122 Motor & Viajes
sábado, 25 de septiembre de 1999
viajes

En este paisaje semidesértico cualquier atisbo de vida se hace significativo. La piedra, el viento y el agua nos devuelven al origen. Ante nuestros ojos, un escenario despojado de todo aditamento, donde el tiempo pende de otro hilo y la mirada se inunda de una tierra árida batida por el viento

CABO DE GATA.
El último desierto

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PAULA IZQUIERDO

Esta joven escritora pasa todos los veranos en el Cabo de Gata. Su póxima novela, El hueco de tu cuerpo (Anagrama) se publicará en febrero.

Al adentrarse en el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar se penetra en uno de los parajes más insólitos de la geografía española. Con sus más de 29.000 hectáreas, esta esquina del sureste de la península es el parque natural costero más grande de Andalucía. El parque incluye no sólo el paisaje terrestre de hinojeras, arbustos y eucaliptos, sino también las grandes charcas donde anidan miles de aves migratorias: flamencos, gaviotas; y un tramo litoral jalonado por acantilados, calas solitarias, extensas playas, dunas de arena y varios arrecifes. También el lecho marino, cuya fauna y flora están protegidas, atrae a muchos buceadores.

Y es que bajo el agua azul intensa o verde cristalina, según el viento sea de poniente o de levante, se desarrollan unas inmensas praderas de plantas marinas que sirven de cobijo y alimento a numerosas especies de crustáceos, moluscos y peces. En nuestro camino hacia el mar algunos poblados del interior aparecen abandonados, son poblados fantasmas construidos en un tiempo de prosperidad, probablemente relacionado con la explotación de las minas de oro del pueblo de Rodalquilar. Una vez agotadas las fuentes de riqueza que dieron vida a estos núcleos urbanos, las gentes desaparecieron dejándonos como testimonio de su pretérita y efímera existencia ruinas sin identificar.

En contraste con estas casas desmoronadas en la tierra sola, a lo largo de los caminos orillados de arbustos enanos y pitas, nos encontramos, en el límite del parque natural, con uno de los pueblos que han experimentado un mayor desarrollo en los últimos años debido a la implantación del sistema de invernaderos: Campohermoso.

Una inmensa sábana de plástico se extiende en el horizonte, un mar lunar bajo el cual respiran los frutos que han convertido a este pueblo en uno de los de mayor renta per capita de España. Descendiendo hacia la costa atravesamos Fernán Pérez, Las Hortichuelas Altas ­desde donde se atisba por primera vez un hilo de mar azul­ y Las Hortichuelas Bajas. Las casas blancas de distintas alturas y de pequeñas ventanas para impedir que

se cuele el abrasante sol se han ido construyendo escalonadas en la ladera del monte. Siguiendo la pista que bordea la loma y dejando a un lado el camino de Las Negras accedemos, flanqueados por árboles secos y retorcidos, inclinados por la fuerza del viento, al valle de Rodalquilar. Las montañas pardas y peladas cierran el valle; su seno, si las lluvias han sido generosas, puede parecer como un oasis: alfombrado de verde y moteado por flores silvestres; rojas amapolas, amarillas y malvas flores de la cera.

El Playazo.

Al desviarnos a la izquierda entraremos en una sinuosa pista de tierra que nos conducirá por una camino salpicado de casas blancas ­reconstruidas sobre antiguas ruinas, según establece la legislación vigente­ hasta El Playazo. Sorprende en este breve recorrido hasta el mar la reconstrucción, piedra a piedra, de una Noria y su palmeral. La leyenda dice que el antiguo dueño obligaba a las mujeres del lugar a sustituir al burro de carga para sacar agua del pozo.

Al final del camino nos espera una inmensa y blanca playa a cuyo costado se vislumbra, en una atalaya, una de las fortificaciones que jalonan el litoral: El Castillo de San Ramón. Una construcción de piedra caliza mimetizada con el paisaje y edificada en tiempos de Carlos III para proteger de los piratas el comercio y la navegación por el Mediterráneo. Todavía en Rodalquilar subsisten los vestigios de lo que fue el pueblo minero abandonado en los años 60 por la escasa rentabilidad de la mina.

Aquí podremos aplacar la sed en alguno de los muchos barecillos que han proliferado en los últimos años. Dignas de mención son las tapas que acompañan a la bebida, sobre todo la de tabernero, una suerte de pisto manchego. Desde que a esta tierra se le ha atribuido el privilegio de ser una reserva natural los viajeros, sobre todo los ecologistas, muchos de ellos alemanes, han recorrido kilómetros y kilómetros para llegar a este confín de la península. Sin embargo, gracias a la legislación del parque, se han limitado las edificaciones y la naturaleza soberbia, por una vez, permanece virgen. No deja de ser paradójico que las gentes que pueblan estos lugares, a quienes nada les ha sido propicio y han vivido a lo largo del último siglo en condiciones precarias, hoy deban someterse a las leyes del parque y no puedan prosperar y mejorar su nivel de vida.

"Bodas de sangre".

