Adolfo Suárez con su mujer, Amparo Illana
LA IMAGEN DE UN POLÍTICO acompañado de su esposa y de sus hijos, formando una familia feliz, vende muy bien en los Estados Unidos, en Inglaterra y también en España. No existe nada más rentable, electoralmente hablando, que un póster familiar o un reportaje en familia. ¿Un rey adúltero? ¿Un presidente mujeriego? ¡¡¡Pufff!!! ¡Ni hablar! El personal prefiere que abdique el primero y que el segundo dimita. El cargo, sí. Pero con dignidad. Adolfo Suárez fue el primer político que intentó el asalto a las revistas del corazón. En este caso, a la de el hijo de Sánchez (el ¡Hola!), por su gran penetración entre el público femenino y su gran difusión. Por todo ello, pensaba que un buen reportaje podía influir en aquellas primeras elecciones generales, en las que el censo estaba formado por más de un 50% de mujeres.Hoy puede resultar difícil entender que las páginas de ¡Hola! fueran, en aquel 1977, el comienzo de la fulgurante vida de Adolfo Suárez como presidente. Para ello, se valió de este periodista, que fue redactor jefe de la publicación (muchos lectores se empecinan en que sigo siéndolo) y a quien conocía desde que era primer secretario del Consejo Nacional de la Falange.
Muchos eran los argumentos para que Suárez se prestara a hacer el reportaje familiar. Pero había uno especialmente delicado que le expuse con toda crudeza dada la amistad que nos unía. Y es que, en vísperas de las primeras elecciones, a Adolfo le preocupaban seriamente los comentarios sobre su vida privada, como confesaría en la entrevista que apareció, por fin, en el ¡Hola!: "Me preocupa la afición de algunos sectores a alterar mi vida por la vía del bulo y el rumor. Tengo noticia de algunos de ellos (...) Todo hombre público está expuesto a los rumores. Pero hay algunos especialmente dolorosos, que afectan a mi vida más íntima".
Antonio Sánchez Gómez y sobre todo su esposa, Mercedes Junco, no sentían, en 1977, una especial simpatía por Suárez. No le perdonaban haber legalizado el Partido Comunista. Pero ante mis súplicas y razonamientos para hacer el reportaje a Suárez, llegaron al convencimiento de que más valía un candidato como Suárez, elegido por el Rey, que no aquel rojo de Felipe González con el traje de pana, el puño en alto y La Internacional. Y el número 1.711, de 4 de junio de 1977, pasará a la historia por ser el primero de ¡Hola! que dedicaba portada, cinco páginas en color y tres en blanco y negro a un político en campaña electoral, que permitió a Suárez jugar con ventaja sobre Felipe, el candidato socialista.
Aquellas imágenes hablaban por sí solas de "la felicidad familiar del presidente, que se recupera de sus tensas y agotadoras jornadas de trabajo gracias al desvelo de su esposa y de sus hijos". Una esposa, Amparo, prestándose a la escena del sofá y a románticos paseos por los jardines de La Moncloa. Era la más idílica imagen familiar que se podía ofrecer a los lectores. Y éstos entendieron el mensaje y le dieron toda su confianza y la victoria en aquellas primeras elecciones: medio millón de votos más por el reportaje.
Habrían de pasar nada menos que cinco años para que la publicación de Antonio Sánchez Gómez se ocupara de Felipe González y le concediera la deferencia de una portada cuando ya era presidente. ¡Hola! en esto era muy institucional. Adolfo Suárez, gracias a quien esto escribe, fue la excepción.
AYUDA: Adolfo Suárez pensaba que un buen reportaje podía influir en aquellas primeras elecciones generales. RUMORES: Le preocupaban seriamente los comentarios sobre su vida privada. VOTO: Los dueños de "¡Hola!" llegaron al convencimiento de que más valía un candidado como Suárez, elegido por el Rey, que no aquel "rojo" de Felipe González.
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