, en la que interpretó por primera vez a un homosexual, lo que le ha servido para evitar su encasillamiento en los papeles de macho ibérico que le dieron fama en sus comienzos; su presencia física en todas ellas es rotunda y magnética). Pertenece a una familia cinematográfica entre cuyos miembros figuran actores y directores de renombre. Pero Antes que anochezca es algo más que una película taquillera con una nueva estrella. El artista y director cinematográfico Julian Schnabel ha escogido para su segundo largometraje la autobiografía de Reinaldo Arenas (1940-1990), poeta, novelista y homosexual que fue perseguido y encarcelado por ser todas estas cosas en la Cuba de Fidel Castro.

En 1980, Arenas formó parte de esa enorme oleada de cubanos que arribó a los Estados Unidos durante el éxodo marítimo de Mariel. Su lucha contra el sida, su pugna para continuar creando y su posterior suicidio permanecen como una tragedia dolorosa y compleja (política, social y culturalmente), pues aluden a otras muchas cuestiones que separan (y en ocasiones acercan) a EEUU y a Cuba.

Antes que anochezca ya ha triunfado en varios festivales cinematográficos, especialmente en Venecia, donde Javier ganó la Copa Volpi al mejor actor y Carter Burwell (compositor neoyorquino de 45 años) un galardón especial que reconoce la labor profesional a toda una vida. El actor Dennis Hopper, conocedor desde hace tiempo de la trayectoria profesional y del talento de Bardem, se sentó recientemente a conversar con él.

Pregunta.- Hola, Javier. ¿Qué tal estás?
Respuesta.- Fenómeno. ¿Y tú?

P.-Genial. Escucha, quiero decirte que en mi opinión has ofrecido la mejor actuación del año y, posiblemente, en muchos años en Antes que anochezca.
R.-Muchísimas gracias.

P.-Lo que me dejó realmente asombrado fue que, en 1992, cuando fui presidente del jurado (en Venecia) y os dimos el León de Plata por Jamón, jamón, tú interpretabas a un personaje realmente macho. Y a continuación haces esto, interpretar a Reinaldo Arenas, el gran escritor cubano que sufrió bajo la política antihomosexual de Castro. Cuando vi la película salí con la sensación de haber vivido una experiencia cercana con Reinaldo, como si le conociera, y eso es algo muy poco habitual.
R.-Todas estas cosas tan amables viniendo de ti... Qué te puedo decir... (risas).

P.-Me gustaría que me contaras cómo te metiste en el papel.
R.-Cuando interpretas a un personaje que realmente existe o que existió, lo primero que debes tener en mente es el respeto. Respeto por la gente que amó a esa persona y que le sobrevivió. Muy al principio tenía pesadillas sobre quienes conocieron a Reinaldo: en sueños me chillaban por lo mal que le interpretaba. Cuando tienes un papel como éste, donde das vida a un personaje desde los 17 hasta los 45 años, resulta muy fácil planteártelo en plan de: "Tíos, mirad lo buen actor que soy". Tienes dos opciones: encarnar el papel o crear un gran espectáculo con tu técnica.

P.-Tienes toda la razón.
R.-Procuré evitar eso. Lo único que intentaba hacer era ser Reinaldo. Leí sus libros, escuché su voz en diversas cintas e intenté comprenderle. Pero cuando me llamó Julian (Schnabel, el director de la película), yo no sabía quién era Reinaldo. Al principio me ofreció realizar el papel que interpreta Olivier Martínez (Lázaro, el mejor amigo de Arenas) y le respondí: "De acuerdo, mi inglés no es demasiado bueno, así que no puedo interpretarlo en inglés". Sin embargo, dos semanas después, me llamó a las cuatro de la madrugada -lo cual resulta habitual, porque piensa que yo siempre estoy despierto a esas horas- con un: "Javier, Javier, ¿estás ahí?". Me dijo: "Quiero preguntarte una cosa: ¿Te gustaría interpretar a Reinaldo?". Le respondí que no y contestó: "De acuerdo". Siguió intentándolo, y yo seguí negándome, porque Reinaldo era cubano y yo español. Me refiero a que el inglés me resultaba difícil, pero el cubano me era aún más complicado.

