104 Motor & Viajes
sábado, 24 de abril de 1999
viajes

Via Apia antigua. El cónsul Apio Claudio trazó en Roma la primera autopista del mundo hace 2.000 años. Hoy, tras resistir pesados carros imperiales y modernos automóviles, se abre los domingos a los peatones

Roma
El camino romano con más historia

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ANA MONTES

Conocida como Regina Viarium, la Apia Antigua, sendero de muerte y poder, es la gran olvidada en los viajes a Roma. Salvando la visita a las catacumbas de San Calixto o San Sebastián, el viajero se pierde 18 kilómetros de arte y belleza paisajística que los romanos asaltan cada domingo a pie o en bici. Porque a la reina por un día a la semana hay que prestarle tributo, ya que no hay otra igual en Europa.

No se equivocó el cónsul Apio Claudio cuando 312 años antes de Cristo construyó la primera autopista de la historia y la más resistente. La Vía Apia Antigua ha conocido los pesados carros del ejército romano y los modernos vehículos. La iniciativa del Ayuntamiento de Roma de cerrarla al tráfico hace dos años ha hecho posible que los visitantes disfruten cada domingo de 18 kilómetros de belleza paisajística y artística. Se le ha querido devolver su antiguo esplendor, usurpado por las devastaciones y saqueos iniciados cuando el poder de Roma decaía en el siglo VI. Pasaron varios siglos hasta que en 1887 Antonio Cánovas, consejero de Napoleón, apreció el valor de la vía y apoyó la creación de un Paseo Arqueológico. Cincuenta años más tarde, también Mussolini secundó el valor de la vía pero, desde otra óptica, decidió modernizar el paseo poniendo una capa de asfalto sobre las emblemáticas piedras de basalto.

La mayor sorpresa es que este camino es un cementerio. La Vía Apia está sembrada de almas que eran sepultadas a los márgenes del sendero consular, ya que la ley prohibía enterrarlas dentro de la ciudad. Así, comenzaron a construirse sepulcros, tumbas y otros monumentos funerarios ­algunos colosales, como la tumba de Cecilia Metella­ que recordaban a los desaparecidos.

También se sembró de decenas de cementerios paganos, cerca de los cuales se construyeron, bajo tierra, las catacumbas romanas, los primeros cementerios paleocristianos donde los creyentes celebraban la Eucaristía, siempre y cuando el gobierno lo permitiera. Ya en las dos primeras millas encontramos las famosas catacumbas de San Calixto: un oscuro laberinto de cuatro pisos subterráneos, considerado el cementerio oficial de la Iglesia de Roma.

Aunque el sendero de los muertos ya no es lo que fue, todavía conserva su esplendor. El saqueo practicado sobre estos monumentos funerarios a lo largo de la historia despojó de sus mármoles a la mayoría, con lo que su identificación requiere una guía. Como ejemplo, la tumba de nuestro filósofo Séneca ahora es un desnudo conjunto de ladrillos. Otros monumentos, como los mausoleos y los túmulos, son pasto de la vegetación que ha tomado el lugar de las almas componiendo un hermoso conjunto.

Otro lugar sagrado modificado por el tiempo es un columbario, aún en pie, en la primera milla del camino, y que ha cambiado la buena muerte por la buena mesa haciendo ahora las veces de restaurante de lujo. El fin es exorcizar la muerte a la hora de comer como lo hace una posada que se anuncia: "Aquí no se muere nunca".

Pero lo más atrayente es la recreación de algunos ritos y fiestas romanas en villas que reviven esa mítica época con lujo de detalles. Su séquito son los visitantes, ataviados para la ocasión, y su repertorio es tan vasto como dioses había en el Olimpo. La fiesta y el banquete difieren de un domingo a otro, pues el convite que ofrecen a la deidad protagonista del día se adecúa al menú que entonces los romanos hubieran digerido. Giulia, cocinera, se ha ocupado de recopilar antiguas recetas romanas y cultivar algunas especias, hoy difíciles de encontrar.

De vuelta a la Vía, el especial juego de luces y sombras de los árboles que se alinean en los márgenes del sendero rememora todo lo que tiene de mítico Roma. Ha sido abordado por enamorados, vendedoras de placer y cineastas. Y en los últimos dos siglos esta vía fue tomada por la alta sociedad (desde Gina Lollobrigida, Valentino o Fiorucci) para identificarse con la antigua estirpe romana, levantando fastuosas villas.

Diversión.

Ahora, la Vía Apia pretende recuperar la tranquilidad, quizás jamás conquistada. De esta manera, se convierte una vez a la semana en un vasto centro de interés. Para los que prefieren verse sumergidos en un gran museo encontrarán dos mil años de tesoros reunidos desde la Puerta de San Sebastián hasta la villa de los hermanos Quintilli. Y no siempre se paga. El Ayuntamiento organiza visitas gratuitas y descuentos para hacer popular la iniciativa.

Las marionetas, acróbatas y músicos han escogido la tumba de Cecilia Metella para darse cita, y los niños pueden dibujar en el Circo de Massencio, que se convierte en un parque dentro de la gran isla peatonal de la Vía Apia. Y para quien prefiera ir sobre ruedas, se puede escoger entre la propia bicicleta o alquilarla delante del mausoleo de Cecilia Metella.

Pero el proyecto no se parará aquí. Todavía faltan por crear pistas para bicicletas y rutas que permitan a los visitantes recorrer la vía sin tener que ceñirse al antiguo itinerario, quedan por abrir al público las desconocidas catacumbas hebreas de Viña Rondanini, eliminar totalmente el tráfico y reunir el parque de Caffarella y el de los Siete Acueductos en el gran y único Parque Arqueológico de la Apia Antigua. Sin olvidar la geología de este espacio, donde campan a sus anchas rapaces y faisanes.


LLEGAR. La Vía Apia Antigua está en el sudeste de Roma. El Bus 218 la aborda desde su comienzo. Parte de la Plaza de San Giovanni in Laterano y sigue hacia el Santuario del Divino Amore. Debe estar atento pues se desvía en las catacumbas de San Calixto por la Via Ardeatina. Aquí, el viajero se apea para seguir a pie. El Bus 118 hace el recorrido Largo dei Claudiani-Catacumbas. El Bus 765 atraviesa la Via Appia Antica en su intersección con la Via Erode Attico. El Ayuntamiento pone a disposición pequeños autobuses gratuitos (navetta) que recorren buena parte del sendero. Salen de la Plaza San Giovanni in Laterano y llegan a Via Cecilia Metella, a mitad del camino.

COMER. Los restaurantes se concentran en los primeros kilómetros. Qvo Vadis. Via Appia Antica, 38. 00 39 06 513 67 95. Comida italiana y especialidades al horno. Osteria Antica Roma. Via Appia Antica, 87. 06 0513 28 88. Original y lujoso restaurante-columbario con terraza y especialidades romanas. Lunes cerrado. Villa dei Cesari. Via Ardeatina, 164-170. 06 513 67 41. Pizza al horno, baile y terraza.

BICICLETAS. Cada domingo podrá alquilar bicicletas en el puesto situado frente al mausoleo de Cecilia Metella. Si prefiere llevarse la suya, los domingos podrá usar el tren.


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