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Excepto los testículos, la garganta y el bajo vientre, cualquier parte del cuerpo es golpeable. La total fighting (lucha extrema), mix fighting (lucha mezclada) o vale tudo (vale todo) se rige por unas reglas muy sencillas de seguir: no hay.

Se prescinde de ellas porque maniatan a los luchadores y para recuperar la esencia más brutal de las disciplinas de contacto. El resultado: una espeluznante exhibición de peleas que ha puesto en guardia a asociaciones médicas, políticas y deportivas, quienes las comparan con las de perros. "Este deporte no es más cruel ni peligroso que el hockey sobre hielo o el boxeo", esgrime Stanislav Jramov, director ejecutivo de la Federación de Lucha Sin Reglas de San Petersburgo. Mientras algunos la defienden como un estadio superior en la evolución de las artes marciales, otros ven en el espectáculo el regreso a la era de los simios.

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FUERZA BRUTA. Un entrenador anima a su pupilo holandés mientras es asfixiado.
Las repúblicas de la ex Unión Soviética no son las únicas donde se practica este deporte, pero es allí donde los combates resultan más sangrientos. El exiguo reglamento ruso (sin homologar en aspectos como el uso de protectores o el tiempo de duración) permite a los contrincantes propinarse, entre otros golpes, rodillazos en la cabeza. "Se sanciona con una amonestación morder, escupir, arañar, desgarrar las orejas, golpear la ingle, meter los dedos en los ojos, atacar con los codos y golpear la garganta, el cuello o la columna. A la tercera, el infractor es descalificado", explica el campeón de Europa y del mundo Andrei Simionov, de 23 años. El árbitro puede suspender la lucha si uno de los contrincantes pierde la conciencia al menos un segundo, si considera que la superioridad de un luchador es manifiesta o la envergadura de las heridas salta a la vista. Sin embargo, esta premisa no siempre se aplica, sobre todo cuando el show ha sido patrocinado por algún magnate que se hace de oro a costa del morbo que despierta entre el público. Una entrada con cena incluida en zona VIP cuesta 18.000 pesetas, aunque en el mercado negro puede alcanzar las 250.000.

El especialista español de vale tudo, Alejandro Iglesias considera que no se está haciendo justicia a este deporte y que se ha trivializado sobre lo que realmente es su práctica, que él enseña en Valencia. "En el boxeo sólo se puede golpear con los puños. En el full contact también se utilizan los pies. El kick boxing añade patadas a las piernas y el boxeo tailandés, golpes de codo y rodilla. En el judo se permiten las luxaciones y el estrangulamiento, y eso lo hace cualquier niño en el colegio. El vale tudo es una suma del boxeo tailandés, judo y jujitsu. Lo único extraordinario que permite son los cabezazos. Aquí puedes ganar por golpes, pero lo más normal (un 90% de los casos) es que lo hagas por inmovilización", explica el entrenador valenciano.

UNA MUERTE ANUNCIADA. El 16 de marzo de 1998, en el Palacio de Deportes de Kiev, falleció el karateca estadounidense Douglas Dedge. Muchos señalan que la causa fue un fallo arbitral: su rival, el ucraniano Yevhen Zolotaryov, se ensañó con su nuca cuando su oponente yacía inerme en el suelo. El público gritaba: "¡Mata al yanqui!", "¡liquídalo!", mientras las cámaras de televisión registraban el suceso. Aunque el combate debía terminar al producirse el K.O., Zolotaryov vapuleó a su pálido contrincante hasta la muerte. "Por aquel entonces el deporte no estaba bien reglamentado. La culpa fue del árbitro, que no paró aquella pelea", asegura el luchador Simionov. El director de la federación peterburguesa discrepa: "La culpa fue de los organizadores. Invitaron a un participante sin la preparación adecuada. Lamentablemente, en el deporte profesional ocurren desgracias de este tipo de vez en cuando. En los 90 hemos registrado una o dos muertes, pero en el mundo del boxeo se produjeron más. No organizamos batallas de gladiadores".

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FUERZA BRUTA. Un luchador ruso intenta inmovilizar a un boxeador de color mientras el público le jalea.
Alejandro Iglesias, que vio el combate en vídeo y se informó sobre el suceso, puntualiza algunos detalles: "Lo que sucedió fue que un luchador murió por una negligencia obvia y por falta de organización. Unos días antes, se había quedado inconsciente por un K.O. en un entrenamiento, y cuando esto sucede es obligatorio, en cualquier deporte, hacerse una resonancia magnética o un TAC para averiguar el porqué. El americano se presentó al campeonato lleno de golpes. Más que un fallo de arbitraje hubo una negligencia por parte de su entrenador, que debía haber tirado la toalla al ver que estaba mal".

