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Technical Asset Managament (TAM) se llama la empresa de John Godfrey. Pero, en realidad, esta firma británica (Administración de Activos Técnicos, en castellano) es lo más parecido a una compañía de servicios funerarios para ordenadores que existe.

Aquí llegan cada año 100.000 PC supuestamente muertos. Se comprueba, en plan forense, si los aparatos en cuestión son puros cadáveres informáticos o si, por el contrario, aún les queda algún soplo de vida en su interior.

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Decenas de ratones de ordenador, a la espera de ser reciclados.

Si es así, se realizan delicadas operaciones quirúrgicas y trasplantes de órganos para salvar a los cacharros agonizantes. En caso de haber fallecido, son enterrados con todas las garantías sanitarias. "En el mundo hay muy pocas empresas como la nuestra", dice, visiblemente orgulloso, John Godfrey, director de ventas de TAM.

Y lo que hacen en esta compañía de Welwyn Garden City (Hertfordshire) es absolutamente excepcional; los datos así lo demuestran. Por ejemplo, en 1998 sólo se recicló el 6% de todos los PC retirados de la circulación en Estados Unidos. En la Unión Europea se calcula que el año pasado se recicló uno de cada diez. Los muertos van al cielo. Pero, cuando un ordenador sucumbe, no es raro que vaya a parar con todos sus componentes a un oscuro rincón del trastero. O que sea abandonado, con premeditación y alevosía, en un callejón poco iluminado. O que acabe sus días criando telarañas y polvo bajo una mesa de trabajo. O que termine despedazado en un vertedero de basura, contaminando el suelo con su plomo, mercurio, cadmio y cromo, algunos de los elementos altamente tóxicos que esconden en su interior.

La cosa es así de seria. El año pasado se vendieron en el mundo más de cien millones de PC, que dentro de tres años -según diversas estimaciones- serán sustituidos por otros más nuevos, más bonitos y más rápidos, convirtiéndose entonces en basura digital. Idéntico destino tendrá la mayoría de los 1.494.000 ordenadores personales que se vendieron el año pasado en España, según datos de la Asociación Española de Empresas de Tecnologías de la Información. Y en Estados Unidos se prevé que allá por el año 2004 habrá 325 millones de ordenadores viejos. En el Reino Unido ya se generan en estos momentos cerca de 900.000 toneladas anuales de escoria informática; 7.475 en nuestro país (de las que solamente 800 se reciclan) y seis millones de toneladas en la Unión Europea, incluidos aparatos de radio, televisores y otros equipos electrónicos.

La vida media de un ordenador se sitúa en torno a los tres años. Lo que quiere decir que ese millón y medio de ordenadores vendidos el año pasado en nuestro país se convertirán en 2002 o 2003 en chatarra susceptible de ser reciclada. "El problema es mundial y las consecuencias para el ecosistema, incalculables", advierte Víctor Duart, responsable en Europa de la división de Medio Ambiente-Productos de la multinacional IBM.

Oro y plata en la basura. La catástrofe que anuncia este directivo se sustenta sobre datos incuestionables. Los ordenadores, además de oro, plata y alumino, contienen metales pesados que pueden resultar muy peligros para la salud de los seres vivos: los tubos catódicos, por ejemplo, guardan plomo en su interior; los sensores y algunos conectores esconden mercurio y los semiconductores y detectores de infrarredes están hechos con cadmio. Si el suelo resultara contaminado con alguno de estos materiales, lo normal -advierten los ecologistas- es que las plantas y los animales se viesen afectados y, en última instancia, los seres humanos que se alimentasen de ellos. Grábelo en su disco duro: cientos de miles de ordenadores acaban bajo tierra cada año.

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Monitores de PC que habían sido retirados, una vez reparados.

Pero allí no sólo terminan estas sustancias tóxicas, el mismo final les espera a algunos materiales muy valiosos. La prueba: las 120.000 toneladas de metales preciosos que, junto con los equipos obsoletos, van a parar cada año a los basureros del planeta, según las últimas estimaciones.