P.-¡Tío, sin embargo al final lograste obtener un acento cubano! ¡Y encima en inglés! ¿Eso no te supuso ningún obstáculo?
R.-El acento es algo que realmente debes dominar para poder acceder a la atmósfera de la acción.

P.-¿Por qué decidiste hacerlo?
R.- Le pedí a Julian que me concediera unas semanas para tomar una decisión y me marché a Cuba con mi novia, Cristina, para intentar comprender quién fue Reinaldo. Teníamos intención de tomarnos unas vacaciones mientras yo buscaba los orígenes del escritor. Nos alojamos en el Hotel Nacional (donde lo hacen la mayoría de los turistas). Al segundo día le dije a Cristina: "Mira, no me puedo quedar en este hotel mientras estoy hablando con las personas que le conocieron. Tengo que estar en la calle, descubrir dónde vivía este tipo". Abandoné el hotel en busca de quienes le conocieron. Pero todo el mundo tenía mucho miedo de hablar sobre él; eso me lo puso muy difícil a la hora de conseguir que se relajaran y contestaran preguntas de tipo personal.

P.-Reinaldo sigue siendo políticamente peligroso en Cuba. ¿Se han publicado allí sus obras?
R.-Solamente algunos de sus libros, como el primero de todos, Celestino antes del alba (publicado en 1967 en La Habana por la editorial Unión, y reeditado en 1982 por Seix Barral, en Barcelona, con el título de Cantando en el pozo). El segundo libro ya se publicó en Francia. Cuando regresé a Nueva York, no sólo comprendí que este papel representaba para mí una gran oportunidad como actor, sino que quizás ésta era una de esas películas de las que realmente te puedes sentir orgulloso. Porque trata sobre la intolerancia, una cuestión importante. Le dije que sí. Lo siguiente fue comenzar a trabajar con mi inglés y a perder mucho peso. Reinaldo era muy delgado. Cada día Julian me decía: "No comas tanto", a lo que yo respondía: "Julian, tío, ¿por qué no pierdes peso tú?". En España comemos muy bien y no resulta fácil perder peso.

P.-En la portada del libro Antes que anochezca aparece una foto de Reinaldo: se parece mucho a ti, o tú a él.
R.-Conozco esa foto. Cuando la vi, me dije: "Guau". Yo le imaginaba (físicamente) como una persona débil, pero esa nariz rota, esa cara, es muy similar a la mía. Ver esa imagen me resultó de gran ayuda a la hora de dar el sí.

P.-¿ Sabes? Cuando Julian me dijo que quería hacer esta película, yo le dije: "Tío, no lo hagas". Y él me respondió: "No, tengo que hacerla". A mí me resulta asombroso: el resultado final es muy bueno, y más si piensas lo distinto que eres tú de Reinaldo.
R.-Él te acaba convenciendo de que eres capaz de hacer cualquier cosa. Por supuesto que todos tenemos nuestras limitaciones, pero si tienes a alguien como Julian cerca de ti, con esa fe en la gente que le rodea, es posible incluso hablar inglés durante dos horas y media como hice yo.

P.-Eres muy afortunado al haber podido trabajar con grandes personas, como Julian y Bigas, y ellos lo han sido de hacerlo contigo.
R.-Eso yo no te lo podría decir. Intento recordar lo que Marlon Brando dijo en una ocasión, cuando interpretaba a Marco Antonio... Dijo: "Cuando interpretas a un personaje dotado de un espíritu verdadero, y que es objeto de una auténtica transformación, tienes que abstraerte del papel y dejar que el personaje entre dentro de ti". Lo difícil es coger tu ego y tu vanidad, tirarlos a la basura y dejar que el personaje te controle. Si eres capaz de hacer eso, significa que has cambiado como ser humano, porque has visto el mundo con unos ojos distintos. Eso es lo que le da significado a este trabajo.