Los detractores de este espectáculo aseguran que la vista gorda de las federaciones (14, correspondientes a otros tantos países) sobre los controles médicos convierte a muchos de los luchadores en carne de cañón. "Hacemos siempre análisis médicos, pero no siempre podemos evitar los traumas. Para eso existe un seguro obligatorio", se defiende Jramov. Pese a todo, son muchas las voces que piden a gritos acabar con los combates y con su creciente difusión a través de la industria del videojuego y las retransmisiones televisivas. Para Iglesias, es una cuestión de hipocresía: "En boxeo se hacen salvajadas. Hay púgiles que van groguis pero, como no sangran, no se para el combate y se les sigue pegando golpes que repercuten en su cerebro".

Según los rusos, el origen de estas luchas en su país no está en Brasil, sino en el Ejército soviético. El entrenador del equipo de San Petersburgo, el ex oficial Viktor Kozak, explica que, al parecer, fue en 1979, en el seno de las tropas especiales de las fuerzas aéreas, donde los soldados empezaron a dar rienda suelta a su frustración contenida enzarzándose entre sí. Estas peleas dieron lugar a una suerte de combates de carácter militar que, a partir de 1981, empezaron a organizarse dos veces al año. Desde 1996 salieron a la luz una serie de campeonatos regulares en Rusia y sólo desde 2001 se celebran torneos internacionales. Las entradas para el público oscilan entre 1.400 y 7.000 pesetas. Pese a que no son asequibles para la mayoría de los rusos, las salas (con capacidad para 7.000 espectadores) siempre se llenan hasta la bandera.

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FUERZA BRUTA. El estadounidense Douglas Dedge, falleció tras pelear con el ruso Yevhen Zolotaryov.
El último campeonato se celebró el pasado 27 de abril en San Petersburgo bajo el cartel de "Rusia contra el mundo", un título bastante ilustrativo de la carga chovinista con la que los organizadores rocían el ambiente. Luchadores rusos como los idolatrados Andrei Simionov o Serguei Bitchkov hicieron las delicias del desarbolado público al doblegar en un cómputo total de 16 choques de diez minutos cada uno a la delegación mundial, integrada por representantes de Austria, Italia, Reino Unido, Brasil, Holanda, Georgia y Estados Unidos. El ganador se llevó nueve millones de pesetas y el subcampeón unos 3,6, mientras que los eliminados a las primeras de cambio recibieron 54.000 pesetas.

Procedentes de las distintas disciplinas de artes marciales y nunca menores de 18 años, en la flor y nata de este deporte extremo sobresalen, además de Simionov, otros luchadores rusos, Amar Suloyev y Stas Nushik, quien en el último campeonato doblegó al luchador inglés Ian Freeman y ahora se prepara para participar en Austria. Vladimir Vovganchin, afincado en Estados Unidos, integra, junto al holandés Helber Aiden y la saga de los brasileños Gracie, la elite de este deporte.

Simionov, de 23 años, estudió en una escuela militar donde practicó judo y sambo (practicado también por Vladimir Putin). En 1998 decidió dedicarse profesionalmente a la lucha sin reglas y, en sólo dos años, se alzó con el Campeonato del Mundo y de Europa. "La preparación psicológica es esencial, pues hay mucha tensión antes del combate y cada uno ha de quitársela a su manera. En mi caso, trato de no pensar, de desviar mis pensamientos de la batalla que me espera", dice el luchador, que el próximo 1 de julio combatirá en Holanda. La excelente cantera rusa surge no sólo del enraizamiento en la sociedad de la práctica de todo tipo de luchas, sino también en el ingente número de hombres que durante la última década han consagrado su vida a la defensa personal. Buena prueba de ello son los llamados "toros", corpulentos guardaespaldas de mafiosos con los cráneos rapados y engalanados con impolutas indumentarias de quienes los precavidos viandantes moscovitas huyen sistemáticamente.

La próxima cita de total fighting será el próximo 10 de noviembre en el Palacio de Deportes Jubileini de San Petersburgo, que acogerá el XII Campeonato del Mundo. Allí se verán las caras luchadores dispuestos a imponer su disciplina en unos enfrentamientos en los que las artes marciales suelen salir victoriosas. Mientras, en España, a título profesional, unas 10.000 personas -especialmente hombres, aunque también hay mujeres-, practican esta disciplina como una forma más de probarse en el ring. Eso sí, aquí se acostumbra a utilizar guantinas (protectores de nudillos que permiten agarrar) porque el interés no está en que corra la sangre.

La práctica del "vale tudo" y noticias actualizadas en http//www.valetudo.com.br y http//adcombat.com


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