Tomando la antigua carretera que unía Rodalquilar con Almería y que pasa por la montaña llegamos al Cortijo del Fraile, escenario real del drama lorquiano Bodas de Sangre. Este romance recrea la noche en que Paca Cañadas se iba a casar por matrimonio de conveniencia con Casimiro Pérez, y su primo Paco Montes, en un arrebato de pasión ­parece ser que más de ella que de él­ la raptó a caballo. Pero un hermano del novio vengó a su hermano matando a Paco Montes en un cruce de caminos. Aún hay viejos en el lugar que recuerdan los hechos. Siguiendo por el sendero pedregoso y difícil hallamos el poblado abandonado del Higo Seco.

En esta ocasión el poblado ha preservado el nombre y todavía se puede distinguir la disposición interna de las casas. Todo el lugar está habitado de silencio. Alrededor de las ruinas crecen espectrales las chumberas y los olivos. Retomando desde Rodalquilar la carretera de la costa atravesaremos un puerto en cuya cumbre la mirada se construye toda de mar que no cabe entero en la vista. Y el litoral se recorta de morados, grises y negros a medida que se nos aleja el horizonte. Bajando el puerto encontramos La Isleta del Moro, una aldea de pescadores asentada sobre una península dividida en dos tramos por un islote volcánico.

A continuación está el poblado de Los Escullos. Y por último, antes de llegar a San José, pasamos por el encalado pueblo de El Pozo de los Frailes, cuyo nombre parece ser que le viene dado por dos cerros que lo vigilan desde su atalaya y que antiguamente se conocían como el fraile gordo y el fraile flaco.

San José es el pueblo más turístico de los hasta ahora mencionados. Mucho antes de que la tierra sobre la que se asienta se hiciera Parque Natural, el dueño de estos parajes, el señor Montoya, cedió parte de los mismos para que se construyera el núcleo urbano de San José. Sólo puso una serie de condiciones como que las casas no fueran de más de dos pisos, y que no se especulara con el terreno.

Cerca de San José están las insólitas playas de Mónsul y de Los Genoveses. Desde algunos puntos de estas playas donde el ánimo invita a perderse en el inmenso oleaje se alcanza a ver, al fondo, el Cabo de Gata. El sol, el viento y los sentidos repletos de paisajes sin memoria invitan a descansar la vista en el horizonte y a dejar que la tarde vaya cubriendo el cielo del fin del mundo hasta desaparecer.


No olvide...

1. Que todo depende de qué viento sople. Se dice que Almería tiene dos mares: la mare que parió al poniente y la mare que parió al levante.

2. Que si le gusta el buceo, este es el perfecto lugar para practicarlo, con una flora y fauna protegidas.

3. Que Níjar es el pueblo donde comprar la artesanía del lugar. Se trabaja sobre todo el esparto y el barro.

4. Que merece la pena tomar una cerveza en el bar del Hotel San José. Remodelado como caserío y cuyas vistas son fabulosas.

5. Que en este rincón de la península el sol calienta y sí quema. Tiene un clima afortunado, con agradables temperaturas durante todo el año.

6. Que no hay que olvidar el bar de Jo. Un lugar digno de conocer. Construido y decorado por él, es un espacio surrealista.

7. Que conviene hacerse con unas cangrejeras o algún calzado similar para caminar entre las rocas al borde del mar.

8. Que en Almería los tomates saben a tomate. Es uno de sus bienes más preciados y está presente en la mayoría de sus platos.

9. Que si hay Levante, las olas de Los Genoveses son las mejores para hacer surf. Sólo hay que equiparse con una tabla.

10. Que una vez que pruebe este increíble paisaje semidesértico no se podrá deshacer de él...


INFORMACION. El centro de interpretación del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar está en las Amoladeras. El centro administrativo, las oficinas y una sala de exposiciones se encuentra en Rodalquilar. Hay puntos de información del parque durante el verano en casi todos los pueblos de la costa. El teléfono de la oficina de turismo de San José es el 950 38 02 99. Aquí informan sobre las diferentes excursiones organizadas.

COMPRAS. En todos los pueblos costeros se han abierto tiendas donde se ofrece una selección de los más peculiares productos de la zona. En Níjar se puede encontrar a lo largo de la calle principal un sin fin de tiendas con todo tipo de artesanía típica almeriense, como el barro, la cerámica de vivos colores y las jarapas.

DORMIR. Este es un lugar privilegiado de la costa española donde todavía no ha llegado el turismo masivo gracias a la protección que le otorga el título de parque natural. El pueblo con más posiblidades de alojamiento es sin duda San José. Allí existen dos hoteles, el San José (950 38 01 16) y El Dorado (950 38 01 18). Además, en la playa de Los Escullos hay un cámping con dignas instalaciones (950 38 98 11).

COPAS. Entre los lugares más agradables en San José para disfrutar de la noche destacan La Cúpula, un bar de copas y discoteca y El Plátano Azul. En la playa de Los Escullos: El Chamán, una discoteca al borde de un acantilado y La Haima.

COMER. La cocina de la tierra tiene en el cordero lechal y en los pescados de roca en cuajadera a sus grandes protagonistas. Entre los restaurantes más acogedores y con mejor relación calidad-precio está El Manteca, en Las Negras, donde sirven el mejor pescado. En Rodalquilar hay dos establecimientos dignos de mención: el bar Crisol, con exquisitas tapas variadas, y el restaurante El Ajillo (950 38 97 20), especializado en cocina tradicional. En San José destaca el restaurante del hotel El Sotillo, de cuatro estrellas (950 38 02 16), y el del hotel El Dorado, especializado en sugerente cocina francesa (950 38 01 18).


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