La crítica. Día 3

Cortado al biés
por CARLOS GARCIA-CALVO

Mujeres, mujeres

Hace unos años hubiera sido impensable que alguien programase un acto durante Cibeles. La pasarela madrileña era un acontecimiento A, considerado de gran interés cultural o, a veces, contracultural, que nadie se perdía. Ayer pudimos comprobar con tristeza que Cibeles ha pasado a la categoría B o tal vez C, ya que la agenda de actos en Madrid era nutridísima.

Por la mañana,
Philippe Benacin presentó en el Palacio de Gaviria el nuevo perfume de Christian Lacroix, que lleva el nombre de este genial diseñador francés. Hackett, los sastres británicos, tuvieron un día abierto para que pudiésemos ver su nueva colección veraniega. Por su parte, el joyero italiano Damiani ofreció un té para que las elegantes pudiesen conocer su impresionante colección de perlas que presentó Mariángela de Martini. Para colmo, Joana Bonet, directora de la revista Marie Claire, puso de largo por la tarde el libro que ha escrito junto a Anna Caballé, Mi vida es mi vida.

De todas formas, el interés por la muy politizada Cibeles no es lo que fue, por mucho que los organizadores digan con aire triunfalista que no cabe ni un alfiler en las gradas.

La jornada de ayer estuvo dedicada casi en su totalidad a las propuestas de mujeres. Desde la que presentó la veterana
Angela Arregui hasta la de Kina Fernández, pasando por las de Carmela Rosso y María José Navarro. Estas últimas compartieron desfile y sus colecciones fueron como un remanso de paz en un día bastante caótico. La primera abandonó su pasión por el oro y los trajes de chaqueta a lo Dinastía, para ofrecernos una línea menos agresiva, suave y femenina. Realizadas casi íntegramente en una tonalidad pálida, tuvo grandes aciertos como un abrigo y una falda en potro sintético, esta última combinada con un top palabra de honor en tafeta. Rosso se permitió guiños divertidos como unos abrigos chinescos y unos vestidos en papel.

Como dije hace seis meses, no se le ha hecho nunca justicia a María José Navarro, una valenciana llena de sensibilidad. Su ropa fue chic, rigurosa y muy, muy ponible. Sólo tengo una objeción: hubiese preferido algo de color. Kina Fernández realizó un magnífico despliegue de tejidos de esos tecnológicos que tanto le apasionan. Tuvo una espectadora de excepción, la mujer del presidente del Gobierno,
Ana Botella, que suele vestir de ella con frecuencia.

Y ahora unas palabras sobre
Spastor, nuevos en esta plaza. Llegaron a Cibeles, según cuenta Leonor Pérez-Pita, muy recomendados por otros diseñadores. Me he tomado el trabajo de preguntar si era cierto y la mayoría niega saber nada sobre el tema. La obra de esta marca, tras la que se esconden Sergio Pastor e Ismael Alcaina, es un poco desconcertante. Uno no sabe si están completamente desfasados o genialmente a la última.

Nacho Duato bailó, Lola Greco, también y Paola Dominguín lució una peineta descomunal. Todo esto y mucho más, de la mano de Francis Montesinos, cuyo desfile fue un broche digno para uno de los Cibeles más grises de la historia de esta pasarela. Su ropa fue divertida, pero lo que más le gustó al público fue cuando los modelos se la quitaron en un monty parcial.

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Un especial del diario EL MUNDO