Las cosas van a cambiar. La Unión Europea está ultimando una directiva que, si se cumplen los plazos previstos, será ley a finales de este año. Esta ley establecerá que el 75% de los ordenadores del Viejo Continente deberá ser reciclado al acabar sus días de servicio. El negocio del futuro no estará en la venta o fabricación, sino en el reciclaje. Los cerca de 15.000 millones de pesetas que en 1994 movía esta incipiente industria en Europa pasarán el próximo año a 106.000 millones, según un reciente estudio. John Godfrey se frota las manos en espera de que lleguen esos días. "Ahora mismo, nuestros beneficios los logramos a través de la reparación, reutilización y venta de aparatos viejos. Con el reciclaje, hoy por hoy, perdemos dinero. Sin embargo, esperamos hacernos de oro dentro de muy poco", pronostica.

Ahí están los datos de TAM, su compañía. Cuando la empresa nació en 1994 era solamente una pequeña oficina situada encima de una tienda de golosinas. Hoy ocupa una superficie de 10.200 metros cuadrados y factura al año más de 4.000 millones de pesetas.

"Es muy sencillo. Una empresa renueva su flota de ordenadores y no sabe qué hacer con los anteriores. Nosotros los recogemos y, si se pueden arreglar, lo hacemos, asegurándonos de que en su memoria no va a quedar ni un solo dato de su antiguo propietario. Cuando el aparato no tiene solución, lo desmontamos, separamos las piezas en función del material y su toxicidad, reutilizamos los componentes que se puedan y, los que no, los enviamos a empresas especializadas en tratamiento de residuos tóxicos. Por ejemplo, con doce ordenadores muertos no es difícil que podamos fabricar cuatro que funcionen", afirma mientras se pasea por una nave repleta de ordenadores destripados.

El problema es que a los fabricantes les resulta más rentable hacer un ordenador con componentes nuevos que reutilizando los procedentes de otros obsoletos. John Godfrey pone el dedo en la llaga: "Los tiempos en los que las compañías se ocupaban solamente de vender están a punto de llegar a su fin. Cuando se apruebe la directiva europea, las empresas se verán también obligadas a hacerse cargo de sus viejos cacharros. Un usuario que compre un ordenador nuevo, llevará el antiguo a la tienda y ésta, a su vez, lo remitirá al fabricante, que lo tendrá que reciclar".

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Unidades de CPU se abren para reutilizar sus componentes.

Un análisis realizado por el grupo consultor Gartner calcula que deshacerse de un ordenador sin dañar al medio ambiente costaría alrededor de 121.000 pesetas. Godfrey confía en que la presión de los consumidores obligue a los gigantes de la informática a tomar las medidas necesarias en lo que a reciclaje se refiere. "Al final, los clientes son quienes mandan. Si dejan de comprar máquinas que no son respetuosas con el medio ambiente, las empresas se verán forzadas a reciclar", asegura.

IBM ha tomado buena nota. Hace un año sacó al mercado el Intellstation E Proun. Se trata de PC aparentemente normal, pero que ha sido fabricado con plástico reciclado. Este gigante de la informática, que cada año transforma y reutiliza 65.000 toneladas de sus equipos en todo el mundo, cuenta con un ambicioso plan de recogida y aprovechamiento. Aunque de momento, sólo para los aparatos que son propiedad de la compañía; o sea, los que están en alquiler o han sido adquiridos mediante leasing, dos de las fórmulas más utilizadas por las empresas. La idea, cuenta Duart, responsable en Europa de la división de Medio Ambiente-Productos de IBM, "es universalizar la fórmula de manera que, de aquí a unos años, los usuarios particulares también puedan beneficiarse de este servicio". Una forma de acabar con la contaminación ambiental ganando dinero.

Sobre el tema en: www.digitaldividend.org; repro pres.net/no/190400d.htm; solired.org; sedisi.es/ 05_index.htm; pages.hotbot.com/sf/technopapa/Ordenadores.html y home.infospace.com/aberingi1


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