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sábado, 23 de enero de 1999

YOSHIKAZU HANAWA
Está empeñado en salvar a Nissan al precio que sea
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SERGIO PICCIONE

No lo está teniendo fácil. Los problemas, la preocupaciones y las continuas incertidumbres no han cesado de aparecer en los poco más de dos años que lleva al frente de la compañía japonesa. Cuando Yoshikazu Hanawa asumió el puesto de mayor responsabilidad en Nissan se encontró con que el segundo fabricante nipón tenía algunas vías de agua, utilizando términos marineros. La caída de las ventas en México, primero, y en Estados Unidos, después, habían dado lugar a fuertes pérdidas que la compañía asumió con muchas dificultades y gracias a los créditos de los bancos de su país. Además, y para complicar el panorama, a mediados de 1997 la economía de la que hasta aquel momento había sido la empresa asiática más boyante, comenzó a desplomarse, afectando a un área por la que Nissan había apostado de manera especial.

En realidad, sólo Europa funcionaba bien en aquel momento. Ha sido tradicionalmente la marca japonesa que más ha vendido en el Viejo Continente y la que posee la factoría más productiva, la de Sunderland, en Gran Bretaña. Sin embargo, Hanawa no se ha asustado. Las medidas que puso en marcha para la reducción de costes van desde la ya tradicional de disminuir el número de plataformas en las que basar la gama de modelos que fabrica hasta la peculiar prohibición de los regalos y agasajos a clientes y suministradores, uno de los habituales aspectos de la cultura y educación nipona.

Está empeñado en reducir la deuda de 2,7 billones de pesetas hasta los 1,8 billones en el año 2000. Para ello, se mostró dispuesto a vender la mayor parte de la participación que Nissan Motor tienen en Nissan Diesel, su división de camiones. Ahora, se abre la posibilidad de que sea un 20% o incluso un 30% de la empresa matriz. Tampoco le importa hablar de fusión, siempre y cuando se respete a la marca y a los que trabajan en ella, algo que debería rechinar en la orgullosa sociedad japonesa, que ha visto cómo Isuzu y Mazda pasaban a manos de fabricantes occidentales, y cómo Suzuki va por el mismo camino. Pero Yoshikazu Hanawa antepone todo a un único empeño: salvar la marca. Al precio que sea.

 

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