P.-¿Y ése es el motivo por el que esta película es tan buena? Porque cualquiera con un ápice de sensibilidad que la vea también será transformado por ella. Yo te he visto en más de un papel y en todos ellos te introduces por completo, te conviertes en el personaje que interpretas.
R.-Al principio de mi carrera hubiera sido incapaz de abordar este papel: me hubiera muerto de dolor. Reinaldo fue alguien que sufrió mucho, y si sufres con esa intensidad, estás muerto como actor, porque te estás poniendo por delante del personaje que estás interpretando. "No hay que vivir dentro del personaje": eso fue algo que aprendí de gente como tú, de De Niro y de Brando. Vi vuestro trabajo y me dije: "Esta gente hace que la interpretación parezca algo fácil, y no lo es". Aunque a la vez resulte algo muy sencillo, todo consiste en ser.

P.-Tienes toda la razón. Estás genial en esta película y no tuviste que vivir la vida de Reinaldo, pero sí la tuviste que comprender. Tuviste que hacer tus deberes.
R.-Creo que los deberes son algo importante. Trabajo muy duro: lo hago en casa, durante los ensayos o en cualquier otra parte para poder ser libre en el plató.

P.-Tu selección de proyectos también es muy buena.
R.-¿Quién fue aquél que dijo que una buena carrera se basa en los papeles que rechazas y no en los que aceptas? Hay ocasiones en que resulta muy difícil decir que no a un director, pero si no te sientes capaz de realizar un personaje determinado, lo que no puedes hacer es perder el tiempo. Quiero ser muy cuidadoso al escoger mis guiones, especialmente ahora que tengo la posibilidad de iniciar una carrera en Estados Unidos. Soy un actor latino, a pesar de que en Hollywood no existan tantos papeles buenos para nosotros. Aunque la verdad es que no me veo interpretando a los típicos personajes latinos.

P.-¿Qué otros proyectos tienes?
R.-Acabo de terminar The Dancer Upstairs, dirigida por John Malkovich. En ella interpreto a un abogado, un intelectual; no es un personaje emocional. Es un papel muy alejado de Reinaldo, lo cual fue algo bueno. Pienso que es el momento de lanzarme al gran mercado. En España no existe una industria cinematográfica.

P.-Hollywood quiere hacer películas que generen dinero, y siempre he pensado que eso no es mala idea: si tienes algo que decir y eres capaz de sacarlo adelante a través de unos estudios de cine significa que mucha gente acaba conociendo la historia. Materializar ese proyecto inicial no resulta algo necesariamente fácil. Y no significa que la calidad de lo que estás haciendo tenga que rebajarse.
R.-Cuando cierro los ojos y veo todas estas oportunidades, debo preguntarme a mí mismo: "Javier, ¿eres realmente un tipo ambicioso?". La respuesta es que no trabajo sólo por dinero o para hacerme famoso. No me veo viviendo ese tipo de vida. Ya lo he podido experimentar en España y de hecho no fue algo muy positivo para mi trabajo.

P.-Exacto, es incluso capaz de destruirlo.
R.-Sí, existe una contradicción: por una parte deseas que la gente sepa quién eres y cuál es tu trabajo, pero por otro...

P.-...Quieres poder desaparecer y convertirte sencillamente en una persona corriente. Pero, como sabes, hay personas capaces de llevar la popularidad bastante bien, como Marlon Brando o Jack Nicholson.
R.-Otro aspecto negativo de la fama es que la gente no siempre se acerca ti con respeto; en ocasiones, todo lo que quieren es romperte la cara. Hace unos años, estaba en una discoteca en España y un individuo se acercó a mí. Me preguntó: "¿Eres Javier Bardem?". Le respondí que sí, y sin mediar palabra me dio un puñetazo que me partió la nariz.

Recuerdo a Stewart Stern, el escritor de Rebelde sin causa (1955), cuando se marchó a la India con Brando para documentar la película Su excelencia el embajador (1963). Había una multitud de gente con flores que coreaba "Marlon, Marlon, Marlon", ¿sabes?, y Brando no quería salir. Stern le dijo: "Mira, están llenos de flores y de amor", y Marlon le respondió: "Sí, pero eso podría cambiar en un segundo". Javier, recuerda que todo esto ha ocurrido sólo en el transcurso del último siglo. Durante el siglo XIX, los actores comían con los animales en el cobertizo. No se les permitía ni entrar en la casa, así que hemos recorrido un largo camino.

Publicado originalmente en INTERVIEW Magazine. Enero 2001. Brant Publications Inc.
> Bardem por Juan Pando

> A su manera por Gerardo Vera


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